Duncan tardó más de veinte minutos en encontrar a Leslie. Estaba listo para llamar a la policía cuando recordó que con quién tenía que comunicarse era con Arthur, puesto que no podía llamar la atención en lo referente a ella y los MacAllister eran como una especie de guardianes de las viajeras en el tiempo. Cuando por fin sus ojos se fijaron en ella, había regresado al estacionamiento, la había estado buscando en las adyacencias boscosas del restaurante, y Leslie estaba acurrucada contra su auto deportivo. Se abrazaba a sí misma, su mirada puesta en todo menos en él. No soportaba ni siquiera la idea de verlo.Soltó un suspiro de alivio e intentó acercarse a ella, pero esta mantuvo sus ojos lejos de él y se alejó cuando alzó la mano para tocarla. Sintiéndose mal por la manera en la que seguramente había malinterpretado la situación o por cómo pudo, sin querer, atentar contra sus principios, se conformó con el hecho de que entrara a su Audi cuando abrió la puerta para ella y se dijo a s
Duncan no pudo soportarlo más. Ante sus palabras inclinó el cuerpo hacia adelante y juntó sus labios con los suyos de nuevo, solo que esta vez la besó de manera hambrienta. Como si no pudiera respirar si el oxígeno no proviniera de su boca, la besó mientras sus manos buscaban el dobladillo de su vestido. Leslie enredó sus dedos sobre su nuca y alzó las caderas para facilitar que le bajara las medias y la ropa interior lo suficiente para lograr su cometido, Duncan ajustándose entre sus piernas.Una vez entró en ella, ambos dejaron escapar un gemido de placer. Duncan permaneció quieto un momento, pero empezó a moverse tras sentir que la rubia se había ajustado a su tamaño. A diferencia de su anterior encuentro, este fue rápido y desenfrenado, pero no por ello menos especial. Duncan escondió el rostro en el cuello de Les mientras embestía una última vez contra ella, llenando su cuerpo con su semilla espesa y cálida.Ella lo miró con expresión risueña cuando finalmente alzó la cabeza.─Pa
PasadoIsobel a penas durmió durante su noche de bodas. Aunque no estaba segura de poder decir que se había casado con todas las de la ley, tampoco podía menospreciar los intentos de Graham por hacerla sentir cómoda cuando a lenguas se notaba que no era una persona que se preocupara abiertamente por los sentimientos de los demás y con ella al menos lo había intentado. Además, comparándolo con otros hombres con los que había tenido la oportunidad de compartir, estaba haciendo un verdadero esfuerzo por dejar de lado su naturaleza machista.En lugar de imponerse sobre ella, solía pedir su opinión. Lo hacía con el entrecejo fruncido, como si estuvieran derramando ácido sobre su cuerpo, pero lo hacía pese a las protestas de su mente.Isobel no pudo evitar reír mientras se asomaba por la ventana, recordando su rostro de esa mañana mientras le preguntaba cuánto tiempo más necesitaría para aceptar lo evidente, que no había ninguna manera de regresar al futuro, y emprender camino a casa.Graha
Intentó ansiar su yegua hacia atrás, pero Graham le robó las riendas de las manos. Si Isobel la forzaba, se caería de su caballo. Ella no lo hizo, pero eso no significaba que no estuviera molesta con él por contradecir sus deseos.─Isobel, no sé ni la mitad de las cosas que tú. Eres la mujer más inteligente que conozco y sería un idiota de no aceptarlo. Recibiste una educación que ni siquiera compararé con la mía ─susurró al ver ira en sus ojos, pero también dolor debido a que realmente quería ir con los Blackstone─. Pero estos días he estado pensando en una teoría. Espero que al igual que confié en ti la historia de mi padre, lo cual jamás había hablado con nadie a parte de mi abuelo, espero que confíes en mí para esto. Intentando encontrarle todo el sentido posible a esto, me di cuenta de que creo en el destino.Por algún motivo el aire se desvaneció de los pulmones de ella al oírlo hablar. No solo estaban hablando de un tema que tocaba sus fibras sensibles, sino que también estaban
El viaje de regreso a las tierras de los MacAllister fue mucho más rápido en esta ocasión, lo que hizo que las mejillas de Isobel enrojecieran mientras recordaba el motivo exacto por el cual habían tardado tanto en llegar a Edimburgo antes: nadie quiso tomarse un descanso en el bosque durante la noche. También debido a que en esa ocasión no estaban solos, sino en compañía de una pequeña tropa de miembros del clan MacAllister, Graham no se encontraba al mando del carruaje, sino ocupando asiento frente a ella, mirándola con ojos verdes llenos de intensidad mientras su abuelo roncaba a su lado porque habían decidido usar el otro para llevar el equipaje de todos y a las dos científicas, o brujas, como las llamaba Graham, que iban con ella.La presencia de Sean, sin embargo, no parecía ser un estimulo lo suficientemente fuerte como para apaciguar a Graham. Este le sonreía a Isobel de manera lasciva y significativa mientras dirigía sus ojos de los árboles a ella, a lo que su esposa se remov
Cuando Isobel despertó, lo hizo sobre una suave superficie cálida en la que se acurrucó y rodó como un gatito somnoliento varias veces antes de abrir sus párpados con un sutil aleteo de mariposa. Al incorporarse descubrió que se encontraban en la habitación de Graham en el palacio de los MacAllister y que este estaba dormido, en toda su gloria desnuda, junto a ella. Aunque involuntariamente sus muslos se juntaron al tener un vistazo de su cuerpo, se obligó a sí misma a dirigir sus pensamientos hacia otra dirección y a levantarse después de cubrirlo un poco más con la manta. Con pies descalzos, caminó sobre el frío piso de piedra en dirección al baño. Graham también la había cambiado, por lo que en vez del molesto vestido que había usado durante el viaje traía un camisón suelto y cómodo del cuál se deshizo con rapidez antes de entrar en la bañera del baño.No pudo evitar gemir cuando su cuerpo desnudo entró en contacto con el agua. Probablemente se estaba arriesgando a contraer un resf
Duncan y Leslie ya habían establecido una rutina entre ellos mientras este se recuperaba de la desaparición de Isobel y ella se adaptaba a la nueva época en la que vivía, por lo que ambos, en especial ella, se vieron ligeramente afectados cuando Duncan decidió que era momento de volver al ballet de Edimburgo. Pese que había modificado el horario de sus clases para que coincidiera con las clases de piano en su casa de Leslie, estaban tan acostumbrados a pasar cada segundo del día en compañía del otro que Leslie no podía pensar en nada más mientras su instructor le hablaba y las notas de piano sonaban en perfecta sincronía bajo sus dedos.Subestimaba su talento, le había dicho Duncan después de que la escuchó tocar por primera vez luego de prácticamente echar al sujeto que trajo el hermoso instrumento a su casa y quedar maravillado con su dote musical.─¿Leslie? ─le preguntó el hombre junto a ella mientras ajustaba sus gafas sobre su nariz y la miraba fijamente, intentando descifrar qué
Ignorando la opresión en su pecho que a duras penas le dejaba respirar, Duncan extendió su mano hacia ella antes de levantarse, la cuál Leslie tomó. Sin dirigirle la palabra, lo cual trajo una arruga a su rostro, Graham la llevó directamente hacia el sitio en el que los bailarines habían estado antes. La hermosa decoración invernal seguía a su alrededor, por lo que estaba más allá de impresionada por todo el brillo y los preciosos detalles.Duncan, en un determinado momento en el que Leslie se dio la vuelta, deslizó su mano y la dejó a solas por un momento en el que ella no hizo más que girar sobre sí misma en su búsqueda, apreciando los copos de nieve falsa que todavía caían del techo del escenario. Tras atrapar uno de ellos en su mano, finalmente sus ojos dieron de nuevo con los de él.─Baila conmigo ─le pidió.Por la mente de Leslie ni siquiera pasó negarse, por lo que acurrucó su rostro contra el pecho de Duncan, raspando su mejilla contra él, y aceptó balancearse en su contra mie