Gabriel llegó al apartamento de su mamá despierto y con hambre por lo que al entrar en su hogar Bárbara pidió una pizza.—Es muy bonito tu apartamento, mamá, me gusta mucho —dijo el pequeño apreciando el toque hogareño que Bárbara le había dado a su hogar.Bárbara había decorado el apartamento con mucho cariño y buen gusto, buscando crear un ambiente acogedor y familiar.—Esta también es tu casa, mi amor, ven te mostraré la habitación que preparé para ti —dijo ella con voz ilusionada, llevándolo de la mano.Bárbara había mandado a redecorar una habitación, llamó a la misma decoradora que le había remodelado el apartamento cuando decidió mudarse allí. Como no sabía qué hacer, había pedido algo en tonos azules y que fuera divertido.Bárbara también se había divertido comprando muchas cosas por internet y enviándolas a su apartamento para que la asistente del hogar que estaba durante el día, las guardara en la habitación de su hijo. Así él contaba con todo lo que podía llegar a necesitar
—Te llevaste a mi hijo sin una explicación y encima apagas tu teléfono sin siquiera avisar que llegaron bien a tu apartamento —gruñó Nathan amenazadoramente, a medida que hablaba caminaba un paso hacia adelante lo que obligó a Bárbara a echarse hacia atrás cediéndole el paso, situación que aprovechó él para entrar al lugar.La ceja izquierda de Nathan se levantó cuando vio a Henry en el salón, no tuvo tiempo de emitir comentario alguno porque en ese momento Gabriel lo vio y se lanzó a sus brazos.—¡Papá! Has traído la pizza, gracias porque tengo mucha hambre.—Gabriel, pensé que estabas dormido, ven, vamos a la cocina mientras mamá se despide de su amigo —ordenó Nathan con cara de pocos amigos.Bárbara abrió la boca de la sorpresa, pero la cerró inmediatamente, la furia la invadió ¿Cómo se atrevía Nathan a venir a su casa y encima echar a su visita?—Henry aún no se va, Nathan, gracias por traer la pizza comeremos en el salón —replicó ella de inmediato. —Buscaré platos y algo de beber
Bárbara tomó la caja del anillo de compromiso y lo abrió para mirarlo, era realmente hermoso, pensó tocando la piedra con un dedo. Había sentido la propuesta de Henry como un ultimátum.Si ella no aceptaba casarse con él en ese momento sabía que su novio rompería su incipiente relación y se alejaría. No volvería a verlo, pero si aceptaba su propuesta también debía aceptar que él fuera el abogado que discutiría con Nathan las condiciones de una custodia compartida, y eso era algo que ella no quería, menos aún actuando Henry en el papel de su prometido.Había visto a Henry en acción y era un tiburón que siempre atacaba para acabar con su contrincante y lo que menos quería era una relación de enemistad con Nathan, tenían un hijo en común y por él debía mantener la paz.—Una propuesta de matrimonio muy romántica —se burló Nathan a sus espaldas.Bárbara se sobresaltó al oír su voz, no se había dado cuenta de que él había entrado en el comedor. Se giró para enfrentarlo y sintió un nudo en e
Bárbara se armó de valor y se dirigió al bufete de Henry para rechazar su propuesta de matrimonio y devolverle el anillo que él dejó en su casa. Era un adiós definitivo, y ella lo sabía. No quería seguir con una relación que no la hacía feliz, ni tampoco quería que Henry se entrometiera y la presionara para obtener la custodia total de su hijo. Bárbara amaba a Gabriel más que a nada en el mundo, y no le iba a hacer daño quitándole a su padre. A excepción de su ceguera con Sam, Nathan había sido un buen padre.Al llegar al bufete, Bárbara pidió hablar con Henry. La secretaria le dijo que esperara un momento, que él estaba ocupado con un cliente. Bárbara se sentó en una silla y miró a su alrededor. El lugar era elegante y sofisticado, lleno de diplomas y trofeos que mostraban el éxito profesional de Henry.Después de unos minutos, Henry salió de su despacho y la vio. Se acercó a ella con una expresión sería, debió ver la incomodidad de Bárbara por lo que previo que lo iba a rechazar.—H
Nathan se sentía feliz mientras conducía su camioneta hasta el parque donde pernoctarían dos noches. Iba a acampar con Bárbara y Gabriel dejando atrás a Sam y sus quejas y exigencias.En el asiento del copiloto poniendo la música iba Bárbara ataviada con unos pantaloncillos que mostraban sus largas y hermosas piernas. Unas que Nathan recordaba enlazadas en su cintura y que lo tenían con pensamientos subidos de tono por el camino.Se imaginó los dos solos en una tienda y su mente se echó a volar en una fantasía caliente que se vio interrumpida por la voz de su hijo.—¿Falta mucho para llegar, papá? —preguntó el chiquillo por enésima vez.—Como una hora, hijo —respondió Nathan con infinita paciencia.Bárbara sonrió por la pregunta y por la paciencia de Nathan en responder lo mismo cada diez minutosGabriel miraba por la ventana del coche, emocionado por el viaje de acampada que iba a hacer con su familia. Era la primera vez que iba a pasar unos días al aire libre con sus padres, sus tío
Un par de minutos de caminata en el oscuro y solitario bosque convencieron a Gabriel de que su plan había sido mala idea. Se arrepintió de haber escapado del campamento, por lo que se devolvió sobre sus pasos y comenzó a caminar de regreso, sin darse cuenta había seguido un sendero que se bifurcaba en dos direcciones, al llegar allí dudó cual seguir, escogió el que creía que lo llevaría de vuelta al campamento, pero se había equivocado. Su decisión lo había adentrado cada vez más en el bosque, sin darse cuenta de que se alejaba de su familia.Con el paso del tiempo, la realidad de su situación lo golpeó. Gabriel se hallaba perdido, rodeado de árboles que parecían estirarse infinitamente hacia el cielo oscurecido. Desesperado, sus ojos se llenaron de lágrimas. Anhelaba la seguridad de los brazos de su padre y susurro sus anhelos en la densa quietud del bosque.—Quiero a mi papá —susurró recurriendo al hombre que lo había cuidado toda su vida.Siguió había caminado durante horas, espera
Gabriel despertó con los primeros rayos de sol, que se colaban por la entrada de la cueva. Hizo sus necesidades en un rincón de la cueva antes de abandonar su refugio. El frío aun lo hizo estremecer por lo que se puso la cobija como un abrigo, sentado debajo de un árbol sacó su botella de agua y sus galletas, después de comer, buscó el mapa de la zona y la brújula, por la salida del sol supo hacia dónde estaba el este y la brújula le indicó hacia donde estaba el norte, revisó el mapa. Una advertencia llamó su atención. «Si se pierde manténganse dentro de los senderos del parque, eso facilitará su rescate.» Miró hacia los lados, la noche anterior había abandonado el sendero, se levantó con rapidez y caminó un rato hasta encontrarlo, miró a ambos lados, no estaba seguro cuál vía tomar si seguir a la derecha o a la izquierda. Se decidió por la izquierda, con más ánimo caminó por este. Sus esperanzas se vinieron abajo cuando se encontró que el camino terminaba al pie de una montaña. Se s
Barbara y Nathan salieron de la habitación de Gabriel, a pesar de que el niño había dormido gran parte del viaje, estaba muy cansado por la caminata y estrés vivido, el médico había dicho que era normal que durmiera y comiera bastante y que tuviera alguna pesadilla.Lo primero que hicieron Bárbara y Gabriel al llegar había sido darse un largo baño, mientras Nathan pedía comida, escogió comida italiana y le había pedido a Gabriel la pasta que más le gustaba, el pequeño con su pijama puesto cenó con apetito, cuando terminó de comer estaba casi dormido—Esperen que me duerma —pidió con los ojos cerrados el niño.Cuando lo vieron completamente relajado fue que se atrevieron a moverse de la habitación. Bárbara se fue hasta la cocina para preparar una taza de té, a pesar del cansancio se sentía muy alterada y sabía que no podría dormir con facilidad.—¿Quieres un té? —le preguntó a Nathan que la miraba recostado sobre el marco de la puerta.—Sí tienes café me gustaría más —respondió él.—¿P