Siempre entendía todo. Quizás demasiado comprensible. A cualquier cosa de Ana, me lanzaba a estar de acuerdo, aceptaba sin mas. Ana no me cuenta nada, lo entendía. Confiaba en que algún día se sintiera capaz de compartir, no solo buenos momentos, también los malos, yo quería estar ahi para ella, saber porque o de qué la consolaba. Ana tiene secretos, lo entendía. Ella iba entresacando de su vida lo que yo tenia que saber y lo que no. No se nada de la vida de Ana, de sus padres o lo que sea que ella quisiera decirme, lo entendía. No estaba obligada a decirme nada, pero ¿no e ahi donde entra la confianza? ¿Hasta donde podia ser comprensible? No estaba aquí porque dudara de Ana, cualquier duda que hubiera por ahí escondida, se había despejado después de que ella me dijera que sentía amor por mi, ya lo sabia, pero oírlo de sus labios era muy gratificante. Estaba aquí porque no confiaba
Habían pasado cinco días desde aquella lúgubre charla a mitad de la noche entre la confusa Ana y el destrozado Jamie, quien no entendía como era que Ana no era capaz de ver el daño que le hacia. Y ella, confusa por las emociones que salieron a relucir cuando Angelo tocó su cuello, nunca pensó que aquel simple acto haría tan desdichado a Jamie, pero tampoco pensó quedarse inmóvil ante el toque de Angelo; aquella parálisis no fue por miedo, su cuerpo solo se quedó a la espera de la sensación que la proximidad de Angelo le brindaba, trayendo a ella algunos recuerdos que consideraba perdidos, olvidados y ya sin importancia. Cuando los dos pensaban que al fin era una union definitiva, sin el “me voy” el “adiós” o el “terminemos”. Habían concluido varias veces cosas que ni si quiera empezaban del todo, era como si estar juntos fuera la tarea más difícil de todas. Jamie no quería volver a huir, sin importar como fueran las cosas de ahí en adelante, pe
Ana había contado todo por cuanto había pasado durante los últimos años a su madre, obviando algunas cosas que no eran necesarias para no mortificarla. Estaban encantados con su pequeño nieto, habían conocido a Jake y le agradecían por haber socorrido a su hija. Pero sus vidas tenían que seguir sus cursos, pero esta vez ya estaban en contacto. Angelo había pagado la deuda que tenia el señor Olsen sin que Ana lo supiera hasta ultima hora. Después de abandonar aquel lujoso hotel, ahora estaban en el aeropuerto. - ¿Segura que no quieres venirte con nosotros? - Es muy complicado hacer eso, mamá . La universidad, Tom, Jamie. - Jamie, no nos presentaste a ese muchacho. No te rindas, tu misma puedes salir de esa confusión sin hacer una locura. Angelo puede resultar un poco agobiante, no dejes que todo lo que le rodea influya en ti, eso si que puede acabar con ese chico y con lo que sientes por el, incluso contigo misma.
Condujo durante casi una hora y media. Intenté llamar a Angelo, pero no contestaba a su teléfono, de hecho ni sonaba. Después de un rato me volvió a llamar desde un numero oculto. - Ya estas cerca, en unos dos minutos el coche se detendrá. Yo no estoy allí, estoy un poco mas lejos. No te estreses, nos veremos. Ten un poco de paciencia. - Angelo todo esto es muy misterioso, no me gusta. – pero el colgó. El carro se detuvo justo en el tiempo que el dijo. - Puede bajar. – era la primera palabra que decía el chofer en todo el camino. Estaba en una especie de pista de aterrizaje o algo similar. No había nada a mi alrededor, mas que un hombre de pie junto a un jet privado, vestía un ¿esmoquin? De color negro. Y luego estaba el coche, el chofer y yo. Bajé del coche. Segundos des
No hice ningunas preguntas, típico de mi, me sentía como un completo estupido, un tonto y demasiado, realmente demasiado herido. Tenía aquella sensación que subía desde mi estomago y se plantaba en mi pecho, haciendo un hoyo en mi, se dividía y ponía aquel nudo en mi garganta, evitándome hablar, llorar o gritar. ¿Qué diablos iba hacer si ni si quiera podía desahogarme? Había ido a su casa, según las instrucciones de ella, tenia su pasaporte, un vuelo y un Jamie siempre incondicional ya iba en camino. ¿Qué mas podía pedir Ana? ¡Ah, si! Podía pedir un Angelo. Los pensamientos en mi mente volaban tan de prisa que era imposible hacerles caso a todos, en todos figuraban Ana y Angelo. Disfrutando de Hawai de sus sueños sin cumplir. Si yo mismo me torturaba… Cerré mis ojos en el avión, pero no podía tenerlos así, me imaginaba a Angelo besando su cuello. No podía estar, no estaba tranquilo.&
El cumpleaños de Tom era hoy. Se había levantado más temprano que nunca, hoy nos íbamos desde témpano para la casa de los Matthew. Habían pasado tres días desde lo sucedido con Angelo, lo primero que yo había hecho era llegar a casa y buscar la copia del contrato, tenia muchas cláusulas, era bastante largo y complejo. Casi imposible de violar, una cosa llevaba a la otra y era como un laberinto. Solo había encontrado un punto débil, aunque después de pensarlo un rato, dejó de ser un punto débil y se convirtió en un punto fuerte. Aquella noche Angelo dijo dos años, porque ya este estaba corriendo, pero realmente el contrato tenia una vigencia de tres años, a renovar luego que este terminara si ambas partes estaban de acuerdo. El punto débil, que realmente era un punto fuerte, consistía en que si yo estaba embarazada, este automáticamente entraba en pausa pero, aquí era donde se volvía solido e inquebrantable, tenia un año para la maternidad y des
Los padres de aquellos apuestos hermanos se habían retirado de la mesa, de pronto Jamie soltó la mano de Ana, no daba crédito a lo que había escuchado, de hecho, ni si quiera pensó que esas eran las palabras que su hermano iba a decir. ¿Cuántas veces Jake le había dicho que no sentía nada por Ana, que no la veía de esa manera? Muchas fueron las veces, siempre que Jamie creyó que había algo o que podía haberlo, se alejó, aun sintiéndose herido, se alejaba. ¡Pero Jake había dicho que no sentía nada por ella! Jamie estaba seguro de eso, era lo que su hermano había dicho. Cada vez que Jake se interponía, cada vez que le gritaba a la cara que Ana no lo quería, ¿no era por protegerlo? ¿No era para que no saliera lastimado? Había peleado tantas veces por Ana, por defender lo que los dos sentían. Pero ahora, cuando el obstáculo era su hermano, simplemente se les iban las fuerzas, ¿Cómo haría una lucha por una mujer contra su hermano? ¿Cómo era posible
Angelo Amato, había estado preparando una rigurosa agenda para Ana, tenia pensado unos lugares realmente increíbles para llevarla, lugares donde se tendría que hacer las foto y muy lejos de Jamie. Lo había dicho y lo iba a cumplir, vestiría a Ana y le mostraría el mundo, el mundo que los dos habían soñado con ver, para el seguía siendo su sueño, el sueño de los dos. Pero cuando estaba preparado para partir de Italia dentro de unos días, Ana había dejado un sobre para el en la empresa, sobre que inmediatamente el pidió que le mandaran hasta su oficina en Italia. Después de mirarlo durante varias horas, decidió abrirlo. Había una nota y una bolsa llena de dinero. “Gracias por pagar la deuda de mis padres, aquí te devuelvo todo lo que pagaste, de todos modos, muchísimas gracias.” Pero había algo mas en el sobre, justo en el fondo, algo fino y delgado. Aquello despertó más interés en e
Jake llevaba varios meses dandole seguimiento, pero aquella paciente, a pesar de todos sus intentos, seguía en estado crítico. Sin mejoría alguna. Se había sometido a tres operaciones en lo que iba del año y el no esta dispuesto a meterla en quirófano otra vez, no se arriesgaba. Eran las dos de la madrugada y el aun no iba a casa. Le costaba dejarla sola. La semana pasada lo habían llamado varias veces por una emergencia con ella a altas horas de la noche, por petición de el, quería encargarse de todo lo relacionado a ella a pesar de que no le correspondían esas cosas. Pertenecía a sus compañeros encargarse de los de menos riesgo o lo que resultaba muy común para personas con su problema. - Doctor Matthew. – dijo ella, con voz ronca y cansada. Cansada de seguir luchando por su vida. Aquella vida que no quería si todo lo que le restaba era así. -¿Qué hace aquí? - Viendo a mi paciente.- conte