CAMERONHace aproximadamente seis meses, recibí un correo de parte de una persona que, a pesar de no estar pasando por su mejor momento, jamás dejó de tenerme al tanto sobre los planes que teníamos; sin embargo, el título de aquel mensaje era algo que no entendía. «Ve esto ya mismo».En el cuerpo solo venía una foto, pero esa sola foto puso mi mundo de cabeza.Recuerdo que estaba sentado frente a mi computador más o menos a las tres de la mañana, y me caí el suelo al irme hacia atrás sin poder evitarlo. Mi cabeza se quedó en blanco, la realidad desapareció y corrí a mi mesa de noche para buscar el viejo celular que usaba por entonces, lo encendí, pero el maldito no tenía batería, así que tuve que conectarlo y esperar cinco minutos, los más largos de mi vida, hasta que por fin entré y, en el momento en el que vi la imagen en mi galería, no hubo dudas.Era ella. Dios santo… era mi Abby.Pero Abby no era Abby, y no se trataba de pérdida de la memoria; sin embargo, cuando fui a San Franci
GIANNAMuchas veces en el pasado deseé tener una vida diferente, una familia diferente. Con frecuencia envidiaba a mis amigas de la escuela en silencio cuando iba a sus casas, porque sus familias parecían tan perfectas, porque sus padres no discutían entre ellos y la terminaban pagando con sus hijos.Los míos eran así… Y luego me obligaron a trabajar porque yo «debía pagarles todo lo que me dieron ahora que no se podían valer por sí mismos». Por eso perdí todas mis amistades y, mientras ellas tenían un auto a los dieciséis, novio, vacaciones, universidad, lo normal… yo solo trabajaba y trabajaba en busca de una salida que jamás llegó.Esa era la historia que estaba grabada en mi cabeza, la de una vida de sacrificios que pensé pasaría al por fin poder entrar a la universidad. Esa fue mi esperanza: estudiar economía, graduarme y trabajar más para pagar los préstamos universitarios y luego, si todo iba bien, sin importar cuándo, cumpliría mi sueño de estudiar arquitectura.Abby era arqui
GIANNA Tuve un buen día. Zoe se fue temprano, y Laurice y yo comimos juntas aquí arriba el almuerzo y la cena. Vik llegó de una nueva cena de trabajo a eso de las ocho de la noche, y yo seguía flamante y recostada en su cama, viendo una serie en N*****x que me recomendó su hermana. A estas horas me sentía… ¿bien? Vikram me enviaba mensajes cada una o dos horas preguntándome cómo estaba, e incluso notas rápidas de voz porque estuvo por fuera mucho tiempo. Por supuesto, no le hablé de lo de mis padres, pues no sería correcto hacerlo de esa forma. Luego de ver un capítulo más, me puse a buscar cosas estúpidas por ahí, hasta que escuché que la puerta de afuera se abría y, al oír pasos fuertes a través del pasillo, supe que el dueño del lugar había llegado. ¿Cómo? Era instinto. En efecto, un Vik con expresión calma entró a la habitación, pero enseguida vi detrás de esa facha y detecté su cansancio. —¿Tuviste un día pesado? —pregunté, cerrando la laptop y poniéndola en la mesita de noch
GIANNASu respiración contra mi cuello cosquilleó con gracia, y esa sensación fue hacia abajo y el frente, hasta detenerse en el cuello de mi sudadera, donde resopló suave.Vik me dio un vistazo desde abajo, y asalté sus labios con calma, con una parsimonia desconocida para mí misma, que lo único que quería ahora era comérmelo entero y gritar hasta perder la voz; pero una parte de mi mente me dijo que disfrutaría más así, de a poco, y decidí creerle.Nos miramos durante todo el beso, lo que lo hizo más potente, más caliente y jugoso, e hice que mi lengua entrara al ruedo, para sumirnos en un placentero vals de varios tiempos, en medio del que lo único que se escuchaba en la habitación eran nuestras exhalaciones y chupeteos.No hacía falta decir ni media palabra. Maldita sea, qué sensación tan jodidamente sobrecogedora y delirante.Mi rostro enmarcado entre sus manos empezó a enrojecer cada vez más, pero era el interior de mi boca el que parecía a punto de explotar, envuelto en un mar
GIANNAMientras su boca hacia maravillas en la mía, su zurda bajó a una entrepierna que despejé gustosa, y sus dedos empezaron a jugar sobre la tela. Vik lamió mis mejillas y volvió a mis labios.—Gia… estás tan caliente que das gusto…—No me culpes… —musité apenas y volvimos a besarnos.Luego, haciendo uso de su enorme envergadura, se me encimó y sometió mis manos con fuerza hacia arriba, al tiempo que comía la sensibilísima piel de mis axilas, lo que me hizo sisear y sacudirme con propiedad. Se sentía mejor que en los pies.Volvió a mi barriga, que parecía gustarle, pero no tardó en poner las manos a los bordes de mi ropa interior y bajarla.—Levanta un poco el trasero —murmuró quedo.Eso hice, y en menos de cinco segundos la prenda se fue, quién sabe si la tiró por ahí, pero luego me abrió las piernas y empezó a besar desde el exterior hasta mi centro. Era delicado, lento… ¿cómo demonios podía mantener la calma en estas circunstancias? Pero, Dios mío, cómo me encantaba que fuese ta
GIANNALa sonrisa en sus labios creció y asintió con la cabeza.—¿Qué vas a hacer? —inquirí curiosa, recostada en la cama con él encima.—Estimular todo su ser, mi señora, tal como me lo pidió —dijo con una voz muy solícita—. Así que… quiero que te pongas en cuatro patas, déjame ver tu trasero.La sorpresa inicial que sentí por sus palabras degeneró enseguida en seguirle el juego, y comenté mientras Vik se bajaba de encima: —Así que voy a ser tu pe.rra esta noche, eso no estaría mal.Me acomodé en cuatro patas, como damisela obediente, pero pude verlo arrugar la cara y negar con la cabeza antes de eso.—«Pe.rra» es un término peyorativo muy feo; sin embargo, en el contexto actual… —Se puso detrás de mí y llevó sus dedos a delinear mi mejilla, para meter el pulgar a mi boca, donde empecé a chuparlo sin pensar—. No me importaría hacerte ladrar.En ese mismo instante, lo sentí frotarse contra mis nalgas, ¡y claro que distinguía lo que ahí se escondía! Incluso debajo de la tela lo ansiaba
GIANNA Mi cuerpo se rindió en algún momento de la noche, y cuando desperté todo a mi alrededor estaba frío, pero también ameno; el cuerpo me pesaba muchísimo, y un penetrante aroma que entró por mis fosas nasales me hizo meterme en mis cinco sentidos. Me removí sobre el cuerpo de aquel hombre que dormía como una piedra. Era tan hermoso, tanto que me arrastré como pude hasta la mesa de noche y tomé mi celular para sacarle una foto ante la que sonreí y guardé con celo. Lo que hicimos fue tan increíble… definitivamente algo que no repetiría en mucho tiempo o terminaría muerta, pero me encantó. —Te amo tanto… ¿cómo demonios te amo tanto? ¿Soy yo, o es Abby la que habla? Da igual… te amo, eso es lo único que me importa. Una sonrisilla sucedió a mis palabras, y empecé a jugar con sus cabellos. Se pasaba la hora del desayuno, sí, pero no tenía ningunas ganas de salir de aquí, y mucho menos de despertar a un hombre que, según sus propias palabras, no había dormido bien ni una sola noche de
GIANNA—¡Señorita, cuidado!Sentí que el alma se me iba del cuerpo, y por unos segundos no pude hacer nada más que ver.Donovan no pudo sacar su arma, esa que llevaba en una funda al costado, porque el sujeto atacó demasiado de la nada como para darle tiempo a desenfundar.—¡Ayuda, ayuda, alguien quiere matarnos! —empecé a gritar en inglés, y luego cambié al neerlandés—. ¡Por favor, ayuda, alguien, ayudaaaa!Don le dio un puñetazo al tipo y lo tiró apenas a un lado, pero este hombre parecía ser un hábil peleador, porque enseguida se recompuso y le tiró una cuchillada que el otro esquivo de rodillas, y apenas ver que parecía querer venir a por mí, lo agarró por la espalda y lo lanzó contra el piso, haciéndolo soltar el cuchillo, aunque este no cayó para nada lejos.Quise ir a apartarlo, pero no tuve oportunidad, pues el tipo lo tomó y lanzó un nuevo arrebato que esta vez Don no pudo esquivar. Escuché su grito repentino, y me quedé en blanco al ver la sangre salir de su pálida mano como