76. No puedo dejarlo

76

Gabriel

—¿Tus hijas? —pregunté con incredulidad, sintiendo que el aire me abandonaba.

—Tus hijas están comiendo bajo mi mesa —respondió Foxterrier, aún furioso.

—Soy la dueña de este restaurante —dijo ella, cruzándose de brazos—, así que no me importa dónde coman mis hijas. Lo que no tolero es que alguien venga a hacer escándalos en mi local y les grite a mis niñas. Solo tienen cuatro años.

—¿Cuatro años? —Mis labios se movieron solos, repitiendo en voz alta lo que acababa de escuchar.

Zaira giró su cabeza hacia mí, como si hasta ese momento me hubiera notado. Su rostro perdió todo el color.

—Tú… —murmuró, incapaz de completar la frase.

—Señora Reed, ¿quiere que saque a las niñas? —preguntó la mesera, interrumpiendo el momento.

¿Señora Reed? ¿Se casó? ¿Es por eso que no pude encontrarla?

—No las toques —dije con voz firme, levantándome de la silla.

—Foxterrier, discúlpate con las niñas —le ordené sin miramientos.

—¿Qué? ¡Pero ellas…!

Lo miré con tanta intensidad que de
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