Fue una mañana tranquila para Sara, ayudó a los mellizos a vestirse para la escuela, les dio un fuerte abrazo y un beso. Cuando la encargada de llevarlos a la escuela los recogió, no preguntó por qué Mael llevaba la corbata de Emiliano en su mochila, pero extrañamente aquello le alegró en el fondo, sabía que el niño necesitaba a su padre, ella lo sabía y le aterrorizaba que fuera tan terco como él, pero el niño comenzaba a ceder. Emiliano Parecía que podría llegar a ser un buen padre. Sofía se fue un poco más tarde de lo normal, según no tenía clase la primera hora, Así que cuando Sara salió hacia Casa Monter, se fue extrañamente feliz a pesar de lo que pasaba, de que Emiliano hubiese regresado a su vida y de que tuviera que compartir ahora sus hijos, se sintió extrañamente conforme, tenía un buen empleo, un buen pago, sus hijos estaban extrañamente felices. El remordimiento por habérselos ocultado a Emiliano comenzaba a desaparecer poco a poco, Parecía que las cosas comenzaban a enc
Sara ni siquiera había terminado de perder las fuertes emociones que había sentido con Luna hacia un minuto y ya otra nueva gama de emociones la embargada, se sintió incómoda y sucia por alguna extraña razón. Caminó hacia el asiento frente a su escritorio donde Lara le indicaba que se sentara y ella obedeció en silencio, la mujer se sentó al otro lado del escritorio en el asiento del visitante y se quedó mirándola fijamente.— Ya dime lo que tengas que decir — le dijo Sara muy incómoda por la situación y el silencio de la pelirroja.— creo que solamente hay un tema que nosotras tenemos en común. Emiliano. Mira, te seré honesta — comenzó a contarle la mujer — como sabes, mi familia es socia minoritaria de casa Monter, Y aunque nuestras acciones en la empresa no son tantas, son lo suficiente como para desestabilizarla si disolviéramos la sociedad. Eso era lo que papá quería, pero yo no. La única condición de que nosotros nos quedáramos con la empresa era que ambas familias se unieran en
Sara todavía se sentía abrumada y estresada, casi que había amenazado a Luna de muerte y tenía todo el cuerpo tenso, la visita de Mario no hacía más que aumentar esa tensión que tenía en el cuerpo, estaba segura que si el hombre lanzaba su veneno ella saltaría del escritorio y lo apuñalaría con el lápiz que tenía en la mano, pero el hombre caminó pacientemente y se sentó frente al escritorio donde hacía un momento estaba sentada Lara.— vi que mi cuñada salió de esta oficina, ¿que estaban haciendo? ¿le estabas explicando cómo le gustaba a mi hermano en la cama? — Sara apretó el lápiz con fuerza en la mano, tuvo que hacer un esfuerzo enorme para no apuñalar con fuerza la mano de Mario que estaba sobre el el escritorio, luego se asustó a sí misma. ¿Cómo podía estar teniendo esos pensamientos tan aterradores de apuñalar y matar? Soltó el lápiz que rodó por el escritorio y cayó cómicamente al piso. Mario lo observó detenidamente, luego lo tomó inclinando sobre la silla y dejándolo frente
En el auto, Emiliano no pronunció ni una palabra, a Sara aquello le pareció extraño, normalmente siempre tenía un tema de conversación o algo que reclamar, pero en ese momento estaba distraído, pensativo.— ¿todo está bien? — le preguntó Sara y Emiliano se encogió de hombros.— yo no debería contarte estas cosas — Sara entendía que el hombre tal vez necesitaba desahogarse, ella tal vez era la menos indicada, Pero ¿quién más? — ¿Y a quién más podrías contarle?— bueno, ¿recuerdas a mi amigo? El que quería manosearte en mi noche de despedida de Soltero — Sara se cruzó de brazos.— Cómo olvidar a ese idiota.— A él le cuento todo, pero está en un viaje de negocios.— Bien, entonces Cuéntamelo a mí. Sé que puedo ser la menos indicada, pero tal vez hablar te funcione — Emiliano se lo pensó por un largo rato, y ya casi estaban en casa cuando al fin suspiró.— Lara y yo habíamos decidido intentarlo, ¿sabes? Nuestro matrimonio no era más que negocios, pero ella Vino hace días a mi oficina y
Emiliano salió de casa de Sara despidiéndose con rapidez, no sabía qué querría Lara, pero imaginó que no era nada bueno, la mujer No había tomado de la mejor manera que él hubiese ocultado a sus hijos, ellos ya habían decidido tener una relación, intentar tenerla, y aquello había fracturado algo que Emiliano ni siquiera sabía que estaba ahí. La mujer se sentía traicionada, esa noche, literalmente durmió en el sofá. Lo único que Emiliano tenía en mente en ese momento era encontrar al maldito paparazzi que había revelado la identidad de sus hijos y clavarlo en una pared con clavos de 10 pulgadas, Pero tenía qué sosegar sus emociones, tenía mucha presión y estrés encima, así que debía calmarse. La ciudad estaba extra extrañamente vacía esa noche y Emiliano condujo con precaución. Había algo en el ambiente que no le parecía correcto, era una sensación estremecedora, como un mal presentimiento, olor a muerte decía su abuelo, así que subió los vidrios de su auto y encendió el aire acondic
Sara tuvo un sueño intranquilo esa noche, soñó con ruido y sensaciones claustrofóbicas en una sensación extraña, no había nada más que oscuridad y aquellas percepciones que la atormentaron. Cuando despertó en la mañana la almohada, la cobija y las sábanas estaban empapadas en sudor, tenía la boca seca y los ojos se le pegaban al intentar abrirlos. Se bajó de la cama y antes de darse una ducha con agua muy fría metió todo a la lavadora. Su hermana Sofía preparaba a los niños para la escuela y cuando Jimena, la mujer rapada que llevaba los niños a la escuela llegó a casa, Sara se sentía extrañamente cansada, como si los sueños le hubieran arrancado la energía.Tomó el vaso de jugo de naranja y lo bebió de un solo trago completo, Jimena se quedó en la puerta, desde que había llegado había pasado un largo minuto en silencio ahí. Sara sabía que el primer acercamiento que habían tenido no había sido completamente amigable, pero era una mujer que sus niños comenzaban a apreciar bastante Y e
— Yo… lo siento — la adrenalina en su cuerpo comenzaba a ceder y el cansancio de la noche, más el tremendo susto que se había llevado Le trajeron una debilidad tan grande que tuvo que agarrarse de una de las paredes Para no caer — es que Jimena me dijo que te habían disparado, Así que salí corriendo hacia acá — Sara no miró a nadie al hablar, ni a Emiliano ni a Lara ni a nadie, se concentró en un punto fijo en la baldosa del suelo, sintiéndose estúpida. Todos habían visto el terrible desespero con el que ella había entrado al cuarto, la fuerza con la que había abrazado a Emiliano — lo siento, solo quería saber cómo estabas.— Pues la verdad estoy bien — comentó Emiliano. Sara sintió La Voz del hombre diferente, más calmada, casi como el Antiguo Emiliano — mi auto es blindado, así que los asesinos dispararon pero no lograron hacer nada, trataron de abrir las puertas pero no lo consiguieron. No les quedó de otra que irse, entonces llamé a una ambulancia y a la policía pero estoy bien so
Sara salió de su oficina cerrando la puerta con fuerza, aunque no era tarde, tampoco era muy temprano. Varias personas aún pululaban por los alrededores de la oficina, los ignoró, ignoró las miradas incómodas que depositaron en ella, tal vez era por el atentado de Emiliano O tal vez se habían dado cuenta de que ella había entrado al hospital como una loca. No le importó, últimamente comenzaba a importarle cada vez menos lo que pensaron los demás, Así que avanzó con paso decidido al ascensor y cuando las puertas Se abrieron y se introdujo rápido, presionó el botón del primer piso, pero un hombre alto en traje se coló justo antes de que las puertas se cerraran.Sara lo conocía, era el papá de Lara, Ezequiel Hidalgo. El hombre parecía extrañamente tonto. Cuando Sara estuvo casada con Emiliano, realmente no visitó muchas veces la empresa, Pero las pocas veces que lo hizo Pudo notar que el hombre no era más que aparte de un accionista minoritario, un eslabón que se dejaba llevar por la cor