El hombre lo miró con los ojos en blanco. Quería cerrarle la puerta en la cara por hablarle así, pero ante la mención del apellido Blackstone, sabía que no podía. Tras ofrecerle un seco asentimiento, se apartó y les permitió el paso al interior del palacio. Duncan entró en él como si se tratara de su propia casa, tomando a Leslie de la mano para arrastrarla con él. Esta estaba mitad concentrada en lo bien que se sentía el agarre de Duncan sobre ella, mitad concentrada en la sensación que embargaba su cuerpo al estar en el sitio en el que creció.Prácticamente la mano cálida de Duncan era lo único que la salvaba de entrar en estado de shock. Veía rincones que le resultaban extremadamente familiares intactos, así como también notaba que había otros con ligeras modificaciones y que existía ciertos lugares que a penas reconocía. Su garganta se apretó cuando visualizó el camino que conducía a la cocina y a la despensa del palacio. Sin que Duncan o ella misma pudiera evitarlo, fue quién ter
Duncan parpadeó varias veces antes de abrir los ojos. Cuando lo logró y se adaptó al resplandor que llenaba la habitación de aspecto victoriano, el primer pensamiento que vino a su mente luego de recordar dónde estaba y qué había sucedido fue Leslie. Se incorporó de golpe, agradeciendo no estar atado, y se dirigió a la puerta de la lujosa y antigua habitación, la cuál se abrió con sorpresiva facilidad.Teniendo en cuenta que lo durmieron con una sustancia desconocida sin su consentimiento, habría esperado al menos estar encerrado o privado de libertad de alguna manera. Sin prestarle demasiada atención a los retratos colgando de las paredes de hombres, todos ellos Sir del clan MacAllister, se adelantó y bajó las escaleras para regresar al salón principal en el que había visto a Leslie, a Arthur y al mayordomo por última vez. Lo que encontró, sin embargo, hizo que se tensara. Había una mujer de alrededor de sesenta años de pie junto a otro retrato de Isobel y Graham MacAllister, esta ve
La mujer entrecerró los párpados, como si eso la ayudara a examinarlo mejor, y se adelantó unos cuantos pasos hacia él con las manos entrecruzadas tras la espalda. Duncan logró mantenerle la mirada, pero fue una tarea difícil. Si pudiera, perfectamente podría suplantar a los rayos láser de la era moderna. Tenía la sensación de que veía directamente hacia su alma. Que lo conocía más que nadie pese a que él ni siquiera sabía cómo se llamaba. Era una anciana extraña.─¿Y por qué haría eso, joven Duncan?Duncan tragó sonoramente.─Porque ella me...Justo cuando iba a decir las palabras que de una u otra forma lo condenarían, las puertas del salón se abrieron de para en par y Leslie entró en él, junto con Arthur, usando una sencilla camiseta turística de Ben Nevis y vaqueros. También traía su abrigo y su chaqueta y la combinación era espantosa, pero Duncan se alegró y alivió en partes iguales al verla. Casi sin darse cuenta, extendió los brazos para que ella pudiera refugiarse en ellos cua
PasadoCuando Isobel se observó su reflejo, no podía creer lo que veía. No cabía en su mente como alguien podría realizar el vestido que llevaba puesto con sus propias manos. Sin la ayuda de algo tan simple como una máquina de coser o de bordar. Era arte, puro y simple. Gracias a que Graham había conseguido a uno de los mejores diseñadores de Escocia en su tiempo, estaba usando algo por lo que su madre estaría delirando. Eso normalmente no le habría importado, la verdad era que toda la vida había estado preparándose para discutir con ella por la ostentosidad de su vestido de novia, la vieja Isobel exigiendo algo más sencillo, pero ahora no podía imaginarse a sí misma usando algo diferente para llevar el día de su boda a pesar de que la prenda estaba claramente muy arriba de sus bajas y simples expectativas.Las mangas eran de una especie de encaje blanco de flores en la parte superior. La inferior, al igual que el resto del vestido, estaba hecha de satén. Este se apretaba en su cintur
Ya en el salón, Isobel no pudo evitar dejar de lado su tristeza mientras disfrutaba la manera en la que los escoceses celebraban. Si bien era cierto que sus genes gritaban que era una inglesa, había nacido y crecido en Escocia, por lo que tenía tanto el estómago como los pies para sobrellevar la cantidad de cerveza artesanal y bailes que la ocasión ameritaba. Debido a que su repentina boda había despertado el interés de muchos, casi toda la nobleza de Edimburgo y los miembros más resaltantes de los clanes más importantes de Escocia se encontraban en el salón. Todos ellos tenían curiosidad sobre la identidad de la mujer que había ocasionado que Graham MacAllister saliera de su retiro espiritual, así que todos querían compartir una pieza con ella. La reunión marchó relativamente sin problemas hasta que Isobel confundió a uno de los invitados con Graham, quién se encontraba distraído discutiendo y riendo con su abuelo y otros Sir de clanes cómo hacia bastante tiempo que no lo hacía. Al p
Isobel contemplaba a Jonathan y a Graham desde el umbral de una de las habitaciones de huéspedes de la villa de este último. Graham estaba sentado en el mueble de terciopelo de uno de los grandes ventanales de la alcoba, un vaso lleno de cerveza artesanal en su mano. Junto a ellos estaba un reconocido médico de la ciudad, quién permanecía inclinado sobre Jonathan, el cual estaba recostado y dormía profundamente en uno de los laterales de la enorme estructura de madera y hierro. Una vez el extraño se incorporó, les dijo su estado.─Solo está demasiado bebido. Preparen para él un caldo cuando despierte ─informó, extendiendo su mano para apretar la de Graham cuando este se levantó y caminó hacia él para atenderlo y escuchar sobre el estado de Jonathan─. Me temo que después de todo lo que sospecho que bebió, deseará no haber nacido, pero estará bien.Graham asintió en su dirección, una extraña mirada de alivio en su rostro que Isobel notó durante el par de segundos que duró, puesto que de
Isobel sentía que todo el mundo sabía lo que había ocurrido en la habitación de huéspedes de la villa de Graham mientras caminaba con una sonrisa fingida e inestable en el rostro entre los invitados de su boda, por lo que sus mejillas estaban sumamente rojas. Y es que a pesar de sus intentos por borrar el desastre que Graham hizo de ella, su cabello despeinado y su evidente apariencia posterior al sexo, el sexo más desenfrenado que hubiera tenido en su vida, no había podido borrar su mirada satisfecha y soñolienta y la marca que había dejado Graham en su escote y ella había intentado disimular, en vano, con talco. Pero pese a que todos estaban en lo cierto al sospechar que los novios habían aprovechado la distracción que ocasionó el padre de Graham para consumar su matrimonio de manera rápida y salvaje, estaba segura que ninguno de ellos se imaginaria dónde lo habrían hecho.O junto a quién.No había bebido cerveza durante el transcurso de la celebración para que sus sentimientos se e
PresenteDuncan abrió la puerta de su hogar para Leslie una vez llegaron a su apartamento. Habían pasado tanto tiempo juntos que ni siquiera se podía imaginar cómo sería llegar a su casa y no encontrarla en ella. No comer su comida casera o sentir su presencia, la cuál se caracterizaba por ser tranquila y relajarlo. Leslie suspiró mientras caminaba por el sitio que ya sentía su hogar mientras finalmente se dejaba derrumbar por lo difícil que había sido ir al castillo de los MacAllister y darse cuenta de cuánto odiaba estar ahí. De que no quería regresar, pero tampoco quería dejar a su madre atrás con ellos y su triste vida como sirvienta.Eso la destruía.Intuyendo el conflicto que vivía, Duncan se adelantó hacia ella y la estrechó entre sus brazos con fuerza, un abrazo que Leslie correspondió con torpeza. Su corazón latía cien veces más rápido de lo que usualmente lo haría de estar agitada, por lo que su pecho era víctima de una dolorosa y cálida opresión que se incrementó, al punto