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Betty sintió la mano de Bradley tomarla. —¿Me concedes esta pieza de baile? Ella sonrió, asintió. Fueron a la pista, bailaron con gracia y soltura, eran solo ellos dos, incluso si la pista estaba repleta; a ella le gustaban los ojos de Bradley, tenían un color que le recordaban a las olas del mar, y su sonrisa, ¡oh, su sonrisa! Era tan dulce y seductora, que sentía que podía derretirse ante ella. El baile finalizó, detrás de Bradley vio a ese hombre, aunque quiso evitarlo, sintió una opresión en su pecho. Ashton estaba ahí de la mano de Clarisse, cuando Bradley se giró a ver, esbozó una sonrisa cínica. —Este hombre es detestable —sentenció Bradley. De pronto, la mayoría de las personas ahí miraron sus teléfonos, hicieron gestos, como si estuvieran conmovidos por algo, luego miraron a la pareja con ojos severos. —¿Qué pasa…? —murmuró Betty con angustia —Son tan descarados, se atrevieron a venir juntos, cuando son unos traidores —rumorearon dos mujeres. Betty y Bradley se mirar
Hank bajó del auto, miró a todos lados, estaba realmente asustado. Llamó a Emerson, pero él no respondió. *** Anya corría por una calle, lejos de ahí, no le importaba que era la medianoche, tampoco que no conocía esos rumbos. No tenía a donde ir, pero algo estaba roto en su corazón, algo estallaba en su alma; era una furia, era un dolor, humillación y tristeza, solo quería llorar, que nadie la viera, solo quería escapar. Miró atrás las luces cegadoras de un auto, corrió de nuevo, parecía una loca, pero poco le importaba, si era Emerson quería huir de èl. Luego caminó despacio, si era él, al menos quería hablar, quería reclamar, quería luchar, se detuvo un segundo, las luces se apagaron, estaba al lado de un puente peatonal, escuchó los pasos, pensó que era Emerson. Las lágrimas rodaron, cuando lo sintió muy cerca, estuvo a punto de girar, sintió un fuerte golpe en la cabeza. Lanzó un quejido, pero cayó al suelo, tocó su cabeza que dolía, había sangre, cerró los ojos, el mareo nu
Emerson llamó a Beatriz, cuando ella escuchó la llamada y respondió, se sorprendió de sus palabras. —¡¿Cómo es que no sabes dónde está Anya?! ¿Es que pelearon? Dime, Emerson, ¿Dónde está? ¿Qué le hiciste? —estalló rabiosa —Lo siento, Betty, no tengo tiempo para discusiones burdas, ahora solo me interesa localizar a Anya. Emerson colgó la llamada. Betty lo maldijo entre dientes. —¿Qué pasa? —Emerson no encuentra a Anya, tengo miedo de que algo malo haya pasado por mi culpa, Bradley, las cosas que dije. Él siseó. —Esto es culpa de Emerson, Anya estará bien, más vale que Emerson asuma sus acciones, él decidió casarse con Anya, dijo que era su hermanastra, que quería a una mujer que nunca lo traicionara, ¿no? Bueno, debió pensar en no dañar a Anya, su actuación es cobarde, se lo diré en cuanto lo vea. Betty asintió. Él acunó su rostro, estaban en el salón principal. —No quiero que te culpes por cosas que no son tu responsabilidad. Betty, ¿Quieres ir con la terapeuta que yo voy? E
Emerson no pudo hacer nada, vio como ese hombre subía a Anya a su alcoba. Hank solo hundió la mirada. Emerson pidió a Hank que llamara a la policía y dijera que su esposa ya estaba en casa. Subió a toda prisa la escalera. Encontró al hombre sentado en la cama, frente a Anya. —Gracias por salvarme, Dennis. —Piensa en lo que te dije, soy tu incondicional, estaré contigo siempre, Anya, solo quiero verte feliz, lo mereces. Anya sonrió, alcanzó a ver a Emerson ahí, como una sombra en el umbral de la puerta. Ella acarició el rostro de Dennis, solo un ligero roce en sus mejillas, que lo llevó casi a la gloria, él era como un gatito que se estremecía con una caricia. Emerson apretó sus puños con rabia, sintió que se quemaba por dentro. Entró. —¡¿Interrumpo?! —su voz casi era un grito. Anya detuvo la caricia —Gracias, Dennis, nos vemos mañana. Él se levantó, se alejó, miró a Emerson a los ojos. —Bien, debo irme, no me agradezcas mucho, yo todo lo hago por Anya. Dennis siguió el
Emerson bebía en su despacho, tenía ojos rojos, y un semblante derrotado. Hank entró ahí y lo observó. —¿Estás bien? —Quiere el divorcio —dijo con una voz débil—. Mi Anya quiere el divorcio, quiere dejarme. Bebió todo su vaso de whisky, Hank se acercó a èl. —Bueno, la has dejado abandonada a medio camino, ¿Qué esperabas? —No quería hacerlo, pensé que el bebé moriría. —¿Y si no es tuyo, Emerson? Él arrugó el ceño. —Es mi hijo, y si no lo fuera, mataré a Bianca con mis propias manos. Hank sintió escalofríos. —Si Anya quiere irse, debes dejarla ir, alguna vez dijiste que anhelabas su felicidad, ¿no? Entonces, déjala ser feliz, incluso si no es contigo. Las manos de Emerson se volvieron un puño. —No puedo, ¡no puedo! No quiero, no soporto la idea de verla en brazos de otro, no soporto que esté lejos de mí. —¿Y por qué, Emerson? Hace unos días dijiste que no la amabas, ¿ahora vas a cambiar de opinión? Debes decidir que sientes por Anya, debes decidir si quieres salvar tu matr
Hannah colgó la llamada, al instante llamó a Emerson, él respondió enseguida. —Hola, Hannah, me alegra que me llames, quería disculparme contigo y quiero invitarte a cenar para hacerlo. —¡No me interesan tus estúpidas disculpas! ¿Así que terminaste por romper el corazón de mi hija? Se los advertí, sabía que llegarían aquí, prometiste cuidarla, no solo como una hermana, ahora como tu mujer, y mira lo que has hecho, Emerson, resultaste igual que tu padre, ¿no? Porque él me engaña, ahora él quiere enlodar mi reputación para divorciarse sin perder su fortuna, pues no; puedes romper el corazón de Anya, porque su corazón es puro, pero el mío es de acero, te aseguro que tu padre saldrá lastimado, no yo, y no quiero volver a hablarte, me has decepcionado tanto, si no tengo que verte por el resto de mi vida, seré feliz. —Hannah, por favor, escúchame, las cosas no son así, Bianca está embarazada, pero yo solo me haré cargo de ese bebé, que fue engendrado antes de mi boda con Anya, yo nunca e
—¡¿Qué hiciste, Ruby?! La mujer soltó aquel cenicero, lo hizo añicos en el suelo, temblaba de miedo y cayó de rodillas. —¡No sé por qué lo hice! Tengo mucho miedo, fue un accidente, ¡Ayúdame, Bill, no me dejes ir a prisión! Bill se acercó con lentitud a Hannah, movió su cuerpo, lo giró, y vio esos ojos tan abiertos, sin brillo, sin vida. El hombre retrocedió asustado. —¡Dios mío! ¡¿Qué has hecho?! ¡Ella está muerta! Ruby Lang comenzó a chillar sin control. —¡Yo no quería…! ¡Fue un impulso! —¡Cállate, m*****a sea! Cállate. El hombre miró a todos lados, vio la mesa de mármol enfrente. Entonces, tuvo una gran idea. Se acercó a Hannah, comprobó que ella no tenía latidos, cerró sus ojos, y la arrastró hacia la mesa, puso su nuca contra el mármol, haciendo que este se ensuciara de su sangre, luego la puso a un lado. Tomó el arma con que fue herida y la envolvió con un pañuelo. —¡La criada! Llámala. —¡Christine! La mujer que grababa todo desde la planta alta, escondió su móvil,
—¿Qué? —¿Qué es lo que pasa, Emerson? —exclamó Anya al ver su rostro volverse casi trágico. —¿Estás seguro? —preguntó Hank El hombre asintió. Emerson no podía creerlo, tomó el brazo de Anya, ella luchó. —Debemos ir a un lugar, ahora no pelees, te lo suplicó —dijo Anya le mirò extrañada, se liberó de su agarre. —¿Qué pasa? —Debemos ir al hospital. —¿Al hospital? ¿Qué pasó? —exclamó Anya desesperada, mirándolos, ellos no decían nada—. ¿Le pasó algo a mi madre? —¡Ay, Anya! Por favor… —dijo el hombre con voz temblorosa, abrazándose a ella con fuerzas—. Te cuidaré, debes ser fuerte, por favor… te lo suplico. Anya sintió un gran miedo de sus palabras. —¡Emerson! —Anya lo empujó—. ¡¿Qué le pasó a mi madre?! —gritó con angustia. Emerson solo hundió la mirada, no tenía el valor. —Lo siento mucho, señora Anya, el señor Bill dijo que… su madre falleció hace un momento. Los ojos de Anya se abrieron desconcertados, Emerson la abrazó. Anya manoteó, pero él no la soltó. —¡Mamá, no! —