Máximo
Arreglé todo con un par de llamadas en el camino y ya los paramédicos nos esperaban en el aparcamiento cuando irrumpimos el hospital. Ni bien Flavio había detenido el auto cuando salté fuera y traje a Ariel conmigo entre mis brazos.
Ella había estado inconsciente todo el trayecto y yo sentía que el corazón iba a estallarme por dentro.
Mi mujer y mi hijo, pensé mientras cruzábamos las puertas del centro.
—¿Qué ha pasado? —Thomas apareció tan pronto estuvimos dentro. Examinó sus ojos y su pulso mientras todos se movían y uno de mis hombres de seguridad nos abría el camino.
—Se desmayó. —Dije, estaba agitado—. Ha tenido una fuerte impresión con la prensa, Thomas, ella está embarazada, asegúrate de que ambos estén bien.
—De acuerdo, a urgenci
ArielLogré dormir toda la madrugada y desperté hambrienta la mañana siguiente. El doctor Thomas vino a chequearme poco antes de la madrugada y todo indicaba que mi bebé y yo estábamos muy bien, que mayor había sido el susto.—¿Cómo dormiste? —Máximo, a pesar de haberse ausentado un par de horas la noche anterior, no se despegó de mi en toda la madrugada, ni siquiera cuando Amelia insistió en tomar su lugar.Todavía llevaba el traje de la noche anterior. Su corbata estaba un poco desajustada y su cabello era un marrón alborotado por encima de su cabeza. También, era la primera vez que se dejaba asomar el indicio de algunos vellos en su barba.—Bien. —Murmuré recibiendo el calor de sus besos sobre mis labios—. Pero tengo un poco de hambre—¿Tienes antojos? —Preguntó de inmed
Máximo La prensa no nos dejaría en paz por un buen rato, las fotos y el articulo de lo que allí especulaban era la comidilla de todo el mundo, esa y probablemente la siguiente semana. Tenia que doblar la seguridad, más por Ariel que por mí, no quería que nada le perturbara mientras conseguía resolver toda esta m****a. Conseguimos llegar al ático y evitar a los periodistas en la entrada. Ariel permaneció todo el tiempo inquieta bajo mi brazo mientras yo la cubría con una chaqueta e ignoraba las preguntas irracionales de la prensa. —¿Estás bien? —Pregunté una vez que estuvimos dentro del elevador, cogí su barbilla y la obligué a mirarme. —Si. —Musitó con un asentimiento de cabeza y luego se recargó sobre mi pecho—. Solo necesito descansar. Tan pronto llegamos, Amelia nos esperaba en el vestíbulo. Estaba preocupada, pero se limitó al silencio y nos siguió mientras subíamos las escaleras. Ariel se dejó recostar sobre la ca
MáximoToda la mierda que estábamos viviendo me sobrepasaba y ya yo había sido demasiado condescendiente. Se trataba de la vida de mi mujer y de mi hijo, nada menos.Después de haberme asegurado de que el ático estuviese perfectamente vigilado a partir de los sucedido, me puse a la línea con algunos contactos de bienes raíces, necesitaba comprar una casa alejada del centro de la ciudad y que permitiese la tranquilidad de Ariel el resto de su embarazo y de nuestras vidas. Ella, por su parte, se mantuvo todo el tiempo a mi lado mientras yo lo resolvía todo y cada clase de pendientes desde el despacho.Hablaba por teléfono con Dave esa misma noche mientras la veía descansar en uno de los sofá junto a la ventana, se había rendido al sueño cuando cayó la media noche y yo finalmente pude respirar y deshacerme de algunos botones de mi camisa cuando supe qu
ArielLa visita con el ginecólogo fue una completa aventura.Máximo estaba nervioso y yo ansiosa. Había estado esperándome en el vestíbulo del ático moviéndose de un lado a otro al menos con una hora de anticipación. Demetrio, el nuevo jefe de seguridad, se aseguró de que el trayecto fuese lo mas ameno posible, evitamos algunos periodistas saliendo por la parte trasera del aparcamiento y encontró un modo de que llegásemos al hospital sin ser vistos.Tan pronto entramos a la recepción, nos esperaba una mujer ya con una carpeta.—Señor y señora Kahler, sigan adelante por favor, el doctor Brown ya los está esperando—Dijo ella y mi corazón dio un pequeño vuelco dentro de mi pecho.Señora Kahler… pensé y saboreé la sola idea entre mis labios.Máximo asintió en
ArielEsa y la semana siguiente, se convirtieron en una completa locura.Todo el mundo ya sabia acerca de nuestro compromiso. La prensa fue la primera en descubrirlo. Máximo y yo decidimos ir a ver los anillos para la boda incluso antes de que fijásemos fecha, cuando fuimos fotografiados saliendo de la tienda.Las preguntas no se hicieron esperar y, a pesar de nuestro silencio, el anillo era escandalosamente atractivo. Amelia no podía estar menos emocionada que yo, me había felicitado y abrazado cuando le mostré mi mano, no necesité si quiera comunicárselo. Flavio, por su parte, se enteró al escucharnos. No dijo nada, ni siquiera cuando traté de acercarme a él, fue demasiado evasivo y desde que ya solo trabajaba desde la empresa de Máximo, pocas eran las ocasiones que conseguía verlo.Mis compañeros alucinaron al verme el primer día que fui a
ArielToda mi existencia dejó de tener sentido en el instante en que lo dijo, todo, a partir de ese momento, comenzó a venirse abajo delante de mis propias narices.—No soy tu madre. —Dijo, de forma cruda, satisfecha y certera.Como si se hubiese quitado un peso muy grande de sus hombres al pronunciar aquellas cuatro palabras. ¡¿Pero que estaba diciendo?! Pensé al mirarla, pensé mientras esperaba estúpidamente que se retractara, que se riese en mi cara y asegurara de que se tratara de una maldita broma.Si, tenia que ser una maldita broma… por favor, tenía que serlo.—Estás mintiendo… —Murmuré, quise tanto estar tan segura de eso, pero sus ojos gritaban lo contrario, Dios mío…—. ¿Por qué estás haciendo todo esto?—¿No te das cuenta? —Me miró divertida, a
MáximoNo había más que desconcierto en su rostro después de mencionar aquello, dolor y perturbación. Era como si todas aquellas emociones las hubiesen personificado.—¿Qué dijiste? —Preguntó despacio, pero no era algo que tuviese que volver a repetir, ella había escuchado bastante bien.Ariel era una Kahler y lo supe todo este maldito tiempo, incluso antes de conocerla, incluso antes de verla por primera vez, incluso antes de saber que tenia que buscarla por mar y tierra si eso implicaba encontrarla.Lo hice, sí, pero se suponía que no debía enamorarme de ella.Arrastré la palma de mi mano a través de las hebras de mi cabello en un intento desesperado por no sentir como el alma se me estaba queriendo salir a arañazos. Siempre había tenido el temor de tener que llegar a este momento, siempre y cada maldita noc
MáximoNunca creí que algún día pudiese llegar a sentirme de ese modo, absolutamente roto, devastado y hecho pedazos.La silueta de Ariel despareció tan pronto las puertas del elevador se cerraron y yo sentí como el aire comenzaba a faltarle a mis pulmones, como la vida comenzaba a hacerse escombros delante de mis propias narices.Cuando supe que la quería, cuando supe que me había enamorado de ella como un chiquillo de dieciocho años y que ella hacia de mi un mejor ser humado, creí que tendría el tiempo suficiente para resolverlo todo antes de llegar a este punto, creí que podría tenerlo todo bajo control y así, haberlo ganado todo. ¡Que idiota fui! Había perdido, la había perdido a ella y temía también perder a mi hijo.Mi hijo… pensé en él, en su madre y en la familia que hubiés