Escocia, Invierno del año 1700.Uno de los más terribles según Graham.Mamá, papá, soy Isobel.Sé que les costará mucho aceptarlo y que los MacAllister tendrán que enseñarles muchas pruebas hasta que finalmente lo hagan, pero sí. Soy yo. Su hija, la que mamá habituó a usar vestidos casi en contra de su voluntad desde que era una niña y a la que papá se resignó a enseñarle todo sobre el negocio familiar una vez se dio cuenta de que no tendrían un hijo varón. Esos dos hechos, el que no tuvieran otro hijo además de mí y el que nunca vaya a poder hacerme cargo del negocio familiar, siempre tendrán un peso sobre mi corazón, pues me escuece que no dejé a nadie más con ustedes. Nadie que los acompañe si me quedo aquí. Que nunca vaya a cumplir mi sueño de hacerme cargo tu legado, papá, pero quiero ofrecernos a los tres el consuelo de que aquí, a dónde la caída en Ben Nevis me llevó, no soy del todo infeliz.Un highlander llamado Graham MacAllister, un noble que vive a orillas de la montaña, m
Estaba sumamente cansado por la labor de conducir la carroza, puesto que también se había negado a ser acompañado por uno de los súbditos de su abuelo, pero no pudo evitar seguir el impulso de extender sus brazos al interior de la estructura de madera y envolver a la pelinegra con ellos. Isobel se quejó cuando Graham la alzó.Graham no la escuchó.─Graham ─insistió, agitando sus pies para que la bajara, pero incluso ese movimiento era débil y poco convincente. Se sentía sin fuerzas, derrotada, puesto que era ella contra todas las leyes del espacio y el tiempo, y era por esa precisa razón que evitaba pensar en su vida del siglo XXI y se concentraba en aceptar, poco a poco, su realidad─. Por favor, bájame. ─Él lo hizo, pero no porque Isobel se lo pidiera, sino porque ya habían llegado al sitio en el que planeaba hacer una fogata. No había traído una tienda de campaña con él porque nunca esperó detenerse camino a la ciudad, pero las condiciones climáticas lo habían obligado a hacerlo─. ¿
Se relamió los labios cuando Graham posó su mirada en ellos.─¿Has oído la frase follar para olvidar las penas?Graham negó, divertido con su lenguaje inmoral y la manera en la que hurgaba en el interior de sus pantalones en busca de su erección, la cuál estaba cobrando vida con suma rapidez entre sus manos enguantadas. Graham tragó sonoramente cuando Isobel lo miró con lascivia y lujuria mientras lo masajeaba hasta ponerlo duro y listo.Su sonrisa era la del mismísimo demonio.Si sus intenciones eran que olvidara momentáneamente a Claudia y a su padre, Isobel lo estaba logrando. Graham soltó un sonido del cual en otra ocasión no se sentiría orgulloso cuando esta descendió por su torso y sopló su aliento helado directamente sobre su ingle, haciendo que sus testículos se apretaran. Tiró de su cuello hacia atrás y su mano izquierda fue instintivamente a su melena de rizos negros, enredándose en ella, cuando Isobel rodeó su macizo miembro con sus labios.Lo metió en su boca.En su cálida
PresenteDuncan esperó un par de días, asimilando la idea de que existía la posibilidad de que los viajes en el tiempo fueran posibles, antes de decidir ir a la casa de los Blackstone. Había pasado gran parte de su tiempo ahí cuando Isobel todavía vivía con su familia e incluso después, puesto que Faith amaba hacer reuniones en su ostentosa mansión. A diferencia de la madre de Duncan, era más excéntrica. Leslie se estremeció cuando llegaron a la entrada de mármol oscuro, la cuál poseía una redoma con una enorme fuente en el centro y estatuas de leones a los costados. Estaba usando un vestido negro, puesto que veía equivocado vestirse de otra manera teniendo en cuenta que la pareja acaba de perder, de una u otra forma, a su única hija. Su cabello estaba atado en la cima de su cabeza con horquillas.Duncan tenía una sencilla camisa blanca y pantalones de vestir que Leslie consideraba demasiado ajustados, pero que hacían sonrojar sus mejillas debido a que cada vez que paseaba sus ojos po
Si todo esto era cierto, Isobel se había casado con alguien más y no estaba sufriendo, lo que aliviaba la carga sobre sus hombros, pero también, de una u otra forma, ya no estaría con él, así que su corazón seguía igual de roto. Su novia se había ido. Él no la había acompañado a la excursión y, como resultado, no la vería mas. Nada había cambiado. No había nada que pudiera hacer por ella y en las cartas no se leía como si quisiera desesperadamente que la trajeran de regreso. No sabía si había más, pero sí sabía que de haberlas y de Isobel pedirles a sus padres que la trajeran, estos estuvieran moviendo cielo y tierra para hacerlo. Su casa sería un laboratorio científico en este momento, pero por alguna razón no se habían movido para hacer nada salvo llorar.Duncan sospechaba cuál era el motivo, pero no estaba listo para admitirlo en voz alta. No cuando una parte de él se rehusaba a pensar en la mujer que lo besó aquél día bajo la cúpula central del laberinto para salvarlo de los demás
PasadoLlegaron a Edimburgo después del mediodía y se dirigieron directamente a la hermosa villa de paredes de arbustos, los cuales en esta ocasión se encontraban marchitos por el frío del invierno. Esta pertenecía a Graham. Su padre se la había regalado a su madre como presente de bodas, por lo que era uno de los pocos sitios en Escocia y Europa que no se atrevía a ensuciar con la presencia de su nueva esposa, la cuál robó de su único hijo en sus propias narices.Graham, o más bien su abuelo, la había mantenido en perfectas condiciones desde su muerte, por lo que la servidumbre salió a recibirlos al momento en el que se detuvieron frente a ella. Por alguna razón, Isobel se quedó viéndola con una extraña sensación de deja vù cuando se bajó del carruaje y dos hileras de personal se inclinaron ante ella.Los MacAllister habían sido tan buenos con ella, mirándola como su igual, que había olvidado que eran miembros importantes de la nobleza escocesa, puesto que su clan era uno de los más
Nuevamente, se habría enfadado con él si no hubiera genuina preocupación en su expresión, pero la había y no porque pudiera dejar en ridículo a él o a su clan, sino porque no quería que Isobel pasara por lo mismo que él. Suspiró, relajándose entre sus brazos casi en contra de su voluntad. No podía estar enojada con él cuando su especie de paranoia era fundamentada. Tampoco era tan cruel como para restarle importancia al asunto diciéndole que en unos cientos de años a nadie le importaría ese tipo de cosas, menos cuando sí lo hacían e Isobel también había sido víctima de ello al crecer como una mujer fuerte, lo que todavía muchos no aceptaban que podía existir.─Todo estará bien, Graham. No llamaré la atención ─le dijo con un tono de voz que le salió más dulce y bajo de lo que pretendía, su mano moviéndose por su brazo hasta que se dio cuenta de lo que hacía y la retiró─. Pero eso no tiene nada que ver con el hecho de que requiera una habitación para mí sola. No estoy... ─Tragó, buscand
Graham detuvo el carruaje a las afueras de una pequeña mansión de ladrillos. Los pequeños bloques eran negros y todo en la villa en el centro de Edimburgo gritaba que estaban en un ambiente elegante y sofisticado, pero también excéntrico. Frunció el ceño con confusión. Los Blackstone llevaban un tiempo en Escocia y no entendía cómo no había notado esa construcción antes, la cuál era como un diamante negro sobre la nieve. Resaltaba al lado de toda la ciudad, la cuál estaba cubierta de blanco por el invierno que la azotaba. Una vez saltó de su caballo, ayudó a Isobel a bajar del suyo colocando un par de manos alrededor de su cintura. La trataba con más delicadeza que antes. No dejaba de pensar en lo que le había dicho hacía tan solo un par de horas. Aunque las palabras habían escapado de su boca solo por hacerlo, para darle peso a la idea de que debían casarse, eran sumamente ciertas. Hasta donde sabía, las mujeres que viajaban en el tiempo eran fértiles, puesto que su abuela había ten