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Denver y Mandy llegaron al departamento. Ella estaba viviendo con èl aún. Denver llegó al salón, tomó una copa de vino y bebió. Mandy se sentó justo frente a èl, también bebió una copa. —¿Cuál es tu plan a futuro, Denver? Denver mirò sus ojos. —Bueno, en realidad, tengo un plan en mente, pero es un plan cruel. Mandy le mirò con duda. —¿Y cuál es? ¿Puedo saberlo? Denver sonrió y asintió. —Voy a vengarme. —¿Vengarte? —exclamó la chica con duda—. ¿De quién? —La familia donde crecí, ellos hicieron de mi vida un infierno, y hay una mujer. Ella me dejó plantado en el altar, se burló, me traicionó; también pagará por el daño que me hizo. Mandy observó sus ojos oscurecidos por la rabia. —¿Y qué harás? Denver sonrió. —Ya verás, pronto lo sabrás —Denver, quiso olvidar ese tema, mirò sus ojos, cambió de tema—. ¿Y tú? ¿Qué quieres hacer a partir de ahora? Mandy titubeó. —No sé… debería irme, sé que he abusado de tu generosidad. Denver negó, sonrió con suavidad. —No digas eso, M
—¡¿Dónde estás, Ruby?! —Si quieres volver a ver a tu hermana, debes darme mucho dinero, Emerson. —Lo haré, estoy dispuesto a darte dinero, pero no le hagas daño a una pequeña inocente, por favor —dijo con voz suplicante. Anya lo miraba con temor. Ruby le dio la información de donde encontrarla. —Te lo advierto: si llegas con la policía, lanzaré a la niña al río. La mujer colgó. Emerson mirò los ojos de Anya. —¡Es una mujer loca y perversa! Voy a enviarla a prisión, te lo juro, pagará por lo que hizo a Hannah. Anya tenía ojos llenos de lágrimas, y Emerson la abrazó. —Emerson, ¿qué vas a hacer? Esa mujer es una demente, puede hacerte daño. —No lo hará, mi amor, confía en mí. Al día siguiente. Emerson llamó a Denver, le explicó al respecto y le pidió que lo acompañara. La policía estaba informada. Denver aceptó ir con èl. Antes de irse, Anya abrazó a Emerson. —Por favor, Emerson, debes cuidarte. Emerson se fue y Anya recibió la llamada de Betty, quien le dijo todo lo q
Denver tocó su hombro, tenía una herida que dolía como el infierno, pero supo que no era tan grave. Los policías apuntaron contra la mujer. —Baje el arma o dispararemos. Ruby miró alrededor, sabía que estaba perdida. —¡Malditos! —bramó como una fiera herida. Al final, terminó por bajar la pistola o sabía que podía encontrar un peor final. Un policía se acercó a ella, y fue arrestada. Pronto fue llevada hasta la comisaría. Emerson dio a la niña a una policía, y corrió a ver cómo estaba su hermano. La ambulancia había llegado y pronto los paramédicos lo auxiliaron, llevándolo hasta el hospital. Emerson fue con èl, junto con la policía y la bebé. *** En el hospital. Apenas se enteraron, Anya, Betty y Bradley fueron hasta ahí. Sin embargo, los primeros en llegar fueron Hank y Holly. Hank estaba tan asustado, la idea de perder al hijo que apenas acababa de recuperar asaltaba en su conciencia, aunque Emerson le juró que la herida de Denver era superficial. Cuando el doctor ap
Betty y Bradley salieron del hospital y contaron a Anya y a Emerson la buena nueva. Ellos estaban sorprendidos, pero realmente felices por sus amigos. —Vaya, ustedes ahora tendrán una guardería —dijo Emerson—. Anya, debemos igualarlos. Anya le mirò confusa, pero luego rio. —¿saben? Esto es como un milagro inesperado, realmente creo que hemos sido bendecidos por todo lo malo que hayamos pasado —dijo Betty Bradley no pudo estar más de acuerdo. *** Anya y Emerson llegaron a casa. El abogado de Emerson los llamó más tarde, y les informó que la familia de Ruby Lang quería pelear por la custodia de la niña, solo esperaban la prueba de ADN. Emerson estuvo de acuerdo en dársela, pensó que no podrían cuidar a la hija de la mujer que asesinó a Hannah. Eso solo provocaría dolor en la familia. Emerson no estaba dispuesto a asumir ese dilema, solo quería que Anya y su hija estuvieran felices a su lado. Sin embargo, prometió que, si la prueba de ADN saldría positiva, iba a otorgar dinero p
Una semana después. Emerson y Denver estaba en el salón, èl estaba de visita. Cargaba a Sienna, sonreía. —Es muy hermosa. —Lo sé, y dime, ¿qué hay entre tú y Mandy? —Nada, nos estamos conociendo, eso es todo, no seas tan entrometido. Emerson sonrió. —Vamos, quiero que mi hermanito sea feliz, que se case y tenga hijos, ¿Es mucho pedir? —Para ti es fácil, tuviste suerte de que una buena mujer te amara, por encima del bien y del mal, yo nunca tendré tu suerte. —No seas amargado, el amor se puede encontrar si tienes un poco de fe, pero, la verdad, es que yo tengo el tesoro del mundo en mis brazos. Anya y Mandy volvieron con un platillo de bocadillos recién horneados. —¿Qué tesoro? El hombre sonrió, cargó a su mujer en su regazo. —Hablo de que yo tengo la mayor de las suertes del mundo, porque te tengo a ti, eso digo. Anya se puso roja al instante en que lo escuchó, èl le dio un dulce beso. —¿Y qué hay de ustedes? No quiero ejercer presión, pero hacen una hermosa pareja. Man
Emerson llegó a la casa por la noche. Era tarde, y se sentía desolado. Ver a su padre hundirse en prisión, ver cómo todo lo había perdido le causaba dolor. Después de todo, ese hombre era su padre. Cuando llegó a la alcoba, observó a su esposa dormida. Solo verla hizo que su estado de ánimo cambiara, ahora Anya tenía el poder de hacerlo feliz. Se recostó a su lado, la abrazó y la acercò a su pecho. Ella despertó enseguida. —¿Estás bien? Volviste tarde… —Anduve vagando, lo siento, no me sentía bien. Anya lo entendía. Besó su frente con ternura. —Te amo, estoy aquí, por favor, puedes apoyarte en mì, siempre estaré para cuidarte y consolarte, Emerson. Él sonrió. —No te merezco, Anya, eres tan buena y perfecta, que no te merezco, pero lucharé por merecer, aunque sea un poco de tu amor, tú eres mi cielo. Ella acarició su rostro, besó sus labios. —Te amo, Emerson, mereces mi amor, mereces todo el amor en esta vida, no debes olvidarlo. Por cierto, mañana iré a la tumba de mamá,
Betty estaba recostada en la cama, los bebés estaban en una cuna doble, justo a un lado de ella. Cuando Bradley llegó, se decepcionó de ver que su esposa no disfrutaría del pastel de vainilla que le había traído. Era su antojo especial, pero sonrió. Verla dormida de esa forma era tierno. Observó a sus hijos. Sintió su corazón cálido. «Por fin tengo a la familia que soñé, hijos maravillosos, y la mujer que amo, un nuevo bebé en camino.» Si esto no es la felicidad, Dios mío, ¿qué más puede ser? Estoy tan agradecido», pensó. Bradley se recostó en la cama. Su esposa despertó al instante. —¡Oh, me quedé dormida, Bradley! Lo siento. Él sonrió, besó sus labios. —No importa, mi esposa puede dormir en paz, su esposo va a velar siempre por sus sueños. Ella acarició su rostro. —¿Por qué eres tan bueno? ¿Qué hice para merecer al hombre más bueno del mundo? —Existir y enamorarme, eso hiciste, y te amo, Betty, me haces feliz. Ella se recostó sobre su pecho, luego, se quedaron dormidos.
Dennis Franco llevó a Anya hasta su casa, la cargó y la llevó a su habitación. Vivía solo, y ella estaba demasiado drogada y sumisa para poder evitarlo. Jamás creyó que su plan resultara perfecto, pero ahora estaba ahí. La cargó en sus brazos, y la recostó en la cama, admiró su figura, recordó aquella vez, cuando la mujer estuvo a su mereced y pudo tenerla. Pero, en aquel momento, pensó que si esperaba, ella se divorciaría y se enamoraría de èl, nada más lejos de la realidad. Dennis no tenía esperanzas del amor de Anya. —Inclusive si no me amas por las buenas, me amarás por las malas. El hombre abrió su vestido, y lo deslizó, hasta dejarla en ropa interior, sonrió al verla, su corazón latió, tomó su teléfono, tomó varias fotografías, se acercò a ella, besó sus labios y fotografía ese momento. Se alejó, intentó tocar su virilidad, pero descubrió con horror lo apagado que estaba. Luchó frenéticamente por despertar a su hombría; era inútil. Dennis se maldijo entre dientes, sus ojo