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Anya sintió que recuperó la cordura, empujó a Emerson. —¡No me beses! Emerson tenía una mirada oscura, quiso más de sus labios, pero ella retrocedió, por cada paso que él daba hacia ella, Anya daba otro atrás, eso era como una daga para el corazón de Emerson. Anya quería escapar de él, tuvo claro que nunca más lo permitiría. Sus ojos se volvieron severos, tristes. —¿De verdad no me dejarás conocer a mi hija? Anya sintió que eso era una bofetada invisible. Se sintió muy culpable. Él tenía razón, Sienna era su hija, no podía dejarla sin un padre, su corazón no era una roca. —Está bien, podrás verla, pero, está dormida, no la debes despertar. Los ojos de Emerson se volvieron brillantes, asintió con esperanza. Anya lo llevó adentro. Entraron lento a la casa, encontraron a Holly en el camino. —Anya, bienvenida, la pequeña Sienna ya está dormidita, ¿Quién es él? —exclamó Holly Anya miró atrás. —Él es… —¡El padre de Sienna! ¿Verdad? Emerson esbozó una sonrisa. —Debe ser, porqu
—Déjanos hablar a solas, Hank, por favor —insistió Emerson. Hank tuvo que aceptarlo, y dejó a los hermanos solos. —¿Qué quieres, Emerson? Supongo que me odias. Emerson negó. —¿Odiarte? No es así. Quiero decirte que, hablaré con mi padre, te daré la mitad de toda la herencia que dejó mamá. Los ojos de Denver se abrieron confusos. —¿Y por qué harías eso? Quiero decir, sin pelear. Emerson sonrió. —Porque es lo correcto, porque es lo que mamá quería. —Pensé que me odiabas por lo de tu exesposa. —Anya no es mi exesposa, es mi mujer; puedes decir lo que quieras, pero ella me ama, sería incapaz de engañarme. Tenemos una hija, es cierto que yo fallé, pero volveremos, lo sé. Denver le mirò de arriba abajo. —Le hiciste mucho daño, Emerson, ¿Quién sabe si te perdonará algún día? —Lucharé, porque es la mujer que amo. Sé que puedes estar muy resentido con la vida, tal vez conmigo, pero, Denver, no soy tu enemigo, tampoco soy el culpable de todo esto —dijo. Denver reflexionó sobre eso,
Los ojos de Emerson se reflejaron en los de Anya. Negó casi de inmediato. —No soy tan cruel, Anya, pero… no estoy dispuesto a perderte, ni a ti, ni a mi hija. Ella rodó los ojos. —Por favor, Emerson, perderme es lo único que has sabido hacer y muy bien —los ojos de Anya se volvieron llorosos. Ella subió a su auto, Emerson tuvo que verla partir, le dolieron sus palabras. *** Una semana después. Cuando Bill abrió los ojos, lo primero que vio frente a su cama fue a Ruby Lang de un lado y a Emerson del otro lado. Al ver a esa mujer, Bill no pudo evitar sentir rabia y miedo. Luchó por abrir sus labios y decir algo, pero no pudo. Incluso cualquier movimiento de su cuerpo era imposible, solo sus ojos se volvieron enormes, y llorosos. —Tranquilo, papá, llamaré a un médico. Emerson fue por el doctor. Ruby Lang sonrió. —Si dices algo sobre mí, les dirè que tú asesinaste a Hannah. Todos me creerán que un viejo verde, capaz de lo que sea para darle todo a su amante, suena muy convinc
Ruby Lang estaba frente a la cama de Bill. El hombre tenía ojos bien abiertos. Podía escuchar lo que esa mujer decía. —Una vez que haya seducido a tu hijo, voy a matarte, también me desharé de esa esposa estúpida y su odiosa hija. Al final, solo quedaré yo. Emerson estará triste, que seducirlo será pan comido, entonces, tú serás un fantasma. Me quedaré con todo, tal vez también con Emerson, porque es muy guapo. Bill la miraba con rabia, esa mujer era tal como èl era, no, tal vez era peor. Bill gruñía, luchaba por hacer ruido, por hablar, pero no podía, mientras Ruby Lang solo se burlaba de èl. —Emerson… —Balbuceó el hombre con debilidad. Ruby abrió los ojos en pánico al escucharlo, querer hablar, siseó al instante. —¡Cállate, maldito! Cállate, no debes hablar —dijo. La mujer observó entre las medicinas que estaban en el buró y observó un sedante; lo puso en una inyección. Poco a poco, Bill fue quedándose, dormido, incluso si no quería. Su cuerpo ya no respondió, se quedó inconsc
Al entrar de nuevo en esa mansión, el ambiente se sentía extraño, denso. Anya se detuvo, observó la escalera. Cuando mirò el rostro de Emerson, notó que estaba pálido. —¿Fue aquí donde ella…? Emerson hundió la mirada, asintió muy lento. —Por favor, no hablemos de ella. Anya entendió que le dolía, eso la hacía sentir peor, porque, aunque no lo quería admitir, sentía que Bianca seguía siendo un fantasma entre los dos. Ella subió a la niña hasta su alcoba. Al entrar, observó otra habitación, se sorprendió de no usar la anterior, sino la que siempre fue de Emerson. —No dormiré contigo. Emerson la mirò con desconcierto. —No lo esperaba, aunque es lo que más deseo cada noche desde que te perdí, sin embargo, te dejé esta alcoba, yo estaré en la contigua. Anya se sintió tonta, asintió. Observó la hermosa cuna con doseles blancos, donde recostó a Sienna, que ya estaba dormida. La pequeña solía dormir mucho, con apenas un par de meses, y era muy tranquila. Emerson se acercó y acaric
Ruby estaba con el abogado. Estaba furiosa al escuchar las noticias. —¡No puede ser! No pueden dejarme sin nada, esta mansión es mía, el dinero que posee Bill ya es mío; ¡tengo una hija suya que debe merecer una herencia sustanciosa! —dijo —Podría ser, pero solo sobre el dinero que está a nombre de Bill Carrigan, y solo son un par de millones de dólares, señora. En realidad, la fortuna Carrigan proviene de una herencia de la difunta señora Smith. Si se comprueba que tienen el testamento original de la señora Syara Smith y que ella dejó la herencia solo para sus dos hijos, no habrá qué hacer. Es definitivo que el señor Bill Carrigan deberá devolver todo el dinero íntegro de la herencia, y las propiedades. —¡No es justo! Yo merezco esta gran fortuna —bramó como un animal que había sido pisado. La puerta se abrió y la mujer vio ante ella a Emerson, Denver y Hank. —Lamento llegar tarde —dijo Emerson, casi al instante también apareció su abogado. —¡Emerson, no puedes hacerme esto! No
—¿Qué demonios dices, mujer? ¿No sabes quién soy? Christine no parecía ni una pizca de asustada, le mirò con ojos severos. —Tiene una semana para reunir el dinero, lo quiero en efectivo, le llamaré para decirle dónde debe dármelo. La mujer dio media vuelta y se fue. Los ojos de Ruby Lang casi salían de sus ojos, estaba roja de rabia, no podía creer que la hubiesen chantajeado de una forma tan vil. Su cuerpo incluso temblaba, recordó el cuerpo de Hannah, y ahora se arrepentía profusamente por lo que hizo, pero no por el hecho de Hannah estuviera muerta, sino por el hecho de que esa mujer supiera todo, e incluso la chantajeara con decirlo. —¡¿Cómo pude ser tan tonta y permitir que esa malnacida me viera?! La empleada entró con la pequeña bebé en brazos. —¡¿Qué quieres?! —La niña tiene hambre, señora. —Haz lo que sea para que coma, pero no la amamantaré más —sentenció, saliendo de ahí. La empleada sintió mucha pena por la niña y buscó la forma de darle comida. *** —¡Mientes! E
Cuando Betty llegó a casa, estaba aturdida, no había dejado de llorar, pero tuvo que calmarse, debía entrar a su hogar, fingir que estaba bien. Miró su rostro, sus ojos estaban enrojecidos, respiró profundamente. «¿Es mi hijo? ¿Es una mentira? ¡Es una pesadilla!», pensó Pellizcó su piel para recordar que eso era la realidad. Cuando entró en la casa, escuchó una vocecilla al fondo, en el salón; era la voz de Bradley. El hombre cantaba una dulce canción de cuna, la balanceaba con profunda ternura y cuidado. El corazón de Betty resonó como un tambor, casi quería sonreír. Bradley era más que un excelente hombre, padre y esposo. También era el dueño de su corazón, era su amor, el hombre con el que quería envejecer, y amarlo hasta el fin. Una lágrima rodó por su mejilla. Bradley la descubrió. —Mi amor, ¿Qué te pasa, Betty? ¿Por qué lloras? Betty limpió sus lágrimas, negó. —Lloro de felicidad —dijo dubitativa Bradley frunció el ceño, había algo en su tono de voz que no le convenci