26. Nauseas

Ariel

Nada podría sentirse mejor que estar entre sus brazos.

La tranquilidad que sentía con Máximo era casi palpable, sus brazos siempre iban a ser el mejor lugar para estar. Hicimos el amor como si hubiésemos esperado décadas por ello, ni siquiera fui consciente de la puesta de sol filtrándose por la amplia ventana del despacho, solo estaba disfrutando de las caricias que comenzaban en mi pelo y terminaban en la pequeña curva que se hacía en mi cuerpo.

Anhelé que el tiempo se detuviera para nosotros y que ese momento quedara impregnado sobre nuestras pieles como un extraordinario recuerdo.

—Te amo, sirena —Fueron las primeras palabras de Máximo luego de un largo silencio.

Sentí la caricia en aquellas palabras, había tanta sinceridad en ellas que no quedaba el espacio para la duda, yo también correspondía igual o con mayor

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