Angelo Amato, había estado preparando una rigurosa agenda para Ana, tenia pensado unos lugares realmente increíbles para llevarla, lugares donde se tendría que hacer las foto y muy lejos de Jamie. Lo había dicho y lo iba a cumplir, vestiría a Ana y le mostraría el mundo, el mundo que los dos habían soñado con ver, para el seguía siendo su sueño, el sueño de los dos.
Pero cuando estaba preparado para partir de Italia dentro de unos días, Ana había dejado un sobre para el en la empresa, sobre que inmediatamente el pidió que le mandaran hasta su oficina en Italia. Después de mirarlo durante varias horas, decidió abrirlo. Había una nota y una bolsa llena de dinero. “Gracias por pagar la deuda de mis padres, aquí te devuelvo todo lo que pagaste, de todos modos, muchísimas gracias.” Pero había algo mas en el sobre, justo en el fondo, algo fino y delgado. Aquello despertó más interés en eJake llevaba varios meses dandole seguimiento, pero aquella paciente, a pesar de todos sus intentos, seguía en estado crítico. Sin mejoría alguna. Se había sometido a tres operaciones en lo que iba del año y el no esta dispuesto a meterla en quirófano otra vez, no se arriesgaba. Eran las dos de la madrugada y el aun no iba a casa. Le costaba dejarla sola. La semana pasada lo habían llamado varias veces por una emergencia con ella a altas horas de la noche, por petición de el, quería encargarse de todo lo relacionado a ella a pesar de que no le correspondían esas cosas. Pertenecía a sus compañeros encargarse de los de menos riesgo o lo que resultaba muy común para personas con su problema. - Doctor Matthew. – dijo ella, con voz ronca y cansada. Cansada de seguir luchando por su vida. Aquella vida que no quería si todo lo que le restaba era así. -¿Qué hace aquí? - Viendo a mi paciente.- conte
Portugal no le parecía un mal lugar, hablaba muy poco el idioma y no se sentía muy a gusto donde no tenia toda la facilidad para comunicarse, sin embargo, era allí donde estaba Elisa. Angelo Amato había conseguido la dirección de esta y a raíz de eso, su lugar de trabajo, tampoco podía abordarla y decirle que la necesitaba para destruir una relación, porque aunque fuera así, era seguro que ella no aceptaría. Pero en la zona de Algarve, más específicamente en Lagos, había un pequeño restaurante al lado de la playa, que aunque no era la gran cosa, hacían los mejores cócteles de esa zona. Brillaba por eso y por la hermosa vista que tenia de las playas del Mediterráneo, el ambiente era único. - ¿Hablas español?- preguntó a la hermosa barmade que estaba detrás de la barra, en la pequeña palapa apartada del restaurante, dedicada solo para los cócteles con una pequeña pista de baile y varios sillones alrededor de esta. Era muy temprano como para que h
Abrió sus ojos un poco hinchados, yo sostenía su mano, podía ver el miedo en su mirada, el asombro ante la situación. Quizás había pensado que ya no despertaba, ya que a eso era a lo que Lina le temía. No podía emitir sonido, estaba entubada, después de semanas de avances. ¡Y ahora pasaba esto! Un ataque cardíaco no le hacía nada bien, me ataba de mano solo a esperar y a ella la ponía en una situación peligrosa. - Estas bien, ya ha pasado. – sus ojos derramaban lagrimas y su mano apretó la mía. Me arrodillé junto a la cama y acaricié su cabello desordenado. Tenia que traer algo para atarlo. No entendía porque su familia nunca venía. Parecía abandonada aquí en el hospital sin recibir ninguna visita o tan siquiera poder levantarse de esa cama. - Doctor, creo que la directora lo solicita.- dijo Leslie, entrando a la habitación. - Dile que ahora no puedo ir. -
Parecía haberse quedado dormido junto a mi vientre, tenía el rostro muy relajado y la respiración acompasada. Pero su mano aún estaba sobre mi vientre, se sentía muy cálida y suave. No me imaginaba lo feliz que el estaría cuando el bebé naciera. Pero luego de eso, solo empezaba a contar el tiempo para volver a trabajar de modelo, ese no era el problema, sino Angelo. Pero parecía sumamente raro no tener noticas de él, me sentía como el león que espera pacientemente su presa. Solo que yo era la presa. Parte de mi tiempo se iba entre la universidad, el trabajo que hacía junto al profesor Pablo en su bufete de abogados para ayudar a las personas extranjeras que estaban en las calles, ya que como no estaba trabajando, me sobraba tiempo y la señora Matthew se encargaba de todo lo relacionado a la boda. - Jamie, ¿estas dormido?- pasé la mano por su pelo y el abrió los ojos. - No, solo estaba descansando un p
- ¿Estas seguro que no tienes trabajo hoy, papá? - Si, solo quiero que conozcas a una amiga, no recibe mucha visita, quería que la conocieras. – ya estábamos cerca de su habitación, solo que nos iban parando todo el camino para saludar al pequeño Tom, que ya de pequeño le quedaba poco. Iba a ser muy alto. – Su nombre es Lina. Este era mi fin de semana con Tom y después de pasar el sábado en un parque acuático al que el quería ir, hoy domingo tenía que estar de regreso, pues mi turno mañana empezaba muy temprano, pero yo vendría hoy en la noche, luego de cenar con ellos. Me pareció buena idea hacerle la visita a Lina, ya que le había hablado de él y aun no lo conocía, pero también para que tuviera una visita. - Buenas tardes. – Tom fue el primer en saludar. - Buenas tardes, Lina. Su corazón había reposado y ya le había realizado la pequeña inter
- Jamie. – coloqué la ropa sobre la cama, de modo que se viera la bandera. Su cabello húmedo reposaba sobre su frente y aún habían gotas de agua sobre su pecho desnudo, salió en calzoncillo. Seguía siendo tan atractivo como siempre. Pero no podía desconcentrarme.- Siéntate, por favor. Hay un tema del que tenemos que terminar de hablar. – intenté que mi expresión se relajara pero estaba muy tensa, no sabia como iría el rumbo de la conversación y eso me daba miedo. - ¿Has comprado ropa para el bebé?- se sentó a mi lado, tomó la ropa en sus manos. Debía de estar mirando todo el tiempo su rostro para ver sus expresiones. - La ha enviado Angelo, la empresa, pero ha sido el. Una caja completa con ropa de bebé, cada una de ellas con la bandera de Portugal. - Es un desgraciado y como esté perturbando tu paz, voy a ir a Italia y le voy romper su cara de estúpido como tuve que hacer aquella noche en Hawaii.&n
No se como podía no cansarme de mirarlo, aunque tampoco sabía como el no se cansaba de que lo estuviera mirando. ¿Cómo pude haber corrido con la suerte de tener un doctor tan apuesto? Pero que sea apuesto, eso era lo de menos. ¿Cómo pude correr con la suerte de tener un doctor tan atento? Desde el primer segundo que me volví su paciente y este tomó mi mano debilitada, calentándola con la suya, dándome las fuerzas y el apoyo emocional que nadie me había dado hasta ahora, en todo el transcurso de esta maldita enfermedad que me hacía desear morir. Me gustaba Jake, no me daba pena decirlo. Porque si mañana moría, no me llevaría el mal recuerdo de que nadie me visitaba, el mal sabor de no tener ningún familiar cerca. Solo me llevaría el recuerdo de su constante compañía, las miles de veces que sostuvo mi mano mientras yo me sentía como una mierda, las sonrisas que compartimos y la paciencia que tenia para verme llorar. Aque
Jamie se marchó, pues mi madre y Ana habían quedado para probarse el vestido de novia, junto con los padres de Ana. Recosté mi cabella sobre mi escritorio un largo rato, asimilando mi miedo, mi estupido miedo. Lina tenia que salir bien de la operación, tan sencillo como eso. Se estaba recuperando, su cuerpo había respondido bien sin la máquina, ¿por qué tendría que salir mal? Levanté la cabeza y miré mis manos temblar, tenia que ir con ella pero no en ese estado. Cerré mis ojos un rato mas, intentando tranquilizarme. Salí de mi oficina y tomé el camino hacia su habitación. - ¿Cansada?- pregunté al entrar, tenia las manos sobre su pecho, con los ojos cerrados, pero no dormía. - No, solo intento relajarme. - Eso es bueno, hablar un rato te hará bien. ¿Quieres contarme lo que harás cuando