PasadoIsobel reaccionó a las palabras de Francis quedándose sin aliento.─¿Muriendo? ─preguntó, su estómago hundiéndose ante la idea de volver a pasar por la misma experiencia siniestra para regresar: el dolor indescriptible, la oscura profundidad y el inevitable vacío que la engulló hasta que todo a su alrededor desapareció, quedando ella y nada más.Francis asintió.Aunque había tenido un debate interno sobre si contarle o no esa historia a Isobel, finalmente había optado por hacerlo porque ella merecía ser consciente de todas las alternativas y opciones a su alcance.─Es la única manera que no ha sido probada del todo ya que Jonathan llegó a tiempo para impedirlo, pero que podría funcionar ─susurró, agachando la mirada─. Después de eso huyeron y se casaron, manteniéndose a escondidas hasta que Graham nació y se dieron cuenta, al presentarlo con Sean, que ya el escándalo de ellos dos juntos había pasado. Realmente la amaba. Su mirada cuando Haidee estaba con vida es muy diferente a
Por el resto del día Isobel a penas fue capaz de ver a Graham a los ojos. Aunque era buena ocultando cosas y moldeando la verdad a su conveniencia debido a su profesión de abogada, por algún motivo no era capaz de mantener su conciencia tranquila en lo que se refería a esconderle la sospecha de su embarazo; pese a que pensaba que estaba haciendo lo correcto ya que no quería darle lo que tanto había estado pidiendo a gritos que quería durante los pasados días y luego arrebatárselo diciéndole que solo era un malestar gastrointestinal.El té que Claire le preparó la había ayudado bastante a recomponerse, pero todavía seguía cansada, así que huyó a su habitación a penas la comida terminó y se encerró en ella para descansar, pasando también de la cena. Sean había secuestrado a su esposo para hacer un recorrido por sus tierras, así que Graham no vino a ella hasta después de que se sirvió la última comida porque había tenido que atender a unos miembros importantes del clan. De no ser por ell
Isobel parpadeó, sin poder creer que ese hombre fuera tan cínico como aparecerse en las tierras de su familia luego de tanto tiempo ausente a la vez que Graham también lo hacía. Era como un cáncer sin cura del cual su esposo no podía deshacerse hiciera lo que hiciera. Tras vestirse con un vestido azul cuyo corsé ordenó que no apretaran demasiado y dejar su cabello mojado suelto sobre sus hombros para que se secara más rápido, se echó un vistazo al espejo de metal y sonrió mientras acariciaba su vientre con sus manos. Esperaría un par de semanas más antes de darle la noticia a Graham, cuando estuviera segura. Ya que hacía un día frío, cubrió su cuerpo con una capa de piel antes de bajar al salón.Mientras descendía las escaleras, se sorprendió a sí misma con el hecho de que después de haber pasado casi todo el día anterior durmiendo, parecía haber hecho las paces con la idea de ser madre cuando nunca se habría imaginado a sí misma teniendo hijos antes de los treinta.Al entrar en el co
Tenía mucho que hacer, así que pospuso temporalmente sus encuentros con Alice y Francis para empezar con los preparativos del baile. Solo tenían dos días para ello, por lo que se dedicó a ayudar a la servidumbre con la limpieza del salón mientras pensaba en cómo haría la decoración sin la ayuda del sofisticado equipo que su madre solía contratar para que hiciesen la visión dentro de su mente una realidad. No era primavera, por lo que no tenía nada salvo hielo y nieve para ambientar el salón debido a la ausencia de flores durante esta estación.Acababa de desempolvar una de las cortinas cuando Sean asomó su cabeza plateada en el enorme salón de baile, mirando con algo de horror cómo la esposa de su nieto estaba sentada en el suelo, fregándolo como una sirvienta. Sin dudar, la instó a levantarse cuando estuvieron cerca. Se aclaró la garganta antes de hablar a pesar de que ella ya le estaba prestando la suficiente atención.─Graham mencionó lo infeliz que fuiste el día de tu boda debido
Los preparativos para la fiesta de bienvenida del Rey de Escocia marcharon mejor de lo que Isobel y posiblemente todos esperaban dado su grado de inexperiencia, sobre todo Jonathan, quien no dejaba de verla con la frente arrugada con disgusto debido a que sus planes para dejarla como una inútil se habían ido por la culata. Por mucho que le costara admitirlo, Claudia había resultado de gran ayuda para ella ya que era imposible que en tan poco tiempo se aprendiera los nombres de todos los integrantes del clan y de los miembros de la corte que acompañarían al su majestad. Tampoco era completamente aburrida o desagradable, sino más bien todo lo contrario.En realidad era la mejor compañía femenina que había tenido desde que llegó, haciéndola reír incluso cuando se esforzaba por no hacerlo debido a que tenía mucho que resentirle por Graham.─Y, por último, evita ser extremadamente amable y amistosa. Eres la esposa de un futuro Sir, no una maldita sirvienta ─le dijo después de terminar de m
Una vez se sentó con ella en sus piernas pese a los intentos de huir de su esposa, cuyas mejillas se habían sonrojado, esta se dirigió a él con el ceño enormemente fruncido ya que con un solo acto acaba de echar al traste cualquier respeto que pudo haberse ganado por su cuenta.─Me acabas de hacer ver como una estúpida ─refunfuñó.Graham besó su mejilla, a lo que Isobel se derritió por dentro.No podría estar molesta con él ni aunque quisiera, pero al menos era lo suficientemente fuerte como para aparentarlo.─Eres mi esposa ─gruñó cuando acercó sus labios a los suyos e Isobel no los separó a modo de protesta, sin entender el por qué de su comportamiento─. Puedo hacer con mi esposa lo que quiera.Isobel se cruzó de brazos, molesta.─De donde vengo, eso que acabas de decir sonaría muy mal.Graham se encogió de hombros.─En donde estamos, me perteneces y puedo hacer contigo lo que desee… ─murmuró contra sus labios mientras lleva una mano al dobladillo de su vestido, a lo que Isobel se t
Isobel nunca se habría imaginado que aquel día iba a morir.El reto de subir a Ben Nevis, la montaña más alta de Reino Unido, no suponía un gran esfuerzo para Isobel. No podía evitar apuntarse a todas las excursiones que encontraba en línea o en folletos en establecimientos hacia los Montes Grampianos.Cuando Isobel llegó a la cima de la meseta, a aproximadamente mil trecientos metros sobre el nivel del mar, esperó a que los demás excursionistas se alejaran para continuar por otro camino, deseaba un momento de tranquilidad para extender el tartán en el suelo y sentarse sobre él. Alejarse del resto de viajeros para poder contemplar la vista que se hallaba ante tus ojos hacía que mereciera la pena renunciar al resto del recorrido. Ya los encontraría en el aparcamiento cuando terminase de disfrutar de la sensación que producía el aire escocés en el rostro
Fort Williams, Escocia.Año 1700.Graham cabalgaba por el peligroso sendero montañés a bordo del único ser vivo en el que verdaderamente confiaba: un pura sangre negro que él mismo había ayudado a sacar del vientre de la yegua que lo dio a luz y que había adiestrado para que fuera su compañero desde que nació. Kendrick había sido lo único que había tomado, a parte de la ropa que llevaba puesta y unas míseras monedas de oro que eran nada al lado de la fortuna de su padre, de su hogar de la infancia cuando se marchó de ella a la edad de veinte años. Desde entonces había estado viajando por toda Escocia, habituándose a la vida de highlander que habían llevado tanto su abuelo como sus antepasados, pero que su progenitor había saltado en búsqueda de la modernización como si se sintiera avergonzado de ell