Cosas por saldar

Después de cerrar la puerta, Ángela no pudo contener una gran sonrisa, pues de solo pensar en aquel hombre y sus payasadas le resultaba chistoso.

—Buenas noches. —escuchó la voz de Sara y saltó por el gran susto que recibió.

—Hola —respondió con rostro de susto.

—¿Estás bien, señorita?

—S, sí… Solo me asusté un poco cuando escuché su voz. Perdón, Sara, pero no esperaba encontrarte.

—Qué alegría saber que todo está bien

¿También ha regresado con usted el señor Wilson y la señorita Laura?

—Creo que ellos no van a regresar. ¿No has visto las noticias?

—No —respondió algo curiosa.

—Buenas noticias, Sara. —Quién respondió fue la señora Amanda que en ese momento iba entrando a la mansión. —Mi hijo por decisión propia, después de su madre habérselo pedido en tantas ocasiones, hoy decidió rehacer su vida y esta fue una noche maravillosa, ya que frente a todos los presentes le pidió a Laura que se convirtiera en su esposa.

La reacción de Sara fue natural y de inmediato llevó las manos a su
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