Nathan botó el aire que tenía contenido y elevó sus ojos al cielo como pidiendo paciencia. —¿Qué le dijiste a Gabriel, Ethan? —preguntó Bárbara con los dientes apretados, furiosa por la intromisión de su hermano. —Vine a exigirle a Nathaniel que se casara contigo de inmediato y que te dejara ser parte de la vida de tu hijo. ¿Qué mejor forma de hacerlo que casándose contigo? Si mamá no se hubiese empeñado en separarlos en este momento serían una familia, ¿o no? —respondió Ethan con voz desafiante, convencido de que tenía razón. —Tienes la delicadeza de un toro en una cristalería, mi amor —señaló Ava con ironía, divertida por la ocurrencia de su esposo —¿Estás molesta con el tío Ethan, mamá? ¿No quieres casarte con papá? —preguntó Gabriel con los ojos llenos de tristeza. Bárbara sintió un dolor en el pecho al ver la expresión de su hijo. Le enfurecía que Ethan lo hubiese ilusionado con la idea de tener una familia completa. No tenía el corazón de decirle que prefería casarse con Ja
Nathan estaba muy cansado después de que Bárbara y su familia se marcharan. Había tenido un día difícil para después tener que lidiar con un niño eufórico que no paraba de saltar y corretear por toda la casa, gritando que al fin tenía una mamá. Su felicidad también se debía a que Bárbara se quedaría con ellos el próximo mes, algo que a Nathan no le hacía ninguna gracia.No entendía cómo había caído en la trampa de los Anderson, porque estaba seguro de que había gato encerrado detrás de todo. Primero Ethan le había soltado la bomba de que se casara con Bárbara y luego Bárbara le había anunciado que se mudaría a su casa. ¡Su casa! Como si él no tuviera voz ni voto en el asunto.Y en cierta medida no la tenía, porque Gabriel se había puesto tan contento al escuchar la noticia que había abrazado a su madre y le había dado las gracias por mudarse con ellos, como si fuera el mejor regalo del mundo. Nathan no había podido negarse ante la ilusión de su hijo, pero tampoco había podido ocultar
Sam tuvo un esguince de tobillo por lo que tuvieron que ponerle un yeso que tendría que usar durante cuatro semanas. —¡Oh, Dios mío! ¿Cómo iré a hacer sola en mi casa, sin poder moverme con esta cosa en el pie? —lloró con un plan en mente. No podía dejar a Nathan solo con la casa con esa mujer, ella podía seducirlo y quedarse con él. Tenía la ventaja del mocoso y no podía permitir que ganara terreno. —No te preocupes, Sam, contrataré una enfermera para que te cuide. —Eso está muy bien, pero no me dejes sola en casa, me volveré loca si debo estar un mes metida entre esas cuatro paredes, además sabes que vivo en un segundo piso y en mi edificio no hay ascensor. —Te ayudaré a subir. —No, Nathan, llévame contigo a tu casa, estamos comprometidos y nadie lo verá mal. Gabriel no tendrá un mal ejemplo, sino uno maravilloso al ver como su padre cuida de su mujer. —No creo que sea buena idea con Bárbara en la casa, no quiero que se la pasen como perros y gatos delante del niño. —¿Piensa d
Gabriel dormía plácidamente sobre el pecho de su madre, ajeno al drama que se había desatado en el hospital. Bárbara lo abrazó con ternura, sintiendo su respiración tranquila y su calor reconfortante.Nathan llegó a la sala de espera y se sentó al lado de Bárbara, sin decir una palabra. Se sentía preocupado y molesto por la situación, no sabía cómo resolvería la guerra que se había desatado con Sam. Estaba molesto con Bárbara por aparecer en su vida para trastocar toda su existencia. Estaba confundido por sus sentimientos, que se habían revuelto al verla de nuevo.—¿Cómo está Sam? —preguntó Bárbara con voz indiferente, rompiendo el silencio.—Vivirá, le están haciendo una rinoplastia en este momento, esperaré que salga del quirófano para irme a la casa —respondió Nathan con voz seca, sin mirarla a los ojos.Bárbara se giró en su asiento para mirarlo a la cara.—¿Una rinoplastia? ¿Es en serio? —preguntó Bárbara con un tono de voz irónico, burlándose de la frivolidad de Sam.—Ya tiene r
Gabriel llegó al apartamento de su mamá despierto y con hambre por lo que al entrar en su hogar Bárbara pidió una pizza.—Es muy bonito tu apartamento, mamá, me gusta mucho —dijo el pequeño apreciando el toque hogareño que Bárbara le había dado a su hogar.Bárbara había decorado el apartamento con mucho cariño y buen gusto, buscando crear un ambiente acogedor y familiar.—Esta también es tu casa, mi amor, ven te mostraré la habitación que preparé para ti —dijo ella con voz ilusionada, llevándolo de la mano.Bárbara había mandado a redecorar una habitación, llamó a la misma decoradora que le había remodelado el apartamento cuando decidió mudarse allí. Como no sabía qué hacer, había pedido algo en tonos azules y que fuera divertido.Bárbara también se había divertido comprando muchas cosas por internet y enviándolas a su apartamento para que la asistente del hogar que estaba durante el día, las guardara en la habitación de su hijo. Así él contaba con todo lo que podía llegar a necesitar
—Te llevaste a mi hijo sin una explicación y encima apagas tu teléfono sin siquiera avisar que llegaron bien a tu apartamento —gruñó Nathan amenazadoramente, a medida que hablaba caminaba un paso hacia adelante lo que obligó a Bárbara a echarse hacia atrás cediéndole el paso, situación que aprovechó él para entrar al lugar.La ceja izquierda de Nathan se levantó cuando vio a Henry en el salón, no tuvo tiempo de emitir comentario alguno porque en ese momento Gabriel lo vio y se lanzó a sus brazos.—¡Papá! Has traído la pizza, gracias porque tengo mucha hambre.—Gabriel, pensé que estabas dormido, ven, vamos a la cocina mientras mamá se despide de su amigo —ordenó Nathan con cara de pocos amigos.Bárbara abrió la boca de la sorpresa, pero la cerró inmediatamente, la furia la invadió ¿Cómo se atrevía Nathan a venir a su casa y encima echar a su visita?—Henry aún no se va, Nathan, gracias por traer la pizza comeremos en el salón —replicó ella de inmediato. —Buscaré platos y algo de beber
Bárbara tomó la caja del anillo de compromiso y lo abrió para mirarlo, era realmente hermoso, pensó tocando la piedra con un dedo. Había sentido la propuesta de Henry como un ultimátum.Si ella no aceptaba casarse con él en ese momento sabía que su novio rompería su incipiente relación y se alejaría. No volvería a verlo, pero si aceptaba su propuesta también debía aceptar que él fuera el abogado que discutiría con Nathan las condiciones de una custodia compartida, y eso era algo que ella no quería, menos aún actuando Henry en el papel de su prometido.Había visto a Henry en acción y era un tiburón que siempre atacaba para acabar con su contrincante y lo que menos quería era una relación de enemistad con Nathan, tenían un hijo en común y por él debía mantener la paz.—Una propuesta de matrimonio muy romántica —se burló Nathan a sus espaldas.Bárbara se sobresaltó al oír su voz, no se había dado cuenta de que él había entrado en el comedor. Se giró para enfrentarlo y sintió un nudo en e
Bárbara se armó de valor y se dirigió al bufete de Henry para rechazar su propuesta de matrimonio y devolverle el anillo que él dejó en su casa. Era un adiós definitivo, y ella lo sabía. No quería seguir con una relación que no la hacía feliz, ni tampoco quería que Henry se entrometiera y la presionara para obtener la custodia total de su hijo. Bárbara amaba a Gabriel más que a nada en el mundo, y no le iba a hacer daño quitándole a su padre. A excepción de su ceguera con Sam, Nathan había sido un buen padre.Al llegar al bufete, Bárbara pidió hablar con Henry. La secretaria le dijo que esperara un momento, que él estaba ocupado con un cliente. Bárbara se sentó en una silla y miró a su alrededor. El lugar era elegante y sofisticado, lleno de diplomas y trofeos que mostraban el éxito profesional de Henry.Después de unos minutos, Henry salió de su despacho y la vio. Se acercó a ella con una expresión sería, debió ver la incomodidad de Bárbara por lo que previo que lo iba a rechazar.—H