Patrick caminó hasta la playa, se quitó los zapatos y dejó que sus pies jugaran con la arena mientras miraba el inmenso mar acompañado solamente por la luna que se alzaba sobre él, de la misma manera que en el día lo hacía el sol.¿Le dolía la ruptura?Malditamente, que sí, Astrid y él habían estado en una relación de dos años. Había sentimientos que no se podían olvidar de la noche a la mañana, pero que, sí fueron cambiado poco a poco, pese a todo lo que Patrick luchó para mantener encendida la llamada del amor.Astrid y él eran como la luna y el sol, no estaban destinados a estar en el mismo lugar en el mismo tiempo…Patrick cerró los ojos y dejó que sus lágrimas corrieran por sus mejillas, cuando decidió venir a Brasil lo hizo con la idea de enmendar su falta y, aunque sabía que corría el riesgo de perder a Astrid, no imaginó que tuviera que renunciar a ella de manera voluntaria.Él no supo cuánto tiempo estuvo apreciando la inmensidad del mar, pero sí fue consciente del momento en
«Cambia tu vida y nuestros destinos»—¿Cambiar mi vida? Meghan, ¿tienes idea de lo que debe costar un tratamiento en una de esas clínicas?—No importa lo que cueste, Paul, lo único que debes tener es el deseo de cambiar por ti y por mí; por la memoria de nuestros padres, por favor. Hazlo.Paul no pudo evitar derramar las lágrimas que se asomaron a sus ojos.—Lo siento, Meghan. Lo siento tanto. Soy yo quien debería cuidarte y no al revés. No sé en qué momento me perdí tanto y me olvidé de lo que es importante. Arruiné mi vida una y otra vez mientras fui exponiendo tu vida y tu seguridad. ¡Terminé con todo! —expresó con dolor.Paul fue superado por sus emociones y su arrepentimiento.—Te dejé sin un techo donde dormir.—No sigas, Paul, por favor.—Tengo que hacerlo, Meghan. Tengo que exteriorizar y poner voz a mis culpas o no seré capaz de aceptar lo equivocado que estoy.Meghan se acercó a él y apretó su mano.—Solo ten fuerza de voluntad, Paul. Yo me encargaré del resto.—No quiero qu
Luego de la afirmación de Mía, Meghan fue arrastrada por los hermanos Ferreira y Harrison al cine. Luego de compartir una película acorde a la edad de Mía, fueron a cenar.Meghan trató de no pensar más en el problema de Paul, aunque resultaba imposible no hacerlo con la amenaza de Ray sobre su cabeza; sin embargo, preocuparse hasta perder la cabeza no era una solución. Ahora debía pensar en la manera de pagar de una u otra forma la ayuda que los hermanos de Patrick le estaban ofreciendo.—Sigues muy pensativa, Meghan —susurró Mía, sentándose a su lado en el jardín del restaurante.Ella le sonrió a la pequeña.—Estoy preocupada, Mía, no puedo evitar no hacerlo. Paul es el único hermano que tengo, la única familia que me queda.Mía le tomó la mano.—Todo saldrá bien, verás que pronto tu hermano se va a recuperar y atrás quedarán estos amargos momentos.Meghan la miró.—Ojalá tengas razón, Mía, es muy difícil vivir de la manera en la que he estado viviendo desde la muerte de mis padres,
«Astrid y yo terminamos», repitió Meghan en su mente.Meghan se quedó de piedra ante la confesión de Patrick y el silencio reinó en la biblioteca. Sus ojos se encontraron y ella pudo ver en los ojos de Patrick cuánto le dolía aquella ruptura.—Vete a dormir, Meghan —le pidió él, pero Meghan no pudo moverse un solo paso, su corazón dolía al ver el dolor en Patrick.—¿Qué pasó? —preguntó.Meghan era consciente de que no debió hacer aquella pregunta, sabía que era mejor darse la vuelta y retirarse, pero la sensación de opresión en su pecho la hizo seguir hablando.—¿Le has dicho que me besaste? —cuestionó.Patrick asintió.—Se lo he dicho, Meghan. Decirnos la verdad era una promesa entre los dos —comentó.Meghan se sintió culpable.—No debiste decirle, no debiste dejar que ella terminara contigo por mi culpa —se apresuró a decir.Patrick suspiró y se giró, caminó hasta donde había dejado la botella de whisky y se sirvió un vaso lleno.—No ha sido tu culpa, Meghan.—Pero si les has dicho
Meghan corría por el jardín, escapando de Mía, quien la perseguía con un balde de agua.—¡No te atrevas, Mía! —gritó ella, desde la seguridad de un arbusto.—Te dije que quería divertirme, Meghan, no seas aguafiestas. Ven conmigo a la piscina —le pidió la niña, avanzando por el lado contrario.Meghan negó con un movimiento de cabeza, como si Mía la estuviera viendo.—No quiero ir a la piscina, cariño —respondió Meghan.Mía suspiró.—Está bien, tú ganas, pero sal de allí —pidió.Meghan estiró la cabeza y se dio cuenta de que estaba sola. Mía se había marchado…—¡Sorpresa! —gritó la niña, lanzando el agua sobre Meghan.—¡Aah! ¡Mía! —exclamó la joven al sentir el agua fría caer sobre ella.Mía se echó a reír y escapó como si ciento de demonios fueran detrás de ella cuando Meghan salió de su escondite y corrió para atraparla.Las risas llenaron el jardín y Marcelo, en la distancia se divertía con ellas, aunque, había hecho una nota mental. Debía hablar con Mía y enseñarle que cuando alg
«A partir de hoy, Meghan y yo seremos tus enfermeras».El silencio que siguió a la afirmación de Mía, fue roto por Marcelo.—Mía, no puedes disponer del tiempo de Meghan a tu antojo. Ella está aquí para cuidar de ti y no de Patrick, ¿entiendes? —preguntó Marcelo. Como hermano mayor, se veía en la obligación de recordarle a su hermanita, que no podía disponer del tiempo y la vida de otras personas.—Lo entiendo, pero estoy cediendo mi tiempo a Patrick para que Meghan lo cuide y yo voy a ayudarla. ¿Comprendes? —cuestionó la niña en el mismo tono de Marcelo.—Basta, chicos, no se peleen —los regañó Kiara, mientras Patrick observaba a Meghan. La había visto en el hospital, pero no le había hablado.—Marcelo tiene razón, Mía —dijo Patrick, llamando la atención de los presentes.—¿En qué? —preguntó la niña, mirando a Patrick con seriedad.—Meghan es tu niñera, no puedes pedirle que también sea mi enfermera —le explicó en un tono conciliador. Conocía a Mía y sabía que su hermana respondía de
«Kiara y yo somos novios»Harrison marcó su territorio como todo un macho alfa y sin importarle nada más.—¿Cómo qué novios? —preguntó Grace, sorprendida por la noticia.Kiara miró a Harrison con amor, le dejó un corto beso en los labios y giró el rostro para ver a Grace y Renato.—Estamos enamorados, Grace, y estamos juntos desde hace algunas semanas —confirmó Kiara.—¡Dios, esto no me lo esperaba! No puedo creerlo, ¡ustedes dos se llevaban como perros y gatos! —gritó, era evidente que la noticia la había tomado por sorpresa.Renato dejó escapar una carcajada al escuchar a su esposa, lo cual hizo que Grace lo mirase feo.—¿De qué te ríes? —le preguntó molesta.Renato suspiró, la tomó de la mano y la miró a los ojos.—Kiara y Harrison, ¿no te recuerdan a alguien? —cuestionó Renato.Grace hizo un mohín.—Exactamente, así fue como nosotros empezamos nuestra relación, Grace. Sabes que del odio al amor hay un solo paso. Si tú y yo lo dimos, ¿por qué ellos dos no pueden hacerlo?—Porque Ha
Patrick miró a las dos mujeres en el umbral de la puerta, pero solo los ojos abiertos de Meghan captaron su atención.—Lo-lo sien-siento, no sabía que necesitabas vestirte para cenar —tartamudeo Meghan, sintiendo la boca seca, pero sin apartar los ojos del cuerpo de Patrick. Realmente estaba para chuparse los dedos. Ella tragó ante la imagen que se coló en sus pensamientos.—Necesito darme un baño y recordarles que antes de entrar a una habitación deben llamar primero, ¿qué hubiese pasado sin vez de encontrarme sin playera me hubiesen encontrado…?—¡No lo digas! —exclamó Meghan, recordando que Mía estaba detrás de ella.—¿Por qué no? Es la verdad, Meghan, si en vez de encontrarme sin camisa me hubieses encontrado sin pantalones.Meghan giró ligeramente el rostro para buscar a Mía, pero la chiquita se había esfumado de la habitación y la había dejado sola con Patrick. La realidad le abrió un vacío en la boca del estómago.—Yo puedo volver con tu cena más tarde —dijo, dando un paso atr