— Yo… lo siento — la adrenalina en su cuerpo comenzaba a ceder y el cansancio de la noche, más el tremendo susto que se había llevado Le trajeron una debilidad tan grande que tuvo que agarrarse de una de las paredes Para no caer — es que Jimena me dijo que te habían disparado, Así que salí corriendo hacia acá — Sara no miró a nadie al hablar, ni a Emiliano ni a Lara ni a nadie, se concentró en un punto fijo en la baldosa del suelo, sintiéndose estúpida. Todos habían visto el terrible desespero con el que ella había entrado al cuarto, la fuerza con la que había abrazado a Emiliano — lo siento, solo quería saber cómo estabas.— Pues la verdad estoy bien — comentó Emiliano. Sara sintió La Voz del hombre diferente, más calmada, casi como el Antiguo Emiliano — mi auto es blindado, así que los asesinos dispararon pero no lograron hacer nada, trataron de abrir las puertas pero no lo consiguieron. No les quedó de otra que irse, entonces llamé a una ambulancia y a la policía pero estoy bien so
Sara salió de su oficina cerrando la puerta con fuerza, aunque no era tarde, tampoco era muy temprano. Varias personas aún pululaban por los alrededores de la oficina, los ignoró, ignoró las miradas incómodas que depositaron en ella, tal vez era por el atentado de Emiliano O tal vez se habían dado cuenta de que ella había entrado al hospital como una loca. No le importó, últimamente comenzaba a importarle cada vez menos lo que pensaron los demás, Así que avanzó con paso decidido al ascensor y cuando las puertas Se abrieron y se introdujo rápido, presionó el botón del primer piso, pero un hombre alto en traje se coló justo antes de que las puertas se cerraran.Sara lo conocía, era el papá de Lara, Ezequiel Hidalgo. El hombre parecía extrañamente tonto. Cuando Sara estuvo casada con Emiliano, realmente no visitó muchas veces la empresa, Pero las pocas veces que lo hizo Pudo notar que el hombre no era más que aparte de un accionista minoritario, un eslabón que se dejaba llevar por la cor
Emiliano se quedó contemplando a Sara por un largo rato Mientras ella encontraba las palabras con las que comenzaría dicha historia, pero lo cierto era que no encontraba qué decir o cómo empezar. Emiliano se me removió incómodo en el asiento observándola detenidamente, estaban tan cerca que el calor que producía el cuerpo del hombre comenzó a transferirse al de Sara y aquello la hizo sentir un poco más tranquila.— Estoy esperando — murmuró él, bajito, no quería presionarla, pero estaba desesperado. Sara pasó saliva.— cuando tu abuelo enfermó y decidió dejar la presidencia de Casa Monter, recuérdame Por qué no eligió a tu hermano Mario — Emiliano, sin entender muy bien A qué se refería, contestó encogiéndose de hombros.— Mario ve Casa Monter como un negocio, como uno de sus negocios lucrativos, creo que a palabras literales de mi abuelo, aún le faltaba ver el alma de la empresa. Yo era tan joven, ¿lo recuerdas? Como 23 años tenía cuando asumí el cargo. ¿lo recuerdas, Sara? — ella a
Emiliano se puso de pie y caminó por la sala, cojeaba un poco del lado derecho. La venda que cubría le herida en su cabeza estaba un poco zafada, los puños del hombre fuertemente apretados.— No puedo creer que te hubieras ido Por eso, De verdad No puedo creerlo.— ¿Entonces qué querías que hiciera? También lo hice para protegerte — lo riñó sara, pero lo último que quería en ese momento era pelear — si yo te contaba la verdad, dime si no lo hubieras enfrentado… tal vez lo hubieras matado, o él te hubiera matado a ti, yo no podía cargar en mi conciencia que dos hermanos murieran por mi culpa, pensé que podría enfrentar esto contigo, pero cuando llegué a casa y te vi con esa perra, supe que estaba sola. No tenía que aguantar todo este sufrimiento, Así que me fui — Emiliano caminó hasta la pared y recostó la frente en ella, se veía descolocado, ansioso. Sara temió que haberle contado todo aquello después del accidente de una forma tan reciente y tan brusca, pudiera traerle consecuencias
Sara se quedó paralizada al sentir los labios de Emiliano contra los suyos, la calidez de su boca. No pensó muy bien lo que sucedió a continuación, simplemente se dejó llevar, abrió la boca para darle entrada al hombre y las anchas manos de él le acariciaron la espalda.¿hacia Cuántos años no lo besaban? Se preguntó. ¿Cuántas veces había imaginado volver a sentir sus labios contra los suyos? La textura de su Barba, la suavidad de su lengua, la fuerza de sus brazos apretándolo apretándola contra él. los dedos de Sara se enredaron en el cabello del hombre, lo apretó con fuerza atrayéndolo más hacia ella, deseosa, sedienta de su saliva, de su calor. Abrió la boca y permitió que la lengua del hombre le explorara la suya, fue imposible para ella no dejar escapar un gemido de placer cuando la cálida mano del hombre se metió por debajo de su blusa y la careció la espalda. Era como lo recordaba, eran los suaves labios del hombre al que amaba. Hacía tanto tiempo que no perdía la cabeza y la
Sara sintió un extraño escalofrío que le recorrió el cuerpo, habían dañado la colección, la habían destruido por completo. Jirones de tela colgaban de los maniquíes, la pintura oscura en aceite cubría los pocos pedazos que aún quedaban servibles, el suelo estaba lleno de pisadas, de manchas. Las tijeras que hubieran utilizado para destruir las telas y hacían tiradas manchadas de pintura, el lugar era un desastre. Los ojos de Sara se llenaron de lágrimas, no era capaz de entender por qué había sucedido aquello, había trabajado tan duro en la nueva colección que el dolor que sintió se hizo casi físico. Dio dos pasos atrás, se recostó en el marco de la puerta y luego sollozó ahí un rato. Ya no tendría tiempo para hacer nuevamente la colección, ya no habría tiempo para nada más, había fracasado como la nueva diseñadora de Casa Monter, su primera colección y ni siquiera sería capaz de entregarla a tiempo. Se quedó ahí paralizada con los ojos aguados observando los diseños destruidos Has
Cuando Emiliano llegó a Casa Monter se encontró con una revolución, toda el área administrativa estaba hecha un caos.Cuando salió del elevador, casi se cae por pisar un trapeador manchado de pintura oscura, las secretarias estaban dispersas por todo el piso, despeinadas y con retazos de tela sobre los regazos. Maldijo la hora en que decidió levantarse tarde esa mañana, pero se sentía agotada, además el cuerpo le dolía por el accidente. Le habían dado varios días de incapacidad, pero Emiliano se sentía incapaz de pasar el día completo en casa, tenía que trabajar, además retrasar la colección era prácticamente imposible, Así que prefirió dejar, a las 10 de la mañana, de dar vueltas en la cama, darse una ducha de agua fría y salir hacia la oficina, pero no estaba preparado para encontrar lo que encontró. Con el bastón que le habían dado en el hospital avanzó por los pasillos, nadie parecía prestarle atención al presidente de la compañía, todos estaban sumidos en su propio caos, pero r
Sara contuvo el aliento por un largo rato, no quería ni debía hablar, estaban demasiado atrasados en el trabajo y la necesitaban, pero la mayoría estaban almorzando, Así que pensó que tal vez podría darle un minuto a la mujer. Pasó por un lado de Emiliano sin dirigirle la mirada, no quería ver en el rostro del hombre las emociones que estaba atravesando en ese momento, Así que simplemente caminó con la cabeza alta y salieron del lugar. Lara al caminó hacia la oficina de Emiliano y cuando ambas estaban juntas, solas, se formó un terrible silencio. Lara abrió la boca para decir algo, pero se cortó, la cerró y luego se volvió hacia la ventana, se quedó mirando el paisaje citadino un largo minuto mientras el silencio se hacía cada vez más pesado, hasta que de repente murmuró:— todo se rompió — Sara confundida se encogió de hombros y se sentó en el mueble apretando con fuerzas el cojín que había ahí. El gesto de Lara era Derrotado, por alguna extraña razón Sara sintió miedo.— ¿A qué te