Narra Arnold.
Estos perros no dejan de causar problemas aunque los asesine. Es como si fueran unas malditas ratas o cucarachas que nunca acaban, demostrándome que hice bien en llevar lejos a Eva, porque ella no soportaría algo así.Sin embargo, sigo sintiendo que algo no está bien y por eso, ordeno una avioneta para ir a verla. Ya no puedo soportar más tiempo viéndola solo por fotos mientras estos perros siguen molestándome.Es entonces, cuando el primer mensaje de mis escoltas llega, uno tan raro que me hace sospechar, porque aunque usa el código clave para comunicarnos, sigue siendo extraño; no me ha mandado videos de mi esposa.— Miguel, entra a las cámaras de la casa, necesito saber si solo estoy siendo supersticioso o algo le ha sucedido a mi esposa. — digo con enojo.— Jefe, estoy enviando…— ¿Debo preguntar de nuevo?— Parece queParece que ellos no pueden comprender el peligro que soy cuando estoy molesto, ellos no alcanzan a imaginar lo que soy capaz de hacer cuando mi mente solo piensa en asesinar y por eso, se burlan de mi mujer.‘Están cometiendo un grave error, pero, no van a aprender ello si no les doy el aprendizaje que necesitan.’ Me digo mentalmente.Es eso lo que me hace tomar mi teléfono y llamar a Miguel, porque no quiero que cometan un solo error como yo lo he estado haciendo debido al mismo enojo que tengo.— Señor Krick, estamos cerca. Seguimos su rastro de muertos.— No los maten, lastímenlos de gravedad al punto en el que no puedan disparar o huir, pero, no los maten, lo que han dicho de mi mujer los ha hecho merecedores de un destino peor que la maldita muerte. — digo colgando la llamada.— ¡¿Qué pasa, Krick?! ¡¿Acaso te molesta que probemos un poco tu perra personal?!
Nada se compara con lo que siento ahora. Durante mi vida he tenido perdidas que han causado dolores irreparables, porque nadie está exento de eso. Pero, esto que estoy sintiendo ahora, no tiene punto de comparación.Mi vista se ha nublado por las lágrimas acumuladas, los hombres que la rodean, me parecen peores que las malditas ratas que aplasto con mis pies y mi mujer… mi radiante, difícil y orgullosa mujer, está rota en miles de pedazos.‘¿Cómo podrás arreglar esto, Arnold? Fuiste un incompetente con la seguridad de tu mujer.’ Me dice mi mente.Quiero golpearme hasta perder la vida, porque se supone que cuando escogí tenerla conmigo nunca iba a permitir que algún bastardo le hiciera daño, pero, aquí estaba como un inútil viendo como han dejado a mi mujer.— ¿Cómo es posible…? — pregunta Tim y yo sonrío.&mdas
Un hombre no ha sufrido como debe hasta que pierde alguien que ama. Para ese dolor no hay una medicina que pueda ayudar ni mucho menos acciones que compensen el malestar que uno siente, es por eso, que es insoportable y tan notorio cuando alguien lo siente.Eso me pasa a mí, puedo comprar muchas cosas en el mundo con el dinero que poseo y asesinar a quien desee porque tengo la experiencia asesinando y nula alma o moral para arrepentirme de lo que hago.— ¡No, Arnold! ¡Ella no está muerta! ¡Te lo aseguro! — dice Tim intentando levantarse, pero, al no contar con sus brazos para apoyarse, no le resulta tan fácil ello.Cada sonrisa, los momentos compartidos, las largas sesiones de sexo, la primera vez que me hizo comida, sus cuidados, su cumpleaños y todo lo que vivimos en el mío… incluso las veces que ha intentado escapar…Todos esos momentos vienen a mi mente causando agonía, es e
Todos han sido un maldito grano en el trasero, uno que escasamente toleré y por eso, asesiné a muchos, pero, ellos decidieron meterse con lo que no tolero y yo les demostraré que es lo que sucede cuando hacen algo así.— Por favor… — dice Tim y yo presiono con fuerza el cuchillo hasta que se escucha un sonido que afirma que ha llegado a perforar el suelo de madera.— Te lo he dicho, no digas esas palabras. No gastes energía en cosas que no me ayudarán a cambiar de opinión.— ¡Ah! — grita Tim y yo sonrío.— Es verdad lo que dice el jefe. Su esposa no soporta las torturas, por eso se desmaya.— ¡Claro que no las soporta! ¡¿Qué malnacido torturaría a mi esposa además de ustedes?!El deseo de matarlos a golpes se hace fuerte, pero su delito es tan grande para perdonarlos al salvarles la vida. Eso es algo que
Soy consciente que un jefe de la mafia no debería tener debilidades, pero, hay cosas que no se pueden controlar y Eva es una falla en esa regla. Por eso, la abrazo con fuerzas implorando que mi calor la cure.— Finalmente puedo recompensarte… estás viva. — digo llorando como un niño pequeño.— No lo estaré por mucho tiempo si me abrazas así de fuerte. — dice Eva y yo no puedo evitar besarla.Su cuerpo sigue frio, incluso, podría decir que se ve tan frágil que en cualquier momento podría morir en mis manos, así que, soy yo quien tiemblo. El hombre que no se doblega ni teme, tiembla porque temo que si me muevo podría dañarla.— Lo siento, Eva. Lo lamento mucho. — digo llorando.— Arnold, no seas niña. Deja de llorar y llévame a un hospital, me estoy desangrando. — digo con dolor.— No sabes cuantas
Aunque el auto parece que volara, yo siento que no va a la velocidad que me gustaría y por eso, grito a Richard para que acelere, mientras Eva se queja porque con cada movimiento brusco yo la lastimo y por eso, entro en sentimientos contradictorios.‘Esto es tu culpa, Arnold. No la has cuidado bien y por eso, tu pecho está mojado por su sangre, la abrieron como si fuera un pescado, esto es tu maldita culpa.’ Me dice mi mente.— Soporta un poco más.— Duele mucho. No sabes todo lo que ellos me hicieron. Eso fue tan…— Por favor, no lo digas, si mencionas lo que esos bastardos te realizaron, no creo poder esperar que estes bien para torturarlos. — pido sintiendo como la sangre vuelve a hervir en mi cuerpo.El auto se mueve con brusquedad y Eva se queja al punto que llora. La impotencia se hace más grande, siento que en cualquier momento podría morir porque no sé cómo ay
La orden que realizo la acatan de inmediato, porque aunque no estoy en mi territorio, en estos momentos soy capaz de matar a cualquier bastardo que se atreva a realizar lo opuesto a lo que he ordenado.‘No pelees, solo asegúrate que la atiendan como corresponde y después de eso acaba con el mundo mismo si es eso lo que deseas.’ Me dice mi mente.Tal como lo he ordenado, solo mujeres se acercan a Eva, quien tiembla apenas la alejan de mí, su mirada me suplica que no la deje y yo me aseguro que nunca podría dejarla, cuando sé lo que sucede cuando ella no está siendo protegida por mí.— No te marches, yo…— Tranquila, yo voy a protegerte, nadie va a hacerte daño, les romperé el cuello antes que puedan tocarte. — digo y ella no se escandaliza por la violencia que he mencionado.— Está bien. — dice ella con mi mano unida a la suya, mientras las d
Las horas pasan y Eva despierta, mientras yo camino de un lado al otro, porque deseo hacer tantas cosas, pero, ninguna de ellas va a evitarle el dolor que va a experimentar durante la recuperación.— ¿Qué…? Duele…— dice ella y yo de inmediato agarro su mano y la beso.— Gracias a Dios estás bien. No sabes cuanto sufrí porque no estabas en Marruecos. No te imaginas todo lo que sufrí por ser un inútil que no te protegió. Pero, te aseguro que no voy a permitir que algo así pase.— Arnold…— Sé que debes estar odiándome, merezco tu odio, pero, por favor, dame la oportunidad de demostrarte que puedo hacer las cosas mejor, te lo pido. — digo con mis emociones expuestas al igual que mi corazón.Eva me observa y llora, así que, con cuidado, abrazo su cabeza deseando que en mí pueda tener el consuelo que jamá