Capítulo 7

Frecuentemente hay más que aprender de las preguntas inesperadas de un niño que de los discursos de un hombre (John Locke)

—El doctor ya llegó, Миссис—anunció

una voz un poco menos mandona que la de Alexei, Adara ya lo reconocía, era Maverick.

Extrañamente ya no le parecía aterrador, sino más bien peculiar, el hombre era encantador cuando no estaba en su papel de subordinado mimado del jefe de la mafia y sus dientes ya le parecían algo graciosos, todavía no sabía porqué se había hecho esas modificaciones y si Maverick confiaba en ella se lo diría algún día, sin embargo, muy a su pesar había soltado una enorme carcajada cuando él le dijo que podía pelar naranjas con su colmillo. Y sí, ese dato fue cierto.

—Adelante, pueden pasar—indicó la mujer, ignorando la sensación retorcida de sus entrañas en su estómago. Probablemente solo sea acidez por la ansiedad de todos los días.

Los dos hombres entraron con paso

dudoso, palpando el territorio de la mujer

para saber que estaba bien entrar a
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