- Jamie. – coloqué la ropa sobre la cama, de modo que se viera la bandera. Su cabello húmedo reposaba sobre su frente y aún habían gotas de agua sobre su pecho desnudo, salió en calzoncillo. Seguía siendo tan atractivo como siempre. Pero no podía desconcentrarme.- Siéntate, por favor. Hay un tema del que tenemos que terminar de hablar. – intenté que mi expresión se relajara pero estaba muy tensa, no sabia como iría el rumbo de la conversación y eso me daba miedo.
- ¿Has comprado ropa para el bebé?- se sentó a mi lado, tomó la ropa en sus manos. Debía de estar mirando todo el tiempo su rostro para ver sus expresiones. - La ha enviado Angelo, la empresa, pero ha sido el. Una caja completa con ropa de bebé, cada una de ellas con la bandera de Portugal. - Es un desgraciado y como esté perturbando tu paz, voy a ir a Italia y le voy romper su cara de estúpido como tuve que hacer aquella noche en Hawaii.&nNo se como podía no cansarme de mirarlo, aunque tampoco sabía como el no se cansaba de que lo estuviera mirando. ¿Cómo pude haber corrido con la suerte de tener un doctor tan apuesto? Pero que sea apuesto, eso era lo de menos. ¿Cómo pude correr con la suerte de tener un doctor tan atento? Desde el primer segundo que me volví su paciente y este tomó mi mano debilitada, calentándola con la suya, dándome las fuerzas y el apoyo emocional que nadie me había dado hasta ahora, en todo el transcurso de esta maldita enfermedad que me hacía desear morir. Me gustaba Jake, no me daba pena decirlo. Porque si mañana moría, no me llevaría el mal recuerdo de que nadie me visitaba, el mal sabor de no tener ningún familiar cerca. Solo me llevaría el recuerdo de su constante compañía, las miles de veces que sostuvo mi mano mientras yo me sentía como una mierda, las sonrisas que compartimos y la paciencia que tenia para verme llorar. Aque
Jamie se marchó, pues mi madre y Ana habían quedado para probarse el vestido de novia, junto con los padres de Ana. Recosté mi cabella sobre mi escritorio un largo rato, asimilando mi miedo, mi estupido miedo. Lina tenia que salir bien de la operación, tan sencillo como eso. Se estaba recuperando, su cuerpo había respondido bien sin la máquina, ¿por qué tendría que salir mal? Levanté la cabeza y miré mis manos temblar, tenia que ir con ella pero no en ese estado. Cerré mis ojos un rato mas, intentando tranquilizarme. Salí de mi oficina y tomé el camino hacia su habitación. - ¿Cansada?- pregunté al entrar, tenia las manos sobre su pecho, con los ojos cerrados, pero no dormía. - No, solo intento relajarme. - Eso es bueno, hablar un rato te hará bien. ¿Quieres contarme lo que harás cuando
Sus manos sujetaron las de Lina, en la sala de cuidados intensivos llevaba unas pocas horas. Después de despertar le habían retirados los aparatos pero volvió a dormir a los pocos minutos. Todo estaba estable, Jake lo sabia. Ahora era el quien se estaba encargando personalmente de su cuidado. Observó a Leslie en la otra esquina, había terminado su turno pero seguía allí, quería verla ya despierta y bien. Llevaba cuidándola casi el mismo tiempo que Jake, también le tenia aprecio. - Puedes irte, Leslie. Te ves cansada.- le sugirió - Cuando vea a Lina despierta. – después de aquel susto, viendo como casi moría, quería verla despierta. - Puedes ir a la sala de descanso y te llamo cuando ella despierte. - Esperaré aquí, si no le molesta. - Claro que no me molestas, solo quiero que descanses. -
Cuando vi a Angelo entre los invitados, sentí la necesidad de correr hacia Jamie y casarme cuanto antes, porque no tenia un buen presentimiento de todo esto. Pero mantuve la calma, volví a buscar la mirada de Jamie que mucha calma de daba. - Estás hermosa, me siento afortunado de poder estar a tu lado en este momento. Quisiera compensar el tiempo que estuviste lejos de nosotros, pero no puedo. Siempre tenia miedo de que pensaras que tu familia no te amaba y que no te estaba buscando. Siempre te esperamos, Ana. - Se cuanto me aman, papá. No te sientas triste el día de hoy y disfruta de mi felicidad. El hombre con el que me voy a casar es un hombre maravilloso, que he tenido la suerte de encontrarlo. Me dejas en buenas manos, no tengas dudas de eso. – mi padre limpió sus lagrimas y entregó mi mano a la de Jamie, este me ayudó a subir a su lado, tocó mi vientre un segundo para después prestar atención a la persona que teníamos &n
Si el bebé de Ana seguía insistiendo en salir, o nacería prematuro o se tendría que ser medicada para ralentizar el parto. Lo cierto es que yo no era un experto, esa no era mi área. Tenía conocimientos muy básicos sobre eso. Ella estaba en la sala de emergencias y nosotros fuera, a la espera. - Jake, deberías de entrar. – Los ojos húmedos de Jamie me suplicaban. - No, no es mi área. – le dije por quinta vez. - ¿Qué maldita área? Eres doctor, entra a ver qué pasa, además trabajas aquí. - Escucha, Jamie, yo no sería de mucha ayuda. - ¡Jake! Por favor… por lo menos ve a ver cómo está. - Está bien. – primero saqué mi móvil y le envié un mensaje a Leslie, para ver si estaba aquí, ella me respondió y le dije que viniera al área de emergencias, para que al menos calmara a Jamie mientras yo no estaba. Entré a la sala de emergencias y busqué donde tenían a Ana. - Doctor Mat
- Doctor Matthew. - Dijo mi nombre en voz baja luego de abrir la cortina.- La cambiaremos a otra sala. Puede avisar a su esposo. Quizás que esperemos a que se despierte. - Estoy desierta. - dijo Ana, abriendo los ojos. - Quiero ver a Jamie. - Su rostro se veía igual de cansado que antes. - Enseguida la cambiaremos de la sala de emergencias, allí sus familiares podrán pasar a verla. - yo había recibido un mensaje de que sus padres estaban aquí, al igual que mi madre , fue mi padre quien se quedó en casa con Tom y el nuevo hijo de Jamie y su madre. - Gracias, doctor. Esperaré hasta saber de la otra sala. - el doctor salió y yo me puse de pie, intentando retirar mi mano medio adormilada que Ana sujetaba. - Has dormido un poco. ¿Como te sientes? - No nos casamos, aún no estamos casados, Jamie y yo.- Dijo con pena. - Eso puede pasar en cualquier momento, no es importante ahora.&nb
- Esperaré fuera, doctor. – dijo Billy cuando yo entré a la habitación de Lina. Ella apenas estaba despertando. - ¿Cómo te has sentido estos días? ¿Has tenido algún dolor o molestia? – pregunté, observando su pecho. - ¿Te ha dolido más de lo normal o has sentido que te tira? - Nada de eso, me he sentido mejor que nunca. Solo sigo durmiendo mucho. - Bien, entonces eso es todo. Leslie pasará por aquí más tarde, dile cualquier molestia por mas mínima que sea. - Jake…- extendió su mano, pero yo no la tomé. – Aun no te vayas. - Tengo otros pacientes que atender. – contesté algo evasivo. - Espera solo un minuto, por favor siéntate. – miré hacia la puerta pero Billy no estaba cerca, alejé la silla de la cama y me senté. -Solo quiero que hablemos un minuto. - ¿De qué se trata? – el rostro de Lina cada vez lucía mejor y Leslie decía que estaba comiendo bien. En una o dos semanas
Sus ojos se mantuvieron cerrados, se había dormido varías veces. El doctor había vuelto para asegurarse de que hacíamos lo que nos dijo la enfermera. Se debía asegurar su reposo. Mi madre se había acercado para decirme que Elisa y su hijo dormirían en casa y que ella ya se retiraba, después de convencer a los padres de Ana para que hicieran lo mismo, puesto que solo se podría quedar una sola persona y ese sería yo. - Jamie. - su voz pronunció mi nombre con tal delicadeza que mi piel se erizó. Sus dedos habían engordado en un poco y aunque a ella no le gustaba, a mi siempre me pareció muy tierno. Aquellos dedos tocaron mis mejillas, llevándose con ellos las lágrimas. - Deja de culparte. Si de alguien es la culpa, sería mía. Por no lograr relajarme. - La culpa es mía por no hacerte caso. Seguías estresada y ni siquiera lo vi. &nbs