Irina. Drogheda, Irlanda del Sur, a la mañana siguiente. Cuando abrí los ojos esa mañana, sentí el olor de Ava cerca del mí, miré a mi alrededor, y me encontré que aún estaba en el camarote del Alfa, pero al contrario de lo que yo esperaba, él no estaba allí, sólo una durmiente y agotada Ava do
- “Respira hondo, afrontemos esto con seguridad, no podemos mostrar miedo se supone que somos las hembras con más rango que hay en esta manada, demostrémoslo”- le dije, intentando que mis palabras parecieran seguras. Ella asintió, y nos dirigimos hacia la escalinata que nos llevaba al puerto, nada
Narrador. - “¡No pude ser! ¿No me digas que tu Luna es una Gamma, y aún no la has marcado?, ¡Diosa, estamos en problemas!”- dijo Nelda una de las últimas Banshees que quedan en Irlanda. La cara del Alfa Desmond no demostró el nerviosismo que en realidad sentía, por estas palabras que le había dich
Durante el trayecto apenas quería pensar, pero inevitablemente, me sentía culpable de que Irina estuviera pasando por esto. Por querer hacer las cosas según las tradiciones de mi manada, había provocado que en este momento ella estuviera sufriendo. No sabía que iba a a hacer Nelda, pero estaba segur
Irina. Era extraño, me sentía llena de energía mientras corría entre la dorada luz, con mi loba a mi lado, la dualidad de mi personalidad, aunque ahora estaba separada, nos sentíamos como una sola. No necesitaba que Bella me hablara, los pensamientos, las acciones y las fuerza era igual en la dos,
Entendía a lo que esa bruja se refería, la fuerza que recorría mi cuerpo, en estos momentos, me hacía casi imposible retener a Daimon, que desea destrozar destrozara algo, correr, y estallar de furia contenida. Tras dejar a mi mate sobre la cama, la besé, aunque pronto el deseo abrumador me agobió.
Irina. Poco a poco sentí que mi cuerpo se despertaba, mientras Bella me llamaba. - “¡Eh! ya es hora de despertar dormilona.”- le oí decir. Abrí los ojos buscando algo que me fuera familiar, totalmente desorientada, me encontraba en una especie de cabaña de madera llena de diferentes objetos
- “Come todo lo que quieras, hay bastante, pero come despacio, no sea que te vaya a sentar mal”- me dijo rellenándome el vaso de madera con agua, y dejando una enorme hogaza de pan sobre la mesa. La verdad era que intenté comer despacio, pero después de tres días, tenía un hambre atroz, así que e