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«Este hombre ha jurado odiarme toda su vida, pero me besa de esta forma. ¿Qué quieres de mí, Denver? Si eres el hombre de esas cartas, si me besas como si me amaras, ¿Por qué me haces sufrir?», pensóDenver detuvo el beso, se quedó frente a su rostro unos segundos, con los ojos cerrados, recuperaba el aliento.Aún aspiraba su aroma, alejarse, le dolía, pero al recordar el supuesto engaño, se daba fuerzas.Abrió los ojos y mirò su hermoso rostro. Abigail tenía cara dulce, como una niña ingenua, incapaz de romper un plato, pero Denver creía que ella podía incluso quemar una casa, como estaba ahora mismo quemando su cuerpo.Humedeció sus labios con sensualidad, mientras aún miraba su rostro y sus labios.—Juro que, si intentas alguna artimaña, vas a pagarlo, Abigail.Ella no dijo nada, se quedó estoica, èl no podía entenderla.La soltó de entre sus brazos.—Ahora vete, pero ¿Sabes qué? Vuelve a la oficina, si es que quieres que siga pagando algo de tu padre.Ella le mirò con esperanza.—¿
—¿Qué haces, Abigail? —exclamó al ver los tirantes finos de su sostén blanco.—Salva a mi padre, por favor, ¡te lo suplico!Denver se acercò a ella, su dedo pulgar, limpió sus lágrimas, se miraron fijamente, èl descendió la mirada a sus labios, los deseaba como cada día.«¿Aún ahora, Denver? ¿Aun tu corazón late por ella?», pensó.Él se alejó antes de perder el control.—¡Vete, Abigail!—¡Por favor! No tengo a nadie a quien más acudir, ten piedad.—¡Está bien! Ayudaré a tu padre, pero ahora vete de aquí, no quiero verte, no lo soporto.Abigail lo mirò.—¿Tanto me odias?Él se giró para no mirarla.«¡Te odio, Abby! Pero, ahora temo no resistirme a ti», pensó al sentir su hombría latiendo por ella.Abigail se arregló la ropa y salió rápido.Estaba más tranquila.Denver decidió pagar el tratamiento completo del padre de Abigail.Abigail recibió la noticia de su madre más tarde.—¡¿Qué dices?! ¿Es verdad?Abigail colgó la llamada y decidió ir a buscar a Denver.Ella lo encontró en el esta
Denver estaba en el pasillo, desesperado.«¿Qué le pasa a Mandy? Ahora ella es mi familia, ¡no quiero perderla!», pensó.El doctor apareció.—¿Cómo está?—Ella está bien, ya tenemos los análisis de sangre, venga conmigo.Denver siguió al doctor.—Ya hablé con la paciente, está sana, pero debe alimentarse bien. Su desmayo se debe a su estado, no es algo muy normal, pero no pasará si se alimenta bien.—No entiendo, ¿qué estado? —exclamó Denver confuso.—Su embarazo.—¡Embarazo!Denver se quedó perplejo, luego sintió que una rabia lo invadía.—Necesito ver a Mandy.El doctor le permitió verla, y él caminó hasta ahí.Al entrar a la habitación, Mandy tenía la mirada baja.—¿Cómo te sientes?Ella asintió.—Bien.—Mandy… ¿¿Ese hijo que esperas es de…?—Sì, Denver, este hijo es de Matt.Denver sintió rabia; una inexplicable, salió de ahí dando un portazo en la puerta que asustó a Mandy.«¡Maldito Denver, no lo mereces, no mereces ser un padre! Tú solo has hecho daño, los traidores deben de pa
Abigail llegó a casa, había ira ardiendo en su interior. Denver la odiaba por algo que ella no había hecho y era lo suficiente terco y cruel para no dejar que alguien le abriera los ojos.Además, su padre estaba muriendo, sin importar todo lo que se había humillado por salvarlo.«No es justo. La vida nunca ha sido justa conmigo, siempre Vania fue la favorita, solo porque su nacimiento fue complicado, y yo fui dejada de lado. Luego, ella conspiró en mi contra para que mi destino fuera despreciable, y ahora tengo que seguir en la miseria por su misma culpa», pensó con rabia.Estaba en casa, su madre le había ordenado hacer limpieza. Ya no podían pagar a quien antes hacía los quehaceres de la casa y para ahorrarlo, ahora ella debía hacerlo.Sin embargo, los ruidos que la mujer escuchó a continuación le helaron la sangre, y enrojecieron su rostro.Su corazón latió tan rápido, ¿Acaso algunos pervertidos se metieron a casa?Tuvo miedo, iba a llamar a la policía, pero pensó en Vania.«¿Será c
Denver bajó la pistola.—¡Vete, Abigail! No vuelvas, ni a la empresa, ni a mi vida, ni a nada, ¡no quiero volver a verte, nunca!Ella tragó saliva y asintió.Dio la vuelta, y salió de ahí.Denver mirò a Matt.—¡Y tú también te vas! ¡Vete ya mismo de mi casa, Mattias! No quiero verte.Matt le miró y sonrió.—Bien, haz lo que quieras, si quieres ser un imbécil, si quieres ser un ignorante de tu propia verdad, entonces que así sea.Matt intentó caminar, pero se detuvo.—En el fondo, no mereces el amor de Abigail, no mereces a nadie, Denver.Denver le mirò con rabia. Matt se fue.Mandy mirò a Denver.—¡¿Qué te pasa, Denver?! Dime, ¿Quién eres?Denver no dijo nada, pero Mandy podía ver su dolor y lo abrazó.—Déjala ir, si eres incapaz de creer en ella, si no eres capaz de perdonar.—Mandy…Ella mirò sus ojos llorosos. Denver sufría por el veneno en su alma, y Mandy lo abrazó.Matt los mirò por la ventana.«Ella ama a Denver, es mi castigo, ver a la mujer que amo con otro», pensó, tomó su ma
El beso de Matt hizo arder la pasión en Mandy. Ella no pudo, ni quiso detenerlo.Cuando la depositó en la cama, sus ojos se encontraron; por un instante, ella esperó.—Matt. Yo…—No. No me digas que te casarás con èl, primero muero antes de permitir que estés con un hombre que no amas, incluso si ayer te hubiese conocido. De todas formas, te amaría, por favor, Mandy, no cometas el peor error. He cometido los míos, pero lo dije, por ti será un buen hombre.Él acarició su rostro, había tanta ternura y pasión mezclada en su mirada, ella no pudo decir nada, y tenìa mucho que decir.Recibió ese beso apasionado, y su piel se calentó.Sintió cómo las manos hábiles de Matt quitaban sus ropas, poco le importó, porque lo deseaba tanto, lo deseaba con su corazón.Cayeron en la cama.—Quiero hacerte feliz; sé que donde estoy no es el paraíso, sé que no soy un ángel, Mandy, pero al menos ahora aprendí quién soy.—¿Quién eres, Matt? —exclamó acunando su rostro.Él sonrió.—Soy un hombre que conoció
—¿Esto es real? —exclamó AbbyÉl sonrió.—Claro que lo es, la verdad, me he vuelto loco, el odio, la venganza, me han consumido, Abby, estoy cansado, no quiero ser ese hombre, nunca fui èl, así que, quiero simplemente dejarlo ir.—Denver, déjame contarte mi verdad.Él siseó y negó.—No quiero saber nada del pasado hoy, Abby, por favor, hoy quiero tener paz. Al menos este día, quiero que tú y yo hablemos como si apenas nos conociéramos, como dos desconocidos.Abigail le mirò confusa, pero sonrió, tenìa sentido para ella.—Mañana es tu boda.Denver hundió la cabeza, y asintió despacio.—¿Mandy sabe qué estás aquí?—Sì, no tengo secretos con ella, la conocí en un momento vulnerable, ambos estábamos muy heridos, hemos salido juntos con la misma fortaleza.—¿La amas? Es obvio no…—Es un amor de amigos, solo un amor bonito.Abigail sintió que sus palabras encajaban un puñal en su corazón; era peor que sentir sus humillaciones.«Aún amo a quien escribió esas cartas, y hoy Denver se parece tan
El beso fue apremiando como agua, ardiendo a fuego lento; sintió su lengua adentrarse, ávida para acariciar la suya.Las manos de Denver aferradas a su cintura.Quería detenerlo. Debía detenerlo, pero cuando el beso se detuvo y abrió los ojos, esa mirada la dominó, ya no pensaba con claridad, estaba hechizada por el hombre que ahora mismo se quitaba la camisa.—Denver, yo…Él siseó, puso su dedo sobre sus labios.—No digas nada, solo déjate amar. Llevo soñando con esto, tanto tiempo. Si quieres romper mi corazón, solo di que nunca me amaste, solo dime que te irás, entonces estaré como cuando me dejaste, roto, pero si me amas, incluso un poquito, repárame con tus besos.Sus manos envolvieron su cintura, no fue capaz de decirle nada. Sus labios tomaron posesión de los suyos, esta vez con pasión y ardor. La ambición de sus caricias incrementó, ella tuvo miedo, pero se sentía tan bien para estar mal.Besó su cuello, y la sensación refrescante golpeó su mente. Él descendió los tirantes de