─Alice y Francis han realizado estudios sobre las alineación de las estrellas, el campo electromagnético alrededor de la montaña y el clima, pero nada de eso explique exactamente el por que suceden los viajes en el tiempo ─le dijo Isobel a Graham luego de que terminó de leer la gruesa libreta con portada de cuero que le dio Francis en su guarida.Graham no había hablado en lo absoluto desde que había pronunciado el nombre de Leslie. Isobel había terminado yendo a su habitación e instalándose en la cama para leer el libro a la luz de las velas debido a que ya se había hecho oscuro. Esta no era la primera vez que le dirigía la palabra en un intento de saber con exactitud qué estaba pasando por su mente, pero sí era la primera vez que Graham le respondía desde que habían regresado a la villa que su padre le obsequió a su madre cuando aún merecía que lo llamara así. Estaba sorprendido por cuán fácil, a fin de cuentas, le había resultado estar en Edimburgo, algo que por años había temido,
Tras percibir su mejora de estado de ánimo, escaló hacia el cabezal de la cama subiendo la tela de su vestido. El abdomen de Graham se contrajo al tener un vistazo del fruto entre sus piernas, el cual había dejado insatisfecho más temprano. Cuando ascendió la vista hacia su rostro nuevamente, Isobel estaba mordiéndose el labio. La chimenea de la habitación estaba encendida, transmitiendo el intenso calor del fuego, por lo que ninguno de los dos estaba usando abrigos. Su expresión era maliciosa y traviesa, lo suficientemente seductora como para ponerlo a él, un highlander de carácter fuerte, de rodillas en el piso, literalmente. Ya Leslie, de nuevo, era lo último que pasaba por su mente.─Pero podría estar mejor ─susurró ella antes de que Graham tomara la parte posterior de sus pantorrillas y la arrastrara hacia él.Iba a terminar el trabajo que dejó a medias antes.*****A la mañana siguiente Isobel despertó con el sonido de muebles y objetos moviéndose en el piso inferior de la villa
PresenteDuncan y Leslie permanecieron en silencio durante todo el trayecto hacia los Montes Grampianos, en dónde se disponían a visitar el palacio de los MacAllister. Ya ella se empezaba a acostumbrar a la vibración y al movimiento de la máquina, por lo que no sintió náuseas en el camino, aunque también ayudaba el hecho de que estuviera cien por ciento concentrada en la información que Faith, la madre de Isobel, le había dado, además del hecho de que ya tenía la certeza de que había viajado, de una forma u otra, hacia el futuro. No estaba soñando.Estaba a más de trescientos años de distancia de su madre.De los MacAllister a los que había servido.Aunque no extrañaría en lo absoluto a Graham y compadecía a Isobel, quién debía estar lidiando con él, puesto que según la carta que les dio su madre a Duncan se casarían, sí echaba de menos a su progenitora y una gran parte de ella esperaba encontrar la manera de regresar para volver a estrecharla entre sus brazos.Otra admitía que no hab
El hombre lo miró con los ojos en blanco. Quería cerrarle la puerta en la cara por hablarle así, pero ante la mención del apellido Blackstone, sabía que no podía. Tras ofrecerle un seco asentimiento, se apartó y les permitió el paso al interior del palacio. Duncan entró en él como si se tratara de su propia casa, tomando a Leslie de la mano para arrastrarla con él. Esta estaba mitad concentrada en lo bien que se sentía el agarre de Duncan sobre ella, mitad concentrada en la sensación que embargaba su cuerpo al estar en el sitio en el que creció.Prácticamente la mano cálida de Duncan era lo único que la salvaba de entrar en estado de shock. Veía rincones que le resultaban extremadamente familiares intactos, así como también notaba que había otros con ligeras modificaciones y que existía ciertos lugares que a penas reconocía. Su garganta se apretó cuando visualizó el camino que conducía a la cocina y a la despensa del palacio. Sin que Duncan o ella misma pudiera evitarlo, fue quién ter
Duncan parpadeó varias veces antes de abrir los ojos. Cuando lo logró y se adaptó al resplandor que llenaba la habitación de aspecto victoriano, el primer pensamiento que vino a su mente luego de recordar dónde estaba y qué había sucedido fue Leslie. Se incorporó de golpe, agradeciendo no estar atado, y se dirigió a la puerta de la lujosa y antigua habitación, la cuál se abrió con sorpresiva facilidad.Teniendo en cuenta que lo durmieron con una sustancia desconocida sin su consentimiento, habría esperado al menos estar encerrado o privado de libertad de alguna manera. Sin prestarle demasiada atención a los retratos colgando de las paredes de hombres, todos ellos Sir del clan MacAllister, se adelantó y bajó las escaleras para regresar al salón principal en el que había visto a Leslie, a Arthur y al mayordomo por última vez. Lo que encontró, sin embargo, hizo que se tensara. Había una mujer de alrededor de sesenta años de pie junto a otro retrato de Isobel y Graham MacAllister, esta ve
La mujer entrecerró los párpados, como si eso la ayudara a examinarlo mejor, y se adelantó unos cuantos pasos hacia él con las manos entrecruzadas tras la espalda. Duncan logró mantenerle la mirada, pero fue una tarea difícil. Si pudiera, perfectamente podría suplantar a los rayos láser de la era moderna. Tenía la sensación de que veía directamente hacia su alma. Que lo conocía más que nadie pese a que él ni siquiera sabía cómo se llamaba. Era una anciana extraña.─¿Y por qué haría eso, joven Duncan?Duncan tragó sonoramente.─Porque ella me...Justo cuando iba a decir las palabras que de una u otra forma lo condenarían, las puertas del salón se abrieron de para en par y Leslie entró en él, junto con Arthur, usando una sencilla camiseta turística de Ben Nevis y vaqueros. También traía su abrigo y su chaqueta y la combinación era espantosa, pero Duncan se alegró y alivió en partes iguales al verla. Casi sin darse cuenta, extendió los brazos para que ella pudiera refugiarse en ellos cua
PasadoCuando Isobel se observó su reflejo, no podía creer lo que veía. No cabía en su mente como alguien podría realizar el vestido que llevaba puesto con sus propias manos. Sin la ayuda de algo tan simple como una máquina de coser o de bordar. Era arte, puro y simple. Gracias a que Graham había conseguido a uno de los mejores diseñadores de Escocia en su tiempo, estaba usando algo por lo que su madre estaría delirando. Eso normalmente no le habría importado, la verdad era que toda la vida había estado preparándose para discutir con ella por la ostentosidad de su vestido de novia, la vieja Isobel exigiendo algo más sencillo, pero ahora no podía imaginarse a sí misma usando algo diferente para llevar el día de su boda a pesar de que la prenda estaba claramente muy arriba de sus bajas y simples expectativas.Las mangas eran de una especie de encaje blanco de flores en la parte superior. La inferior, al igual que el resto del vestido, estaba hecha de satén. Este se apretaba en su cintur
Ya en el salón, Isobel no pudo evitar dejar de lado su tristeza mientras disfrutaba la manera en la que los escoceses celebraban. Si bien era cierto que sus genes gritaban que era una inglesa, había nacido y crecido en Escocia, por lo que tenía tanto el estómago como los pies para sobrellevar la cantidad de cerveza artesanal y bailes que la ocasión ameritaba. Debido a que su repentina boda había despertado el interés de muchos, casi toda la nobleza de Edimburgo y los miembros más resaltantes de los clanes más importantes de Escocia se encontraban en el salón. Todos ellos tenían curiosidad sobre la identidad de la mujer que había ocasionado que Graham MacAllister saliera de su retiro espiritual, así que todos querían compartir una pieza con ella. La reunión marchó relativamente sin problemas hasta que Isobel confundió a uno de los invitados con Graham, quién se encontraba distraído discutiendo y riendo con su abuelo y otros Sir de clanes cómo hacia bastante tiempo que no lo hacía. Al p