79ZairaMi advertencia salió como un rugido, como el grito de una leona defendiendo a sus cachorros. No podía permitir que él las reclamara, que el peso de su apellido y el poder de su familia interfirieran en nuestra vida.La familia Seraphiel tenía recursos ilimitados, conexiones, abogados que podían conseguir cualquier cosa. Si ellos decidían quitármelas, lo harían sin pestañear. El pensamiento me llenó de terror. No podía permitirlo. No podía perder a mis niñas. Me moriría sin ellas.Gabriel dio un paso más, pero yo levanté la mano para detenerlo.—No vuelvas a buscarme. No vuelvas a aparecer en nuestras vidas. Tú elegiste tu camino hace años. Nosotras tenemos el nuestro.Mis palabras eran duras, pero mi voz temblaba, reflejando el caos que sentía por dentro. Sabía que lo que decía era lo correcto, pero enfrentarlo, enfrentarlo de verdad, era mucho más difícil de lo que había imaginado.—¿Todo está bien? —preguntó otra voz desde no muy lejos.Giré mi rostro hacia la direcc
80BishopLlegué a casa completamente agotado, con la única intención de hundirme en su calor, de dejar que su pequeño cuerpo me rodeara y apagara el caos en mi cabeza. Pero al abrir la puerta, algo estaba mal. Todo estaba oscuro. El silencio reinaba en la mansión, y no había ni un rastro de vida. Selena siempre dejaba una luz encendida en la sala, algo que le hacía sentir el lugar más cálido, más suyo. Pero ahora todo estaba frío.Fruncí el ceño y un mal presentimiento me recorrió la espalda.—Mierda —murmuré mientras subía las escaleras de dos en dos. Al llegar a nuestra habitación, encendí la luz con prisa.La cama estaba deshecha, pero vacía. Busqué por todos lados. El baño, el vestidor, incluso detrás de las cortinas, como si realmente esperara encontrarla escondida.—¡Selena! —la llamé, con un nudo de pánico en la garganta—. No es gracioso, nena. Sabes que odio estas bromas.Nada. Silencio absoluto.Saqué mi celular y marqué su número. El tono comenzó a sonar, y dura
81GabrielNo me siento orgulloso de seguirla, pero aun así lo hice. Y debo admitir que un peso se levantó de mis hombros cuando vi a ese desgraciado salir de su casa. Por un instante, la duda me carcomió: ¿será su novio? Pero luego lo descarté. No, ella no podía haber reemplazado lo que teníamos. Zaira me ama, lo sé. Siempre lo ha hecho.Estacioné el auto a unas cuadras, intentando calmar mi mente mientras la observaba a través de la ventana. Su silueta moviéndose por la casa iluminada me daba una extraña paz. Pero también me llenaba de preguntas, tantas que no podía contenerlas más. Saqué el teléfono y marqué el número de Michelle, ignorando la hora.—¿Maestro Seraphiel? —respondió al segundo tono, su voz tensa y cansada—. ¿Necesita algo?—Zaira está viva —dije de golpe, todavía con un toque de incredulidad en mi voz—. Está viva y aquí, en Berlín.El silencio al otro lado de la línea duró apenas unos segundos antes de que Michelle hablara, visiblemente confundida.—¿Qué? Pero… eso n
82Selena—Por favor, levántate —dije alarmada viendo a todos.Muchos sacaron sus celulares para grabarlo y solo quería irme rápido.—Lo haré cuando aceptes —habló con los ojos ligeramente enrojecidos— cásate conmigo, Selena.—Estas loco —dije negando con la cabeza— ya tienes prometida… ¿De verdad devolviste un avión?—Haré lo que sea porque no te vayas de mi lado —contestó.—Entonces no es que me amas y quieres una vida conmigo, es que te gusta follar conmigo y no quieres dejar eso. No seré un amante, Bishop Fox —deje clara mi postura.—Déjame explicar eso, no es lo que crees —se puso de pie de un salto— y ale pagué hotel a todos los pasajeros y saldrán en unas horas… todos excepto tú.Mi cuerpo se congeló, como si cada célula entendiera antes que mi mente.—Quiero irme, creo que en estos años he cubierto los diez millones que pagaste —fui terca.—Eso es chuchería para mí, pero era la excusa perfecta para tenerte —dijo tomando mi nuca.Con ese abrigo oscuro que lo hacía parecer más i
83Zaira—No, no, no… Eso debe ser un error —balbuceé, sintiendo cómo el calor subía a mis mejillas y mi garganta se cerraba.Pero antes de que pudiera decir algo más, una voz a mis espaldas me paralizó.—No es un error —hablan a mi espalda.Me giré de golpe, demasiado rápido, y tropecé con mis propios pies. Estaba a punto de caer cuando un par de brazos fuertes me atraparon con facilidad.Gabriel.Mi corazón latió con fuerza al verlo, su mirada fija en mí con una intensidad que no había visto en años. Intenté apartarme, pero sus manos me sujetaron con firmeza, como si no tuviera intención de dejarme ir.—Esas son mis hermanas, ¿verdad? —una vocecita suave me hizo girar la cabeza.Allí, de pie unos pasos detrás de Gabriel, estaba un niño con ojos curiosos y cabello desordenado. Samuel.“¡Que grande está!” pensé con mis ojos llenándose de lágrimas.Me quedé helada, incapaz de procesar lo que estaba sucediendo.Gabriel, al notar mi estado, me soltó un poco pero no del todo.
84Selena Todavía no puedo creer que me haya pedido casarme con él cuando ya tiene una prometida. Cada vez que lo pienso, siento un nudo en el estómago. Decidí volver con él a esa mansión en completo silencio, quería que la gente dejara de tomar fotos y vernos como un espectáculo, mi mente trabajando a toda velocidad. Por primera vez, lo noté algo nervioso, como si estuviera caminando sobre hielo delgado.—Vamos al cuarto —dijo, tomando mi pequeña mochila y comenzando a caminar hacia las escaleras.—No, tenemos que hablar —respondí, cruzando los brazos bajo mi pecho y no me moví de la entrada.Se detuvo en seco, girándose lentamente hacia mí.—Lo sé, pero… —quería imponerse, como siempre.—Pero nada, Bishop. —Mi voz salió más firme de lo que esperaba—. Te vi en esas fotos. Vas a casarte con esa mujer.Lo vi apretar la mandíbula, claramente luchando con las palabras.—No, no es así… Mi abuela… —Se detuvo, dejando escapar un suspiro—. Mi abuela se enfermó, Selena. Siempre ha qu
85GabrielQuería ganarme a las niñas y a Zaira poco a poco, pero ella me ponía las cosas difíciles. Al día siguiente de mi pedida de mano se comenzó a rumorar por todas las redes, "El frío millonario se enamoró en Alemania y pidió matrimonio, pero nadie sabe quién es la novia"Mis padres no han dejado de llamar, pero deliberadamente cuelgo las llamadas sin miramientos. Debo viajar y decirles la noticia de que son abuelos de nuevo.Le volví a dar el anillo días después cuando la busqué al restaurante después de cerrar y ella lo rechazó.—¿No te gusta el tamaño? —le pregunté viendo el anillo.—Es muy lindo —respondió sin verme.—¿Es el color? —cuestioné de nuevo— podemos ir a la joyería y eliges tú misma.—No es necesario —empezó de nuevo con eso.—¿No quieres casarte conmigo? —Traté de evitar que mi voz no sonará dolida, pero la verdad es que la posibilidad de que no quiera casarse conmigo se siente como un puñal retorciéndose en mi pecho.—Acabo de verte después de cuatro años de ause
86SelenaNo sabía qué buscaba Susane Gother, pero tenía claro que no me intimidaría. Su actitud agresiva no era ninguna sorpresa, pero sí me preguntaba cuánto más pensaba insistir con sus ataques. —No sé de qué habla, señora —respondí con aparente tranquilidad, manteniendo mi mirada fija en la suya.Mi corazón latía alocadamente, pero mi rostro estaba sereno. —Sabes perfectamente de lo que hablo, zorra —escupió con veneno, cruzándose de brazos como si eso le diera más autoridad— no me lo vas a quitar.Si había algo que me molestaba más que su tono, era su insistencia en rebajarse al insulto fácil. Aún así, no iba a darle el gusto de verme alterada. —Si digo que no sé de qué hablo, es porque así es. Disculpe… —intenté pasar a su lado, pero su mano aferró mi brazo con fuerza, deteniéndome en seco.—Sé cómo se comportan las perras como tú —insistió ella.Un brillo de sorpresa cruzó su rostro cuando le respondí con frialdad: —Me alegra que sepa eso, supongo que se identifica con la