«Astrid y yo terminamos», repitió Meghan en su mente.Meghan se quedó de piedra ante la confesión de Patrick y el silencio reinó en la biblioteca. Sus ojos se encontraron y ella pudo ver en los ojos de Patrick cuánto le dolía aquella ruptura.—Vete a dormir, Meghan —le pidió él, pero Meghan no pudo moverse un solo paso, su corazón dolía al ver el dolor en Patrick.—¿Qué pasó? —preguntó.Meghan era consciente de que no debió hacer aquella pregunta, sabía que era mejor darse la vuelta y retirarse, pero la sensación de opresión en su pecho la hizo seguir hablando.—¿Le has dicho que me besaste? —cuestionó.Patrick asintió.—Se lo he dicho, Meghan. Decirnos la verdad era una promesa entre los dos —comentó.Meghan se sintió culpable.—No debiste decirle, no debiste dejar que ella terminara contigo por mi culpa —se apresuró a decir.Patrick suspiró y se giró, caminó hasta donde había dejado la botella de whisky y se sirvió un vaso lleno.—No ha sido tu culpa, Meghan.—Pero si les has dicho
Meghan corría por el jardín, escapando de Mía, quien la perseguía con un balde de agua.—¡No te atrevas, Mía! —gritó ella, desde la seguridad de un arbusto.—Te dije que quería divertirme, Meghan, no seas aguafiestas. Ven conmigo a la piscina —le pidió la niña, avanzando por el lado contrario.Meghan negó con un movimiento de cabeza, como si Mía la estuviera viendo.—No quiero ir a la piscina, cariño —respondió Meghan.Mía suspiró.—Está bien, tú ganas, pero sal de allí —pidió.Meghan estiró la cabeza y se dio cuenta de que estaba sola. Mía se había marchado…—¡Sorpresa! —gritó la niña, lanzando el agua sobre Meghan.—¡Aah! ¡Mía! —exclamó la joven al sentir el agua fría caer sobre ella.Mía se echó a reír y escapó como si ciento de demonios fueran detrás de ella cuando Meghan salió de su escondite y corrió para atraparla.Las risas llenaron el jardín y Marcelo, en la distancia se divertía con ellas, aunque, había hecho una nota mental. Debía hablar con Mía y enseñarle que cuando alg
«A partir de hoy, Meghan y yo seremos tus enfermeras».El silencio que siguió a la afirmación de Mía, fue roto por Marcelo.—Mía, no puedes disponer del tiempo de Meghan a tu antojo. Ella está aquí para cuidar de ti y no de Patrick, ¿entiendes? —preguntó Marcelo. Como hermano mayor, se veía en la obligación de recordarle a su hermanita, que no podía disponer del tiempo y la vida de otras personas.—Lo entiendo, pero estoy cediendo mi tiempo a Patrick para que Meghan lo cuide y yo voy a ayudarla. ¿Comprendes? —cuestionó la niña en el mismo tono de Marcelo.—Basta, chicos, no se peleen —los regañó Kiara, mientras Patrick observaba a Meghan. La había visto en el hospital, pero no le había hablado.—Marcelo tiene razón, Mía —dijo Patrick, llamando la atención de los presentes.—¿En qué? —preguntó la niña, mirando a Patrick con seriedad.—Meghan es tu niñera, no puedes pedirle que también sea mi enfermera —le explicó en un tono conciliador. Conocía a Mía y sabía que su hermana respondía de
«Kiara y yo somos novios»Harrison marcó su territorio como todo un macho alfa y sin importarle nada más.—¿Cómo qué novios? —preguntó Grace, sorprendida por la noticia.Kiara miró a Harrison con amor, le dejó un corto beso en los labios y giró el rostro para ver a Grace y Renato.—Estamos enamorados, Grace, y estamos juntos desde hace algunas semanas —confirmó Kiara.—¡Dios, esto no me lo esperaba! No puedo creerlo, ¡ustedes dos se llevaban como perros y gatos! —gritó, era evidente que la noticia la había tomado por sorpresa.Renato dejó escapar una carcajada al escuchar a su esposa, lo cual hizo que Grace lo mirase feo.—¿De qué te ríes? —le preguntó molesta.Renato suspiró, la tomó de la mano y la miró a los ojos.—Kiara y Harrison, ¿no te recuerdan a alguien? —cuestionó Renato.Grace hizo un mohín.—Exactamente, así fue como nosotros empezamos nuestra relación, Grace. Sabes que del odio al amor hay un solo paso. Si tú y yo lo dimos, ¿por qué ellos dos no pueden hacerlo?—Porque Ha
Patrick miró a las dos mujeres en el umbral de la puerta, pero solo los ojos abiertos de Meghan captaron su atención.—Lo-lo sien-siento, no sabía que necesitabas vestirte para cenar —tartamudeo Meghan, sintiendo la boca seca, pero sin apartar los ojos del cuerpo de Patrick. Realmente estaba para chuparse los dedos. Ella tragó ante la imagen que se coló en sus pensamientos.—Necesito darme un baño y recordarles que antes de entrar a una habitación deben llamar primero, ¿qué hubiese pasado sin vez de encontrarme sin playera me hubiesen encontrado…?—¡No lo digas! —exclamó Meghan, recordando que Mía estaba detrás de ella.—¿Por qué no? Es la verdad, Meghan, si en vez de encontrarme sin camisa me hubieses encontrado sin pantalones.Meghan giró ligeramente el rostro para buscar a Mía, pero la chiquita se había esfumado de la habitación y la había dejado sola con Patrick. La realidad le abrió un vacío en la boca del estómago.—Yo puedo volver con tu cena más tarde —dijo, dando un paso atr
Mía levantó la mirada, la habitación estaba sumida en un silencio insoportable y había sido así desde que Meghan y ellas volvieron para cenar con Patrick.—¿Qué ha pasado? ¿Les ha comido la lengua el ratón? —preguntó Mía, arriesgándose a ser regañada por Patrick, pero no soportaba aquella tensión.—No, pero Meghan está cansada, Mía, date prisa para poder irnos a dormir —respondió Patrick sin ver a Meghan.—¿Estás cansada, Meg? —cuestionó Mía, empujando su plato y prestando toda la atención a la joven.—Ha sido un día ajetreado y de muchas emociones —respondió ella, levantando el rostro y sonriéndole a Mía para tranquilizarla.Patrick notó la acción y también pudo darse cuenta de que las mejillas de Meghan estaban ligeramente rojas. Él se mordió el labio y se preguntó si era él la causa de ese sonrojo.—Tienes razón, Meghan, este día ha sido eterno para todos, deberíamos apurarnos e irnos a la cama —convino la niña para tranquilidad y felicidad de Meghan.Sin embargo, esa felicidad dur
Meghan se había concentrado en la lectura y en atender las preguntas que Mía le fue haciendo a lo largo del cuento, pero no estuvo ajena a la mirada de Patrick, podía sentir sus ojos clavados en ella y un escalofrío le recorrió la espalda. Era tan fuerte que era inevitable.Cuando ya no pudo más, levantó la mirada y le sonrió, pues no supo qué otra cosa hacer cuando sus ojos se encontraron con los suyos.—Nos han estado observando desde hace mucho tiempo —expresó Mía, haciendo que Meghan rompiera el contacto visual con Patrick.—¿De verdad? —preguntó, aun sabiendo que era cierto.—Sí, primero fue Marcelo y luego Kiara. ¿Crees que estén tramando algo en nuestra contra? —la preocupación en la voz de Mía casi hizo reír a Meghan. Era imposible que los hermanos quisieran hacerle daño a la pequeña, ella era la luz de sus ojos. La amaban, no había duda alguna de eso.—Lo que pienso, señorita, es que está dejándose llevar por la lectura y está viendo un complot donde no lo hay —respondió Megh
Meghan llamó a la puerta de Daisy un par de veces, se lamentó no haberse tomado el tiempo para llamarla y anunciarle su llegada. Era muy probable que ella no estuviera en casa y Paul en la cama, quizá no podría levantarse para abrirle. Ella estaba a punto de desistir luego de golpear dos veces más la madera, pero unos segundos después finalmente la puerta se abrió.—¿Meghan? —la sorpresa en la voz de Daisy era genuina. No la esperaban, era evidente. Meghan lo supo cuando se fijó en Daisy, tenía el pelo envuelto en una toalla y una bata de baño cubría su cuerpo.—Lamento la hora, Daisy, pero no tuve tiempo de venir por la mañana. El accidente de Patrick cambió todo —le contó, parada aún en el pasillo.—No te preocupes, Meghan, lamento la demora, estaba dándome una ducha —le explicó, apartándose de la puerta para dejarla entrar.Meghan entró hasta la sala, dejó su bolso y se sentó.—¿Cómo está Paul? —preguntó.—Mejorando de a poco, pero no será fácil liberarlo de su vicio. Ha estado inq