El viaje de regreso a las tierras de los MacAllister fue mucho más rápido en esta ocasión, lo que hizo que las mejillas de Isobel enrojecieran mientras recordaba el motivo exacto por el cual habían tardado tanto en llegar a Edimburgo antes: nadie quiso tomarse un descanso en el bosque durante la noche. También debido a que en esa ocasión no estaban solos, sino en compañía de una pequeña tropa de miembros del clan MacAllister, Graham no se encontraba al mando del carruaje, sino ocupando asiento frente a ella, mirándola con ojos verdes llenos de intensidad mientras su abuelo roncaba a su lado porque habían decidido usar el otro para llevar el equipaje de todos y a las dos científicas, o brujas, como las llamaba Graham, que iban con ella.La presencia de Sean, sin embargo, no parecía ser un estimulo lo suficientemente fuerte como para apaciguar a Graham. Este le sonreía a Isobel de manera lasciva y significativa mientras dirigía sus ojos de los árboles a ella, a lo que su esposa se remov
Cuando Isobel despertó, lo hizo sobre una suave superficie cálida en la que se acurrucó y rodó como un gatito somnoliento varias veces antes de abrir sus párpados con un sutil aleteo de mariposa. Al incorporarse descubrió que se encontraban en la habitación de Graham en el palacio de los MacAllister y que este estaba dormido, en toda su gloria desnuda, junto a ella. Aunque involuntariamente sus muslos se juntaron al tener un vistazo de su cuerpo, se obligó a sí misma a dirigir sus pensamientos hacia otra dirección y a levantarse después de cubrirlo un poco más con la manta. Con pies descalzos, caminó sobre el frío piso de piedra en dirección al baño. Graham también la había cambiado, por lo que en vez del molesto vestido que había usado durante el viaje traía un camisón suelto y cómodo del cuál se deshizo con rapidez antes de entrar en la bañera del baño.No pudo evitar gemir cuando su cuerpo desnudo entró en contacto con el agua. Probablemente se estaba arriesgando a contraer un resf
Duncan y Leslie ya habían establecido una rutina entre ellos mientras este se recuperaba de la desaparición de Isobel y ella se adaptaba a la nueva época en la que vivía, por lo que ambos, en especial ella, se vieron ligeramente afectados cuando Duncan decidió que era momento de volver al ballet de Edimburgo. Pese que había modificado el horario de sus clases para que coincidiera con las clases de piano en su casa de Leslie, estaban tan acostumbrados a pasar cada segundo del día en compañía del otro que Leslie no podía pensar en nada más mientras su instructor le hablaba y las notas de piano sonaban en perfecta sincronía bajo sus dedos.Subestimaba su talento, le había dicho Duncan después de que la escuchó tocar por primera vez luego de prácticamente echar al sujeto que trajo el hermoso instrumento a su casa y quedar maravillado con su dote musical.─¿Leslie? ─le preguntó el hombre junto a ella mientras ajustaba sus gafas sobre su nariz y la miraba fijamente, intentando descifrar qué
Ignorando la opresión en su pecho que a duras penas le dejaba respirar, Duncan extendió su mano hacia ella antes de levantarse, la cuál Leslie tomó. Sin dirigirle la palabra, lo cual trajo una arruga a su rostro, Graham la llevó directamente hacia el sitio en el que los bailarines habían estado antes. La hermosa decoración invernal seguía a su alrededor, por lo que estaba más allá de impresionada por todo el brillo y los preciosos detalles.Duncan, en un determinado momento en el que Leslie se dio la vuelta, deslizó su mano y la dejó a solas por un momento en el que ella no hizo más que girar sobre sí misma en su búsqueda, apreciando los copos de nieve falsa que todavía caían del techo del escenario. Tras atrapar uno de ellos en su mano, finalmente sus ojos dieron de nuevo con los de él.─Baila conmigo ─le pidió.Por la mente de Leslie ni siquiera pasó negarse, por lo que acurrucó su rostro contra el pecho de Duncan, raspando su mejilla contra él, y aceptó balancearse en su contra mie
Los ensayos de Duncan en el teatro eran cada vez más extensos y continuos porque su temporada de aparición sobre el escenario estaba a punto de llegar, por lo que cada vez él y Leslie pasaban más tiempo separados y ella y su maestro de piano más tiempo juntos. Pese a que la mayoría de las veces que se iba de casa habían mujeres de servicio ayudándola y haciéndole compañía, Duncan y ella habían acordado decirle a todos que había sido parte de una especie de comunidad amish para que se le fuera más fácil relacionarse con las demás personas, él había contratado a Lincoln para que le diera horas extras de clases con el fin de que su mente se mantuviera distraída al cien por ciento en su ausencia. Pese a que todavía sentía un tirón en su pecho al no encontrarse con él todo el día, funcionaba debido a lo mucho que amaba la música y lo ansiosa que estaba por aprender más de ella.Realmente apreciaba que Duncan hubiera hecho esto realidad por ella. Que la animara a cumplir sus sueños.Cuando
A pesar de que la advertencia venía e un hombre que traía mallas bajo su abrigo, Lincoln se la tomó en serio asintiendo. No podía creer lo que había hecho. Había cruzado una fina línea tras la cual ya no podría volver a estar y había traicionado la confianza de Leslie por nada, puesto que esta jamás lo correspondería. Tras ver la mirada de desolación en su rostro cuando la besó y cuando se dio cuenta de que su empleador lo había visto, lo sabía.No había sitio en su corazón para nadie más.—Puedo devolverle el dinero y dejar de darle clases a Leslie, si se siente incómodo.Duncan negó.—Me preocupa más como se sienta ella.—¿Qué quiere decir?—Que mi chica merece lo mejor y solo lo mejor, lo cual desafortunadamente eres tú, no un hombre mayor o una mujer de la que no tenga que preocuparme, y mientras ella no se sienta incómoda en tu presencia, lo seguirá obteniendo. —Sin más, se dio la vuelta. Ya había perdido el tiempo suficiente con él. Quería ver a la rubia y consolarla. Asegurarle
La madre de Duncan, Elizabeth, rodeó con los brazos a su hijo tan pronto como apareció del otro lado de su puerta. A pesar de que se habían encontrado en Edimburgo unas cuantas veces para almorzar con él a solas, ya que Leslie por lo general sufría de dolores de cabeza cuando salían y había mucho ruido en las calles, por lo que solía preferir quedarse en casa, tenía días sin verlo. Seguía preocupada por él por cualquier efecto grave que la muerte de Isobel pudiera ocasionar en su príncipe dorado, pero hasta los momentos no parecía sufrir de ningún tipo de depresión.Leslie nunca sabría cuán agradecida estaba con ella por ello.La pequeña chica de cabello dorado, el ángel rubio, como había empezado a llamarla dentro de su mente, era el motivo principal de las sonrisas de su hijo y aunque todo entre ellos iba de manera apresurada, no podía hacer nada al respecto salvo estar agradecida por la luz que trajo a su vida en su momento más oscuro. Como madre siempre estaría en deuda con ella.
Ante sus palabras, sus rodillas se sintieron débiles y todo, salvo el rostro de Duncan al atajarla, imagen que duró unos segundos en su mente, quedó en negro. Este la atajó antes de que existiera un riesgo real de que pudiera lastimarse impactando contra el suelo.La reacción de Elizabeth ante el embarazo de Leslie se debió a que estaba tan feliz con la noticia, lo cual había estado esperando que sucediera desde que su hijo se convirtió en un hombre, deseando ser abuela y tener un bebé para malcriar en sus brazos nuevamente, que corrió al salón para empezar a llamar a sus amigas y organizar una fiesta, esa misma noche, para celebrar la noticia. Sería una fiesta íntima y familiar, pero se esforzaría en hacerla hermosa como cada uno de sus eventos. Se abstuvo de invitar a la madre de Isobel, Faith, porque no estaba segura de cómo reaccionaría ante la noticia ya que Duncan y ella habían estado a punto de casarse y no quería echarle sal a la herida.Su hijo al principio había estado en co