¿Qué les parecieron los Brown? ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Qué le iba a decir Leandro a Clara? ¡Mañana nos seguimos leyendo! ¡Gracias por el apoyo!
La piel de mi mano me arde, pero no es lo único que arde con el toque de Leonel. También me arde el estómago y se lo doy a conocer atravesándolo con mi mirada. Él me dedica una sonrisa suave, después dirige sus ojos a su primo. Leandro por su parte carraspea y toma su cubierto.—Nada en especial. Es impactante y grato tenerte de nuevo con nosotros Clara — dice.—Gratísimo — alza su copa con vino Luciano.Quiero que Leonel me deje de tocar, y fuerzo mi mano para salirme de su toque. Pero, Leonel tiene vena de secuestrador porque no me permite moverla como quiero, la aprieta más y más.—¿Ese es el anillo de mamá? — pregunta curiosa y filosa Leah analizando mi mano — Pensé que habían hecho borrón y cuenta nueva. ¿O cómo es que fue? No debo ser la única confundida con tu reintegración a la familia.—Hija, es una joya que cedí a mi primer nieto en casarse. Habíamos discutido ya de esto — comenta Leonor.—Sí, a la esposa de tu nieto, no a tu hija, ya lo sabemos mamá, no hace falta repetirlo
El momento que nunca quise se hiciera realidad, está tomando vida de una manera desgarradora. Cierro con las fuerzas que no tengo el cierre de mi maleta sobre la cama, era la última maleta por armar en mi cuarto. Me las había ingeniado para meter en dos maletas grandes mi ropa, zapatos y demás objetos de uso personal para mi mudanza a la mansión Brown.Salgo de mi habitación para toparme entonces con mi triste sala vacía, únicamente llena de cajas de cartón apiladas. Había metido mis pocos electrodomésticos, adornos, utensilios en dichas cajas, con la esperanza de volver a usarlos en lo que mi acuerdo con Leonel terminase, por los momentos me los guardaría la señora Celia, puesto que pondría de nuevo en alquiler el anexo.Lo único que faltaba era supervisar a Sara en su habitación. Me asomo a esta y la veo luchando para que su bolso de viaje sea suficiente para contener sus peluches. No me lo parecía.—¿Qué tal si llevamos tus peluches en una bolsa aparte mi vida? Romperás el cierre s
He perdido la cuenta de las muchas veces que la mano de mi hija ha apretado la mía en nuestra entrada a la mansión Brown. Nuestra primera caminata por su interior tenía a Sara mirando de lado a lado impactada por lo que observaba, no la culpaba, esta casa era extravagante e impresionante. Las primeras veces que Leonor me invitó a su hogar, no paraba de pensar en lo mucho que se asemejaba a los palacios por dentro. No podía creer que alguien como yo, pudiese visitar un lugar así cuando quisiera. Para finalizar mi fantasía ilusa, que el palacio tuviese a su propio príncipe, Leonel, era todo lo que una ingenua como yo soñaba. En este presente, siendo obligada a volver a este lugar de viejos recuerdos, ya ha dejado de parecerme un palacio, me parece más bien esas casas lúgubres embrujadas o dignas de alguna escena de crimen. Y el que fue mi príncipe alguna vez, ese que estamos siguiendo, se asemeja más a un carcelero. Nuestra procesión termina, puesto que Leonel se detiene en una de las
Apenas llegue con mis maletas a la mansión Brown, y ya Leonor se había llevado a mi hija de paseo, Leah había lanzado sus comentarios imprudentes y Leonel no se cree mi recurso para despertar de la realidad. Me mira como si fuera una necia. Si lo soy es por su culpa, que no confié tanto en mí.—¿Podrías parar de hacer eso y acompañarme? — habla saliendo de la habitación.Le sigo con cuidado, supervisando que no haya moros en la costa. Leah parecía que había vuelto a su sarcófago. Si mal no recordaba, ella tenía su habitación y espacios favoritos en el segundo piso. A no ser que se haya cambiado de lugar, claro.—¿A dónde quieres que te acompañe? — camino a su mismo nivel ya.—Te daré un recorrido por la casa. Algunas cosas han cambiado — dice.—¿Y por qué me importaría saber qué ha cambiado aquí? No te preocupes por mí, me la pasaré en la habitación de Sara, comeremos en el comedor y luego a la calle. Ah y no te olvides, de las 8 horas de prisión en tu cama.Hablo por hablar sin enten
No es que sea cobarde, es que era estratégica. Y al Leonel estar a la hora en la que me quería acostar en la habitación de su abuela, eso lo utilicé como recurso para dormirme por “accidente” en la cama de mi hija. Tal vez oí a la medianoche llamando mi nombre, pero “no le escuché”, ni este hizo el intento por despertarme. Así había sobrevivido a mi primera noche bajo el dominio de los Brown. Faltaban cientos de noches más, sin embargo, no podía andar con negativismos. Mucho menos ahora que necesito mantener un buen semblante frente a Sarita. Verla más animada que anoche mientras come de su cereal, me anima. También me lo hace que el uniforme escolar de su nuevo colegio, le haya quedado a la perfección. Hoy era el gran día, su primer día de clases en este nuevo sitio. Había investigado de Nuestra Señora de Lourdes y era lo mejor de lo mejor de la ciudad. Esperaba que esta fuese una experiencia positiva y divertida para mi hija. Termino de tomarme mi café en la mesa de desayuno donde
Bueno, este matrimonio parecía sumamente prometedor.Ni dos días conviviendo teníamos y ya nuestra primera pelea había acontecido. Una por no querer que mi esposo me compre un auto último modelo. ¿Era estúpida por no aceptarlo? Que alguien me dijese algo que no supiese, y es que cada vez estaba más convencida de que Dios da pan al que no tiene dientes.Clara, la sin dientes me podrían llamar.En mi dilema interno me voy a la casa de la señora Celia, quien me recibe encantada de la vida. Aunque es notorio que no me esperaba en la puerta de su vivienda, no tan pronto, y ni bajándome de un taxi.—Clarita. ¿Qué haces por estos caminos de la vida?—Buscando lo que dejé atrás. He venido a desocupar tu garaje — comento en una sonrisa.—¿Dejaste tu carrito aquí? — dice sorprendida, parecía que no se acordaba de ello.—Sí es que el día de la mudanza, Leonel nos llevó en su auto y, no tenía ganas de conducir esa tarde sinceramente.—Pasa, pasa — me invita comprendiendo mi visita — ¿Quieres un c
Tras mil peinados, Sara por fin se siente cómoda con el que le he hecho ahora. Solo el pelo suelto y una diadema de lazo, ese es el que le termina de convencer. Las madres además de amor inagotable, tenían paciencia inagotable he de recordarme. Y esa misma paciencia era la que debía seguir exhibiendo en la cena que acontecería en pocos minutos.Mi hija se está apreciando en el espejo con su vestido rosa, y yo aplacando mi cabello con las manos. No podía tener la guardia baja esta noche, sería mi absoluto final.—¿Listas para comer? — esa es la primera línea que escucho decir a Leonel después de nuestra discusión.Está parado en la puerta. Cruzamos una breve mirada recelosa del otro. Aunque a él se le cae cuando Sara va hacia él.—¡Tengo mucha hambre! ¿Sabías que nada más el helado de chocolate me quita el hambre? — ofrece Sara mostrando su picardía.Leonel no se queda atrás le extiende la mano y saca de la habitación. No me queda más que seguirlos.—Qué raro, me enseñaron cuando estud
La cálida cena con los Brown había sido el precedente a un acontecimiento más terrible del que me había salvado anoche. Este era, dormir en la misma cama de Leonel Brown. Un evento humillante, peligroso y diría que asqueroso. Así que, veme aquí en el baño del susodicho subiendo hasta mi barbilla casi el cuello de mi suéter. Parezco un anuncio de ropa de invierno por la forma en la que estoy vestida, de pies a cabeza con la mayor cantidad de capas que pude encontrar. Mi meta era la de dejar la menor cantidad de piel al descubierto cerca de esa cosa. De esta manera, no entraría en contacto con su propia piel por accidente, o de querer tocarme por algún motivo maquiavélico, tendría que esforzarse por desenvolverme. Despertándome con ello y dándole su merecido. Salgo del baño para encontrármelo con su espalda recostada del espaldar de su cama. Está concentrado en su celular y diviso que en un pijama estándar. Es entonces cuando se da cuenta de que he salido, y se me queda mirando como un