Capítulo 3— ¿Qué había sido eso?
Narrador Eira jadeó contra sus labios, con las manos presionadas entre sus cuerpos, sin saber si salir, si empujarlo o aferrarse a su camisa. El aire se volvió denso, irrespirable, y cada roce de Alde sobre su piel encendía las brasas que tanto había intentado apagar. Él no le dio tregua. Sujetó su cintura con fuerza, pegándola aún más a la pared, haciendo que el frío del concreto contrastara con el calor abrasador que él le provocaba. Bajó una mano hasta su muslo, alzándoselo con brusquedad para acomodarse entre sus piernas, como si le perteneciera, como si ese derecho jamás se hubiera puesto en duda. — Vas a dejar de decir estupideces, Eira. No me alejaré de ti, ni hoy, ni mañana, ni nunca. Murmuró ronco contra su cuello, mordiendo despacio, dejando su marca como si quisiera tatuar su nombre en su piel. Eira cerró los ojos, buscando cordura, esa que estaba a punto de perder, pero él se la arrebataba con cada palabra. Intentó hablar, replicar, aunque la voz apenas fue un susurro tembloroso. — Killian… ya no podemos seguir… tú… tú tienes… — Me importa una m****a lo que pienses, Eira... Eres mía. La interrumpió, empujando suavemente su pelvis contra ella, haciéndose sentir, dejándole claro que no pensaba detenerse. — No renunciaré a ti. ¿Te ha quedado claro? Eira soltó un gemido ahogado al sentirlo tan cerca. Él deslizó los labios por su mandíbula, devorándola con hambre, hasta llegar de nuevo a su boca. Esta vez fue peor. Fue un beso profundo, húmedo, brutalmente sincero, como si con eso intentara explicarle lo que nunca se había atrevido a decir. Y Eira, en vez de rechazarlo, lo besó de vuelta; correspondió con la misma intensidad. Porque por más que odiara su egoísmo, por más que le doliera su indecisión de casarse con Sofía, por más que supiera que aquello era un infierno seguro… también era su maldita debilidad. Y en ese instante, entre la pared fría y su cuerpo ardiendo, no quiso ser fuerte. Todo lo opuesto se dejó llevar, se derrumbó entre sus brazos, mandando al infierno el mundo exterior por un instante. Sintió su mano subir por debajo de su vestido, rozándole la cintura, quemándole los sentidos, y arrancándole un escalofrío traicionero que la obligó a apretar los ojos. — Ki… Killian… Susurró, sin encontrar firmeza en su voz, pero con la determinación de que no podía seguir, que tenía que darle un alto a todo esto que había entre los dos. — Por favor… detente… Él se quedó quieto, inmóvil por un segundo, lo suficiente para mirarla fijamente, con esas pupilas oscuras que parecían capaces de descifrar lo que ni ella entendía. — ¿De verdad quieres que me detenga, Eira? ¿Qué me alejé de ti? Preguntó grave, pegando su frente a la de ella, respirando contra su boca. Eira tragó saliva, intentando recomponerse por intenso encuentro, recordándose que debía ser fuerte, que no podía permitirse caer otra vez en sus redes, no cuando él había elegido a otra mujer. — Esto… esto está mal. Murmuró, apretando los labios para no temblar, así como también lo hacía su cuerpo entero — Tú… tienes a alguien más… Sofía, no se merece esto. Alde chasqueó la lengua, molesto, negando despacio, como si sus palabras fueran un absurdo que se negaba a aceptar. — Te dije que me importa una m****a, Eira. ¿Acaso no me escuchas? Pero ella negó, aunque sus manos aún estaban sobre su pecho, aunque el pulso le martillaba en los oídos y cada parte de su cuerpo rogaba, por lo contrario, trato de mantener la compostura. — No puedo… no quiero seguir siendo… la otra. Soltó, bajando la mirada, sintiendo la humillación, treparle por la garganta, casi atragantándola. Y entonces sí, suplicó, con la voz rota, con el corazón apretado en el pecho. — Por favor, Killian… Vete de mi casa, y no regreses. No por falta de deseo. No por falta de amor, porque no lo quisiera ver. Si no porque dolía. Dolía demasiado amarlo así, y no ser correspondida. Liberándola de su agarre entre dientes, Killian dio un par de pasos atrás, y escuchando cómo la puerta a sus espaldas se abría de pronto, Rosalía, la madre de Eira, ingresó al estudio tras regresar de la fiesta. — ¿Qué es lo que sucede aquí? Pasando la mirada de Alde quien se encontraba junto a Eira, que se veía despeinada, esta última bajó la mirada avergonzada por lo que casi sucede en la privacidad del estudio de su padre, y dando un par de pasos hasta ella, Killian respondió — No sucede nada, Rosalía. Solo estoy aquí por un asunto de trabajo que debía discutir con tu hija. Tratando de parecer tranquilo cuando aún estaba bajo el efecto del alcohol, la madre de Drayton, desvió la mirada al hombre a escasos metros de ella, y enarcando una ceja agregó, sabiendo perfectamente lo que sucedía allí. — ¿A estas horas, Alde? ¿Acaso tu piensas que yo soy pendeja? No me hagas reir, por que sé muy bien lo que pretendes, así que te pediré que te largues de mi casa, estas no son horas para visitar a Eira, y mucho menos en ese estado. Sonriendo de lado al pensar que eran inútiles sus intentos por alejarlo de Eira, Killian dio un paso al frente con la imponencia que lo caracterizaba, y desajustando la corbata de su traje, agregó, observándola con cierto desdén. — ¿Y qué tiene de malo mi estado, Rosalía? Eira y yo somos amigos desde que éramos niños, no veo problema alguno que la visite a estas horas. Empezando a perder los estribos al ver el descaro de Killian, Rosalía también se aproximó a él, y apuntando su pecho directamente, murmuró por lo bajo solo para ellos dos — Aléjate de ella, Killian. Pronto serás un hombre casado. No te das cuenta de que la lastimas con tu indecisión. Soltando un siseo, Alde apartó la mano de Rosalía que reposaba sobre su pecho, y pasando por su lado salió del estudio azotando la puerta tras de él. El mayor problema de Alde es que no sabía lo que quería. Por una parte, estaba Sofía, su novia de años, con quien siempre planeo casarse, y por el otro, estaba Eira, su amiga de juventud, quien siempre lo habia apoyado, y a quien amaba con locura, por más que se negara a aceptarlo. Cerrando de nuevo la bata de dormir medio abierta, sintiendo sus mejillas arder, Eira bajó su rostro antes de pasar a un lado de u madre, y regresando a la habitación, se arrojó sobre la cama mientras se preguntaba ¿Qué había sido eso? ¿Por qué Killian se comportaba de esta forma? ¿Acaso ella era importante para él? Negando un instante después al ver que era una estúpida al pensar que eso podría suceder, Eirá se removió sobre sus cama, y cerrando sus ojos, pretendió dormir con la esperanza de que los días venideros fuese menos dolorosos, a pesar de saber que no podría volver a estar con Killian Alde..Capítulo 4— Una condición Narrador Al llegar a la empresa el lunes muy temprano, Eirá caminaba por el lobby del lugar rumbo al elevador. Esa mañana, después de lo vivido en la fiesta de aniversario, lo último que deseaba era encontrarse con Killian, quien la tarde del dia anterior había atiborrado su teléfono con llamadas a las que no respondió. ¿Por qué lo hacía? ¿Para restregarle en la cara lo bien que se sentía junto a Sofía? Al ingresar al ascensor, Eirá saludó a un par de empleados que se dirigían a su lugar de trabajo, y viendo cómo las puertas de este se cerraban, se mantuvo en silencio hasta llegar a su destino. Sinceramente, si por ella fuera, no regresaría a ese lugar que cada rincón le recordaba a Killian y al inicio de su relación. Si es que a eso se le podía llamar relación. Pero sabiendo que no tenía otra salida y que esa empresa también era su responsabilidad, fue que se armó de valor esa mañana para regresar. Al llegar al piso superior, apenas salió de este se di
Capítulo 5— Un honor Narrador —¡Osito! Moría por verte. Rodeando el cuello de Alde con sus manos, Sofía se aferró a él como si se tratase de una sanguijuela, ignorando por completo la presencia de Eirá, quien estaba frente a ella. Tensando cada músculo de su cuerpo, Killian permaneció rígido sin responder al abrazo ya que no la esperaba alli, y liberándolo al fin por un breve instante, Sofia agrego con una amplia sonrisa —Encontré la planificadora de boda perfecta… Me la recomendó mi amiga, Katy, dice que es la mejor de toda la ciudad ¿No te parece una maravillosa noticia? Me iba a volver loca si me encargaba de todo sin ayuda. Sin poder apartar la mirada de Eirá, quien se veía incómoda frente a él, Alde se mantuvo de la misma forma sin decir palabra alguna. Él en ningún momento citó a Sofía allí para hablar, mucho menos sobre una planificadora de bodas, por lo que la situación lo tomó por sorpresa. —¿Eirá? Discúlpame, con lo emocionada que llegue, no había notado que es
Capítulo 6— ¿Cómo quieres que me sienta?NarradorCaminando por el amplio lobby de la empresa, Eirá pretendía regresar a la oficina. La visita al taller de orfebrería no había salido como esperaba, pero al menos la producción de algunas piezas había iniciado, y aunque esperaban la llegada de materiales faltantes, esperaba que esto no afectara el proceso de las mismas.Al llegar al elevador, Eirá permaneció por un instante a la espera de este mientras revisaba su teléfono, y viendo cómo las puertas se abrían de pronto, Iker Vael salía de su interior.— Eirá.Con una amplia sonrisa, musitó su nombre alegre de verla al fin, y permaneciendo en silencio, un poco descolocada por la extraña visita, Eirá permitió a las demás personas que esperaban ingresar a la caja metálica para poder hablar con su ex novio.— Iker... Qué extraño verte aquí. No me digas que has venido a buscarme.Pensando que el motivo de su inesperada visita era ella, Eirá centró la mirada en él, quien negó estrechando el p
Capítulo 7— Solo tu eres el culpableNarrador Permaneciendo de la misma manera imperturbable y con la misma maldita sonrisa en su rostro, Iker siguió sin moverse siquiera un poco, y perdiendo la paciencia, Killian volvió a preguntar, esta vez en ese tono filoso que tanto detestaba, Eirá — ¿Que es lo que pretendes, Iker? ¿Que haces aquí con Eirá hablando de negocios? Señalándole a su compañera mantener la calma quien se veía cada vez mas intranquila, Vael se removió en su lugar, y recargando el codo en la mesa respondió al fin tras un enorme silencio incomodo — ¿Y que te haces pensar que hablamos de negocios, Killian? Eirá y yo somos viejos amigos, por lo que podemos salir cuantos veces queramos. Por supuesto también le conté sobre la conferencia de Moscú, como tu socia tiene derecho de saberlo ¿No es así? Pero la principal razón de nuestra salida no es esa Observando por sobre sus hombros a Eirá, quien aun se notaba molesta, Killian apretó un puño deseando cerrarle la boca d
Capítulo 8— Empezar de nuevo Narrador Empezando a caminar cuando Eirá estuvo un poco más tranquila tras la discusión con Killian, Iker intentó distraerla de la dura realidad que vivía en ese instante. Ver al hombre que amaba poner en primer lugar a su prometida no era nada sencillo, dolía, quemaba, causaba una herida difícil de sanar, por lo que, invitándola a ir por un helado, una vez ambos eligieron su sabor favorito, tomaron asiento en la plaza más cercana para conversar. —¿Qué tienes planeado hacer para tu cumpleaños? Aun lo recuerdo, es en 9 días Eirá, quien hasta ahora no había pensado en eso, observó a Iker por un instante en silencio, descolocada al descubrir que él aún recordaba cosas de ella que pensó había olvidado, y desviando la mirada al frente a la fuente de agua que fluía a escasos metros de ella, respondió con un deje de amargura lamentándose de que Killian no era como él. —¿Me creerías si te digo que lo había olvidado? Con tanto trabajo últimamente apenas recue
Capítulo 9 — Un sinsentidoNarradorIniciando un nuevo día, y con el sol apareciendo en el horizonte, Eirá caminaba por el lobby de la empresa rumbo al elevador. Tenía tantos pendientes por hacer esa mañana que mantenía la esperanza de que su camino no se topara con el de Killian por al menos un par de horas.Pasando junto a la recepción del lugar, un asentimiento de cabeza acompañado de una sonrisa fue dirigido a la dama del otro lado del mostrador, y recordando ésta última que había llegado una correspondencia destinada a la señorita Drayton, se apresuró a llamarla.— ¡Señorita Drayton! Llegó algo para usted.Frunciendo el entrecejo de su frente al no esperar ningún paquete y algo descolocada, Eirá se acercó al mostrador de madera pulida con el enorme logo de la empresa en el centro de este, sin dejar de tratar de recordar alguna orden pendiente, y sacando del otro lado un enorme ramo de tulipanes rojos, Eirá llevó las manos a su boca para callar un pequeño gemido de sorpresa que br
Capítulo 10— Simples floresNarradorSaliendo de la oficina de Killian, sintiendo su corazón palpitar sin control alguno, Eirá pretendía recuperar sus tulipanes. Tulipanes que para algunos eran flores insignificantes, pero para ella eran especiales. No por venir de Iker Vael, o algo parecido, sino por el gesto tras sentirse rechazada por un largo tiempo.Llegando al escritorio de la asistente de Killian, Eira barrió el lugar con la mirada, y al notar que ella no estaba, recorrió parte del lugar buscando a la chica.—¿Dónde se habrá metido, Estella?Dando un par de pasos, Drayton vio a lo lejos a la mujer que venía de regreso tras cumplir una orden de su jefe, y acercándose a ella, preguntó sin rodeos.—¿Mis flores? Estuve en tu escritorio y no las vi, ¿Me las podrías entregar?Abriendo su boca ligeramente cuando Eira vino en busca de algo que ya no existía, de algo de lo que ella ya se habia desasido, la asistente trató de buscar una explicación, y bajando su mirada al suelo, la chica
Capítulo 11— Ya has decididoNarradorCon la boca ligeramente abierta y sus ojos empezando a cristalizarse por la sorpresa de ver a su vieja amiga regresar, Eirá olvidó por completo lo sucedido segundos atrás con Killian. Llevando ambas manos a su boca, Drayton empezó a caminar hacia su encuentro y, abrazándose apenas se encontraron, tanto Rachel como Eirá dejaron un par de lágrimas salir.—¿Cuándo llegaste? ¿Por qué no me avisaste? Yo podía haber ido por ti.Separándose por un breve instante, ambas amigas, alejadas por años por cuestiones laborales, se observaron mientras limpiaban las lágrimas derramadas y, negando aun sin decir palabra alguna, Rachel respondió—Quería darte una sorpresa, pero veo que la sorprendida soy yo... Déjame adivinar, ¿estás peleando con la basura de Alde de nuevo?Empezando a reír al recordar que Rachel no toleraba siquiera un poco a Killian, Eirá estaba feliz de volver a verla y, tomándola de su mano, le pidió ir a su oficina. Por cuestiones de trabajo, Rac