42.

Él muerde su labio, lo que hace que me retuerza en mi lugar. Justin alza una mano y desliza un dedo por mi cuello.

—Si quiero desnudarte aquí ¿Puedo? —trago nerviosamente y asiento.

Un atisbo de sonrisa se asoma por sus labios.

—Y si luego quiero llevarte afuera y hacerte mía ¿También puedo? —asiento de nuevo—. Estás muy callada —dice frotando mis brazos.

—O tal vez tú estás hablando de más —enarca una ceja.

—¿Eso crees? —asiento acariciando su pecho desnudo.

—Si

Rodea mi cintura con sus brazos pegando

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