Irina. Mientras nos dirigíamos a la casa del Alfa, después de la reunión que habia tenido con Ava, donde había conocido a la peculiar familia del Beta, me encontraba en una extraña situación con mis sentimientos, por una lado estaba feliz porque Ava hubiera encontrado su lugar, y aunque ella reneg
- “Cállate bruja pervertida y lujuriosa, ya tengo suficiente con ese idiota”- le dije furiosa. Cuando, con una sonrisa, el Alfa me abrió la puerta, ya estaba más que prepara para ignorarlo. Iba utilizar esta sensación de sentirme burlada cono método para enfurecerme, así que literalmente salí del
Desmond. - “Maldito idiota, ¿qué va a pensar nuestro mate de nosotros?”- me dijo Daimon por enésima vez, mientras regresábamos a las dos de la mañana a nuestra habitación. La verdad es que Irina me descontrola, me cuesta estar con ella a solas, sin que me domine la necesidad de marcarla, de cer
Me hice con el valor suficiente, y tras cambiarme, para poner un camisón más recatado que el que tenía puesto ahora, que era una oda a la provocación, nada más verme, el alfame lo arrancaran para alimentarse de mi cuerpo. Caminé a oscuras, orientada por los ojos de Bella, hasta el estudio. Lo sent
Ava. -“¡La culpa es tuya!, te pusiste tantas trabas, y te pusiste tan nerviosa, tras la cena, cuando los padres y hermanos de Elijah dijeron que ya lo tenían todo listo, que esta noche ya vivirían en su nueva casa, para dejaros la casa del beta a su legítimos dueños, que al final, Elijah se dio cu
- “Elora, es hora de que demostramos a nuestro mate que estamos preparadas, hasta ahora siempre ha sido él quien ha dado los pasos para acercase a nosotras, ya va siendo hora de que le demostremos que también queremos contribuir a esto, esta noche nuestro vinculo será completo, para ser uno de una m
Elijah. Casi odie a Desmond cuando me hizo volver a casa tan pronto, mi idea era, en realidad, no aparecer hasta la mañana siguiente, pero bien el cansancio, o bien la sensación de que habíamos abandonado nuestras mates, por nuestros miedos a no podernos controlar, hizo que a ciertas horas ambos ce
Ava. Desde que sus labios tocaron mi marca ya había dejado de pensar, ¿para qué? con lo que me hacía sentir ese hombre, pensar estaba sobrevalorado, más cuando me negaba a dejar que nada se interpusiera entre los que ese hombre y yo creábamos juntos, en lo que ese hombre me hacía sentir. - “Creo