—Está bien —acepté—, si es un corto tiempo mientras buscas un mejor lugar, lo acepto. —La veía fijamente a los ojos— después podemos ponernos de acuerpo con el precio.
Rousse se veía muy sorprendida y sus mejillas estaban bastante rojas, no: todo su rostro estaba rojo. Tomó varios tragos de su limonada hasta dejar el vaso vacío y después inspiró profundamente.
—¡Perfecto! —soltó Sarita—, eso es genial, Rousse, ¿ves que sí pudimos resolverlo? —Tomó un brazo de la chica y le dio dos palmadas.
Rousse intentó mostrar una sonrisa, pero estaba tan nerviosa como para fingir. Y yo… tenía ganas de sentarme a su lado y abrazarla mientras le decía “está bien, conmigo estás a salvo”. Lo menos que deseaba era verla sufriendo otra vez.
Cuando me iba a ir
Era una chica que no le gustaban los cambios, pero ahora estaba teniendo tantos cambios en mi vida que no podía controlar. Deseaba tener una casa propia para mí sola, para no tener que estar hospedándome cada tanto en un lugar diferente, teniendo que compartir vivienda con una persona diferente cada cierto tiempo.Pero había algo que sí me alentaba mucho y era que… al estar tan cerca de Alejandro (aunque tuviera que pagar por ello), me llenaba de mucha tranquilidad, porque, por más enojado que él estuviera conmigo, siempre me iba a proteger: me lo demostraba con todas sus acciones.Escuché unos pasos que se acercaban a la habitación, volteé a ver, ya que la puerta de la habitación estaba abierta.—¿Y?, ¿cómo vas? —indagó Alejandro acercándose.—Ah… bien, bien —respondí mientras tomaba algunas camisas
Así que me levanté para ir a la cocina para tomar agua y relajarme caminando por el pasillo. Me asusté cuando encontré el pequeño pasillo en oscuridad total, no lograba ver nada y tuve que llevarme una mano al rostro para taparme los ojos y con la otra guiarme por las paredes para llegar hasta al interruptor para encender la luz.Sentí el alivio en mi cuerpo cuando logré visualizar todas las cosas en el pasillo. Caminé a paso arrastrado hasta la cocina y abrí la nevera. Me sorprendí al ver que estaba bastante vacía —algo muy raro en Alejandro, porque le gustaba alimentarse bien—, y allí sólo encontraba algunas cosas empacadas, como comida precocida y sus infaltables yogures.Tomé un vaso del escurridor blanco y saqué un poco de agua de una botella mediana. Sentí mi cuerpo erizarse cuando el trago de agua fría golpeó mi ca
Se puede escuchar el sonido de los motores del avión acelerar y su mano está helada mientras me aprieta con fuerza. La observo con una amplia sonrisa.—Es un hecho, vas a cumplirlo —le digo y beso la parte superior de su mano, cerca a los nudillos.—Sí… —dice entre un suspiro tembloroso—, ¡wu… divertido! —suelta con sarcasmo.Rio un poco mientras observo por la ventanilla como poco a poco vamos alejándonos de tierra firme. Ella está sentada al lado de la ventanilla, así que sus ojos están clavados en la panorámica que estamos viendo: sus ojos están atiborrados de miedo y a la misma vez de fascinación.Cuando logramos ver la ciudad pequeña, como algo minúsculo, suelta un jadeo de exclamación.—Mira todo lo que me estaba perdiendo —dice con los ojos muy abiertos—. Siempre… quise&he
De seguro ella estaba encerrada en su habitación llorando y empacando sus cosas, era tan débil que de seguro no me iba a dar la cara.Con el paso de los minutos decidí entrar a mi habitación para ducharme y ver si salía a caminar un rato y así calmar el malestar que me estaba invadiendo.Antes de entrar a mi habitación, decidí acercarme al cuarto de al lado, acerqué una de mis orejas a la puerta para escuchar si estaba llorando, pero no escuché nada y me comenzó a carcomer el remordimiento por haberle hablado tan fuerte.Estuve a punto de tocar la puerta, pero me arrepentí cuando ya tenía el brazo al aire empuñado. Volví sobre mis pasos y entré en mi habitación, cerré la puerta y comencé a quitarme la camisilla gris que tenía puesta mientras caminaba a la puerta del baño.De repente, escuché la puerta de
—Hola a todos, —me presenté— mi nombre es Lily Rousse, soy estudiante de lengua castellana y espero poder aprender mucho de todos ustedes.Mi corazón ese primer día latía con mucha fuerza y veía al grupo de profesores observarme, escudriñarme y hacerse una idea por como me vestía. Entre todos esos, mis ojos se concentraron en un hombre que estaba de brazos cruzados, sobresalía entre todos los demás hombres por ser alto y acuerpado, además, su rostro se veía bastante serio y la barba perfectamente arreglada le hacía ver su mirada profunda y penetrante. Él era quien más me observaba con curiosidad y aquello me intimidaba. Por fortuna no me fue asignado para las inducciones y la profesora que me tocó era un amor de persona: más paciencia no podía tenerme.—Rousse, ya que te fue encargado que suplieras a la profesora Rosa de manera imprevista por su enfermedad —explicó la directora—, voy a dejarte en manos del mejor profesor que podrás tener en el Rousseau —la directora sonrió con satisf
—Bien… —acomodó un bolso negro que llevaba en su espalda— Oye… lo que pasó hoy, Alejandro es así, regaña a todo el mundo, se cree el Don Perfecto y todos lo saben —sonrió y sus ojos se achicaron—. Somos nuevos, cometemos errores, sólo… debes estar más atenta a los niños que son tremendos y no volverá a pasar. —Meditó un poco—. Eres una gran profesora, se nota que esto te gusta mucho, así que… estoy seguro que superarás a Alejandro en el futuro.Sentí mi corazón retumbar mientras lo veía marcharse y cerrar la puerta del salón al salir. Desde ese día, comencé a ver a Alex de lejos y… llevarme una gran decepción al saber que tenía novia y ella trabajaba en el Rousseau.Lo bueno pasó cuando me di cuenta que Alejandro dejó de verse tan malhumorado cuando estaba conmigo. Así pude ser capaz de hacerle las preguntas que más me importaban y poder mejorar en mi trabajo.—¿Es ella? —escuché en la mesa de al lado. —Sí, es su novia.—Bueno, aceptemos que bonita sí es, pero… tiene algo que no me a
—Debes organizarla por orden alfabético —me explicó Alejandro—, así quedará más organizada, y no lo hagas a mano, ve a las oficinas y pide que te presten un computador para que lo pases a Word, después lo imprimes y lo pones en la carpeta. ¿Entendido?—Sí, claro —cerré la carpeta blanca—. Muchas gracias.En aquel momento escuchamos que la puerta del salón se abrió de un portazo, algo bastante raro que nos hizo alzar la mirada de inmediato. Eran las cinco y media de la tarde, así que no había niños en el aula.Vimos a Susana de pie en el marco de la puerta con los brazos en su cintura. Por alguna razón que yo no sabía, el ambiente se puso tenso y vi a Alejandro tragar saliva mientras la observaba.—Te espero en la entrada —informó ella.—No… espera, Susana —Alejandro se levantó y comenzó a seguirla mientras ella se marchaba—, ¡Susana!Cuando me quedé sola, tomé la carpeta y me marché a las oficinas donde con sólo decir que necesitaba un computador, me dieron uno que estaba libre.—Hey,
—No —confesé con miedo.—¿Qué más sientes por mí? —alzó su mirada, volviendo a estar recto, se acercó un poco más a mí y comenzó a limpiar mis lágrimas con sus manos—. Por favor, necesito saberlo.—Y-yo… Siento que… Dios… —aparté mi rostro de él y volteé la mirada para no verlo—. Alejandro, no me pongas en esta situación, por favor.—Rousse, necesito saber qué sientes exactamente por mí, porque no puedo seguir así —con una mano en mi mentón hizo que volviera a verlo a los ojos—. Por favor, Rousse.—Alejandro, yo siento que estoy enamorada de ti —dije con tono rápido y una lágrima corrió por mi mejilla derecha—. Hace mucho tiempo que me siento así por ti.—¿Hace cuánto? —indagó—, ¿desde esa noche?—¡No, claro que no!, fue mucho antes, no sé cuándo exactamente.Arrugó el entrecejo.—¿Tú que sientes por mí? —indagué.—Rousse, yo a ti te amo, —confesó con bastante tranquilidad— te amo desde hace mucho. ¿Sabes? Cuando llegaste al C.D.I yo no podía quitar mis ojos de ti, aunque tenía novia…