PresenteDuncan le echó un vistazo de reojo a Leslie y no pudo evitar reír, pues esta roncaba boca arriba con el estómago levemente abultado debido a la cantidad de comida que había ingerido en cuestión de minutos. Él no se había quedado atrás, pero no se había vuelto loco cuando conoció el sabor de la pizza. Ella, en cambio, se había concentrado en pedir más y más pese a que no era el único banquete a su alcance. Sus mejillas estaban rojas y su cabello rubio, casi blanquecino, se encontraba esparcido sobre sus sábanas, abierto como un abanico. Se hubiera preocupado por el tiempo que permanecía inconsciente si no la hubiera encontrado aislada en una cueva, desnutrida y débil. Estaba seguro de que había sobrevivido a muchas cosas terribles y que eso la había dejado exhausta. No tenía idea de cómo una criatura así de frágil había logrado seguir viva.Eso le daba esperanzas de que Isobel también lo hubiera logrado.Tras cubrirla con una cálida manta y avivar el fuego de la chimenea, sali
Él no respondió al instante, eso hizo creer a Leslie que estaba molesto con su conducta. Duncan acercó al cuarto del armario y se vistió con un par de pantalones vaqueros y un suéter color vino, junto con mocasines, antes de regresar a la alcoba, dónde le ofreció su mano extendida a Leslie.─Tome mi mano, mi señora ─susurró, sintiéndose ridículo, pero también feliz cuando vio sus gruesos labios curvarse en una sonrisa. Aunque no entendía qué estaba haciendo, Leslie se sentía feliz al intuir que no estaba molesto con ella por tutearle. No quería mortificarla, así que no le preguntó al respecto─. Le mostraré algo que le gustará. ─Mi señor, yo... ─protestó, pero él la interrumpió encajando sus dedos en los suyos y alzando su pequeño cuerpo con un suave tirón.─Guarde silencio, señorita.Leslie sintió que su corazón iba a salir de su pecho al escucharlo llamarla de esa forma, lo cual encontraba aún más embriagador a que le dijera su señora. Ya que ahora tenía la certeza de que Duncan est
PasadoGraham, que a duras penas se había arrastrado al sitio junto a Isobel, parpadeó varias veces antes de finalmente abrir los ojos. Por un segundo se preguntó qué hacía en su habitación en el castillo de su familia, pero después los acontecimientos recientes empezaron a llenar su cabeza y a colapsarla de información. Leslie. Ben Nevis. Isobel. Sean MacAllister. Su madre. Su abuela. Viajes en el tiempo. «Sí. Todo debe ser una pesadilla», pensó. después rodó sobre la espalda y sus ojos se clavaron en la vista de su ventanal.Se levantó, sin poder creer lo que veía.Isobel, vestida con un abrigo de cuadros y un vestido hecho a la medida de su cuerpo con el mismo patrón, estaba sentada entre un joven que desconocía y Sean. El primero no dejaba de ver sus pechos a la menor oportunidad de descuido por parte de ella, no importaba que estas estuvieran cubiertas. Pero siendo hombre y también teniendo un par de ojos, no podía culparlo. Isobel se veía aún más hermosa que cuando su piel habí
Isobel entreabrió los labios ante sus palabras, pero antes de que pudiera responder al comentario que la había tomado por sorpresa, el hielo bajo ella se agrietó. Miró a Graham con los ojos abiertos como platos. Este, al darse cuenta de lo que podría pasar si Isobel reaccionaba de la forma equivocada, avanzó hacia ella con expresión preocupada. Temía que el hielo se abriera y se cayera al agua.─No te muevas tan rápido, ratón. Da pasos cortos y suaves.Tras asentir con el corazón en la garganta, Isobel hizo lo que Graham le dijo pese al miedo que la mantenía paralizada y avanzó hacia él por otro camino que no había pisado antes. No solo se trataba de caer en el agua helada, sino de sumergirse en ella y morir nuevamente. Aunque le aterrorizaba la idea de entrar en el agua fría, lo que verdaderamente la asustaba, era la idea de sentir el ahogamiento hasta que todo alrededor de ella se oscureciera. La muerte. Graham notó el pánico en su mirada cuando Isobel lo recordó. Se dio cuenta del
Todos los sirvientes del castillo se les quedaron viendo de camino a su habitación, pero ninguno de ellos se interpuso en su recorrido o les ofreció ayuda sin que se la solicitaran. El castañeo de los dientes de Isobel aumentó cuando Graham la instó a ponerse de pie y llevó sus manos a los botones traseros de su vestido, ocasionando que este cayera arremolinado a sus pies. Tenía una especie de funda debajo, pero esta se transparentaba y se ceñía a su cuerpo como una segunda piel.Fácilmente podría estar desnuda.Aunque Graham deseaba quitarse tanto los pantalones como la camisa porque de esa manera entraría más rápido en calor, conservó los pantalones y se situó tras ella tras inclinarse sobre la cama para tomar una gruesa manta de piel y cubrirlos antes de arrodillarse con ella sobre sus piernas frente al ardiente fuego de la chimenea de tal forma que su ropa también tendría que secarse. Isobel recuperó la capacidad del habla cuando Graham la ajustó sin delicadeza sobre su regazo. Er
─¿En el futuro es fácil deshacer un compromiso? ─preguntó con suma curiosidad, puesto que había pasado por ello con anterioridad y había sido un auténtico infierno para él superarlo y seguir adelante después de tanto drama cuando había tantas personas husmeando.Todavía lo era.Isobel asintió, entendiendo que para él no debía ser nada casual romper una relación formal en esos tiempos en los que el divorcio seguía siendo un tabú. Seguramente la veía como el anticristo.─Puedes estar con cualquier mujer sin poner un anillo en su dedo ─dijo, haciendo que las cejas de Graham se alzaran con interés, pero rápidamente se corrigió a sí misma─. Siempre y cuando ella esté de acuerdo con ello y le dejes claras tus intenciones desde un principio. No necesitas... ─Su ceño se frunció mientras buscaba las palabras adecuadas para explicarse sin crear más confusión en él─. No necesitas cortejarla o pedir el permiso de sus padres. La mayoría mujeres del siglo veintiuno pueden escoger sobre sí mismas y
PresenteDuncan no podía creer que la frágil mujer que había rescatado de la montaña hace a penas unas horas fuera la misma que ahora estuviera guiando su recorrido con sorprendente seguridad. Después de que le había contado sobre Isobel, Leslie había insistido en ir con él a Ben Nevis para continuar con la búsqueda de su pareja. Se trataba de la vida de su novia la que corría en riesgo, así que no pudo evitar aceptar su propuesta casi con desesperación. Sin darle tiempo de cambiarse, condujo de vuelta al sitio de la desaparición. Le compró un equipo de excursión en la tienda para turistas del parque y un par de zapatos para escalar, los cuales Leslie vio con el ceño fruncido hasta que se las puso y probó cuán maravillosa era la sensación de caminar con ellos.Cuán cómodos en comparación al calzado al que estaba habituada, facilitando el ascenso en la meseta.─Por aquí, mi señor ─susurró mientras le indicaba un sendero que Duncan no había notado antes unos metros más allá del final de
─Ya la cabaña está casi lista ─anunció─. ¿Tienes hambre?Leslie separó los labios para negar, puesto que había comido demasiado en casa de los padres de Duncan antes de salir y no quería abusar de su hospitalidad, pero el rugido de su estómago le quito la posibilidad de decidir. Con una sonrisa, Duncan tomó su mochila y se sentó a su lado. Su cercanía de sentía tan agradable que la idea de protestar por ella ni siquiera pasó por la mente de la chica, quién más bien se acurrucó inconscientemente en su contra en búsqueda de calor. La noche empezaba a ser gélida y su chaqueta y pantalones no parecían ser lo suficientemente gruesos para mantenerla en calor.Duncan, por su parte, empezó a preparar panecillos de atún y de jamón y queso en un pequeño plato de plástico que le tendió. Leslie miró el extraño material antes de llevar uno de los sándwiches a su pequeña boca, la cuál Duncan no pudo dejar de ver ni por un solo segundo mientras masticaba a pesar del nudo en su estómago.Una vez term