POV : Tercera Persona A la mañana siguiente, Tatiana se despertó antes del amanecer. Se había instalado en la mansión de los Won por orden de Cedric. Si iba a ser la esposa de Axel, debía comportarse como tal desde ahora.Se vistió con un conjunto impecable y bajó a desayunar, encontrando a Cedric esperándola en el comedor.—Espero que todo esté avanzando según lo planeado —dijo él, sin apartar la vista del periódico.Tatiana tomó asiento con una sonrisa calculada.—Por supuesto. La iglesia está reservada, el banquete confirmado y las invitaciones enviadas.Cedric asintió, satisfecho.—No podemos permitir que nada se interponga en este matrimonio.Tatiana bebió un sorbo de su café, saboreando la victoria.—Nada lo hará.---El resto del día transcurrió en una vorágine de preparativos. Tatiana supervisó la prueba del vestido, las flores, la música y el menú. Quería que todo fuera impecable. No solo porque era la boda que siempre había deseado, sino porque debía demostrar que su lugar
El aire fresco de la tarde me golpeó el rostro en cuanto crucé las puertas del hospital. Sentí un escalofrío recorrerme la piel, pero no sabía si era por el clima o por la incertidumbre que me carcomía por dentro.Eliot caminaba a mi lado en silencio, con una mano en la parte baja de mi espalda, guiándome con una delicadeza que contrastaba con la tormenta que ardía en mis pensamientos. Subimos a su auto sin prisa, y él esperó a que estuviera cómoda antes de arrancar.—Voy a llevarte a mi departamento por ahora —dijo mientras salíamos del estacionamiento—. No quiero que estés sola.Asentí sin ganas, mirando las calles pasar a través de la ventana. La ciudad parecía seguir su curso como si nada hubiera cambiado, como si mi mundo no se estuviera derrumbando.—¿En qué piensas? —preguntó Eliot tras varios minutos de silencio.—En lo que voy a hacer —respondí con la voz apagada.Él suspiró, como si hubiera esperado esa respuesta.—Carolina… hay algo que no te dije antes —comenzó, con ese to
La iglesia estaba llena de flores blancas, el aire denso de perfume y esperanza, pero mi mente estaba lejos, atrapada en la tormenta de emociones que se agolpaban dentro de mí. Eliot había insistido en acompañarme hasta el último momento , su presencia me daba una extraña sensación de seguridad, de que al menos no estaría completamente sola en ese lugar que tanto me dolía.Al llegar, me dirigí a mi asiento en la primera fila, justo frente al altar. No quería pensar en lo que representaba ese lugar, ni en lo que significaba estar allí. Mis ojos se encontraron con los de Axel, y por un momento el mundo se desvaneció a su alrededor. A pesar de estar vestido con su impecable traje de boda, con el rostro radiante de una calma que solo los hombres seguros de lo que hacen pueden proyectar, yo podía ver la angustia detrás de su mirada.El dolor en mi pecho creció al ver esa expresión. Nuestros ojos se encontraron por un segundo, y algo pasó en ese espacio entre nosotros. Fue como si el tiemp
La recepción estaba en su punto álgido. La música vibraba en el aire, las copas chocaban en brindis constantes, y las risas resonaban por el salón iluminado con luces doradas. Tatiana sonreía, con la felicidad reflejada en cada uno de sus gestos. Su vestido blanco resplandecía bajo las lámparas de cristal, y en su mano, la copa de champagne no dejaba de elevarse para recibir las felicitaciones de los invitados.Axel, en cambio, parecía estar en otro mundo. Su expresión era sombría, y aunque forzaba una sonrisa cuando alguien le dirigía la palabra, su mirada se desviaba continuamente hacia un punto en la sala. O más bien, hacia una persona: Carolina.Carolina, acompañada de Eliot, mantenía una expresión imperturbable. Su sonrisa era cortés, pero sus ojos reflejaban el vacío de alguien que solo estaba presente en cuerpo, no en alma. Eliot, atento, parecía notar su incomodidad y se inclinó ligeramente hacia ella.—¿Estás bien? —preguntó en un tono lo suficientemente bajo como para que so
Carolina y Eliot salieron de la recepcion en silencio. La noche era fresca, pero ella sentía que apenas podía respirar. Eliot encendió el auto y lo puso en movimiento sin decir palabra. La ciudad pasaba en destellos de luces y sombras, pero Carolina apenas la notaba. Su mente estaba atrapada en un torbellino de emociones, entre el dolor, la confusión y una rabia contenida que amenazaba con consumirla.El silencio en el auto se hizo denso, incómodo. Eliot parecía concentrado en el camino, pero había algo en su postura, en la forma en que apretaba el volante, que indicaba que estaba a punto de decir algo importante. Carolina cerró los ojos por un momento, tratando de calmar el caos en su interior.De pronto, el auto se detuvo de golpe. Los cláxones de los autos detrás de ellos sonaron con impaciencia, pero Eliot no se movió. En su lugar, tomó la mano de Carolina con firmeza y la miró con seriedad.—Carolina, no quiero esperar. Vamos al registro civil. Casémonos en secreto.Ella parpadeó
La recepción continuó sin Carolina y Eliot , la música seguía envolviendo el salón, pero para Axel era solo un murmullo lejano, como el eco de algo que había perdido sentido. Tomado del brazo de Tatiana, posó para las últimas fotografías, brindó con los familiares, y se dejó arrastrar por la euforia ajena mientras su corazón permanecía estancado en otro lugar… con otra persona.Finalmente, la limusina los condujo al hotel reservado para su noche de bodas. Un lugar exclusivo, con ventanales enormes que daban a la ciudad iluminada, y un silencio lujoso que lo envolvía todo. Al llegar a la suite nupcial, una habitación adornada con pétalos de rosa, velas aromáticas y suaves luces ámbar los recibió con una atmósfera de cuento de hadas.Axel se detuvo en el umbral, observando la decoración con una expresión impasible. Sus ojos recorrieron la cama perfectamente tendida, el champagne enfriándose en la cubeta de plata, y los pétalos que formaban un corazón en el centro del colchón. Suspiró co
Eliot entrelazó sus dedos con los de Carolina mientras salían del registro civil. El frío de la noche les recibió con una brisa suave, arrastrando el murmullo lejano del tráfico y el eco de sus pasos sobre el concreto húmedo. La mano de Eliot, cálida y firme, contrastaba con la de Carolina, que se sentía helada, casi inerte. El silencio entre ellos era espeso, como si el mundo contuviera la respiración ante lo que acababa de ocurrir. Justo al cruzar la puerta principal del edificio, Eliot se detuvo repentinamente. Carolina parpadeó, apenas alcanzando a girarse hacia él, cuando sin previo aviso él la atrajo hacia sí, rodeándola con ambos brazos y la besó. Fue un beso sorpresivo, cargado de emoción, pero también de posesividad. Los labios de él encontraron los suyos con urgencia, con el fervor de quien ha esperado demasiado para reclamar lo que cree suyo. Carolina se quedó rígida al principio, desconcertada, sin saber cómo reaccionar. Finalmente, apenas logró corresponder, más por in
POV : Carolina Langford El aroma del ajo dorado en aceite se mezclaba con el de las hierbas frescas que Eliot acababa de picar. Lo observaba en silencio desde el marco de la puerta, con los brazos cruzados, mientras él se movía con soltura por la pequeña cocina, como si ese espacio fuera una extensión natural de su cuerpo. De vez en cuando, giraba la cabeza hacia mí. No decía nada, pero sus ojos, suaves y oscuros, me dedicaban una mirada que me desarmaba por completo. En cada gesto, en cada vuelta de cuchara, había una ternura silenciosa que me hacía sentir, por un momento, a salvo del mundo.Nos sentamos a comer en la pequeña mesa del comedor, casi en silencio, compartiendo una intimidad que no necesitaba palabras. La luz cálida de la lámpara colgante caía sobre los platos humeantes. Estaba a punto de decir algo—cuando un estruendo feroz hizo temblar la puerta.—¡Carolina! ¡Sal ahora de ahí o tiraré la puerta abajo! —rugió una voz que conocía demasiado bien.Mi cuerpo se tensó, el t