Pandora Muller Voy corriendo bajo la lluvia en la medida que puedo. Es raro que en pleno diciembre esté lloviendo y tan intensamente como esta mañana. Debo tomar el autobús para llegar a la clínica a hora, porque con este tiempo es imposible que llegue a pie a pesar de que me queda a solo quince cuadras de casa. El bus en el que me subo está, para variar, repleto. Además, va a pasos de tortuga y bastante retrasado debido a la lluvia. Estoy nerviosa, no me gusta retrasarme y menos en mi trabajo. Las personas impuntuales siempre me han disgustado y no pretendo ser una de ellas.Este es el penúltimo mes de practica como médico residente en la Clínica Sagrado Corazón y mis ganas de terminar la carrera y empezar a trabajar son enormes. Mi sueño es seguir estudiando y especializarme hasta ser una profesional de alta categoría y reconocida.La poca posibilidad económica de mis padres me ha limitado mucho y es lo que deseo cambiar una vez que empiece a ganar mi propio dinero. Terminar mis p
Pandora Muller.El incentivo poco peculiar del nuevo doctor me sirvió bastante. Me despierto mucho antes de que mi despertador suene y gracias al cielo, hoy no llueve, por lo que todo resulta mejor.Llego a la clínica una hora antes de lo previsto y me encuentro con mi amiga en los vestidores quien ya se está alistando para su entrada.—Buenos días, mi bella —me abraza y me besa como de costumbre. —¿Y eso que estás tan temprano por aquí?—Después del susto que me dio ese hombre, en mi vida volveré a llegar tarde.—Pues yo he estado averiguando algunas cositas de él ayer y no sabes el chisme que te traigo —me obliga a sentarme en una de sillas y se sienta a mi lado para ponernos más cómodas. —Se llama Norman Stone, es de Múnich y tiene 30 años. Aaaah, y es solterísimo.—Ya sabemos por qué —me río un poco y ella me acompaña. —Es muy amargado para ser tan joven. ¿Será por eso que no tiene novia?—Hasta yo le daría, Dora —Lucy ríe embobada, lástima que estoy casada y él es un chicuelo par
Norman Stone.Reconozco que soy impaciente y extremadamente exigente.Llevo más de treinta minutos sentado esperando a que llegue, aunque claramente la hora en que quedamos encontrarnos todavía no ha llegado.Miro de nuevo mi reloj y aún faltan 15 minutos. Me levanto y doy una vuelta por la habitación y verificar que todo esté ordenado. No quiero que se lleve una mala impresión de mí en la primera cita.Unos golpecitos se oyen en la puerta de entrada y sé que es ella. Miro de nuevo mi reloj, y, aunque apenas pasaron unos segundos desde mi última verificación, asiento con una sonrisa. Es bueno que haya llegado puntual. Abro la puerta y una joven hermosa con el pelo suelto me recibe. La repaso completa sin disimularlo y no puedo evitar sentir la garganta seca por la visión. Está preciosa.Lleva un vestido hasta las rodillas de gasa estampada, una chaqueta de cuero azul y botas del tono. Su pelo, que le llega hasta por debajo de las nalgas, lo tiene suelto completamente. Es la primera v
Pandora Muller. Aun siento su sabor en mi boca. Paso disimuladamente mis dedos por mis labios para aliviar la sensación de su beso, que aún está muy vívido en mi mente. Lo miro riendo embelesado por la película y quiero creer que quizás es un sueño, pero no, su perfume y el cosquilleo sutil que me provoca su mano en mi cintura me confirma que es real. —¿Ya estás cansada? —me pregunta cuando un bostezo involuntario sale de mi boca, sin contar que me pilla mirándolo como una tonta. «¡Qué vergüenza!» —Lo siento —intento recomponerme de manera correcta en mi silla, pero él me abraza con más fuerza colocando mi torso sobre su pecho. —Podemos ir a casa si quieres —responde con su mirada azulada fija en la mía. No sé cómo tomar eso, aunque debido al trato que tenemos lo más seguro es que me quiera en su cama justo ahora. —Si, por mi está bien —respondo incapaz de negarme, aunque por dentro me estoy muriendo de los nervios. Nunca un hombre me ha tocado ni me ha besado, de hecho, él f
Norman Stone. Entro a la ducha y me tomo un poco más de tiempo de lo normal bajo el agua tibia recordando todo lo que hicimos con Dora el sábado a la noche. Esa mujer sí que me enciende como un volcán en erupción y saber que fui el primero en tomar su cuerpo me hace sentir posesivo, aunque no debería. Esto será solo por un año y cuando me vaya y retome mi vida en Alemania, ella conocerá a otro hombre que le dé todo aquello que yo no puedo ofrecerle. «No quiero pensar en eso, ahora» sacudo mi cabeza para dispersarme. No quiero imaginar que otro hombre podrá ocupar su corazón y su cuerpo en el futuro. El solo pensarlo me produce rabia. Me hubiera gustado pasar todo el domingo con ella, pero su madre ya le había escrito un par de veces y no quiso seguir mintiéndole sobre su paradero, por lo que después de desayunar el domingo ya se tuvo que ir. Un suspiro impropio se escapa de mi pecho al recordar su cuerpo y todas las formas que hicimos el amor. Es extraño, pero, aunque tuve muchas
Pandora Muller.«Wow» suspiro saliendo del consultorio, totalmente satisfecha y con las piernas temblorosas. Sabía a lo que venía cuando recibí aquel mensaje y Norman no me decepcionó de ningún modo. Ese hombre sí que es apasionado y siempre que me toca reacciono a él sin poder remediarlo.Es obvio que tenemos una conexión sexual fantástica y si no me pongo a su ritmo, terminaré agotada como pasó el sábado.Esta corta, pero intensa sesión de sexo, aumentó mi energía a mil, pero mis pensamientos van a parar a esa posibilidad que es evidente e inevitable: me voy a enamorar y voy a sufrir.«No pienses en eso, Dora» me insto en pensamientos llegando de nuevo al vestidor.—¿Dónde estabas? —Lucy me mira con el ceño fruncido y con los brazos en forma de jarra. —Saliste así sin decir nada y dejándome hablando sola. Pensé que te habías sentido mal.—El doctor me mandó llamar, pero ya se solucionó.—Ok, entonces vamos antes que ese papasote, arrogante y caliente, entre primero que nosotras al q
Norman StoneAmar no es un juego del que salgas victorioso sin dar algo a cambio y yo no puedo ofrecerle más de lo que le estoy dando ahora. No tengo un futuro para ella y aunque me cueste desprenderme y odie pensar en ese día, tendré que hacerlo, irme y olvidarla para seguir con mi vida y ella con la suya.Desde el sofá de la discoteca donde estamos, la veo bailar animada con su amiga. Está hermosa, como siempre o incluso más y siento una opresión en el pecho. Me estoy enamorando y cada día que pasa me acostumbro más a su compañía, a su aroma, a su calor. Soy otra persona cuando estoy con ella, no ese cuadriculado hombre, arrogante y exigente que vino de Alemania, sino otro mucho más relajado.Ella sabe entenderme a la perfección en todo y eso es la razón por la que nos llevamos bien. Si la hubiese conocido en Alemania me aseguraría de no perderla nunca porque es la mujer que siempre soñé tener.Regresa al sofá y se sienta a mi lado muy cerca. Su rodilla roza deliberadamente con la m
Pandora Muller —¡Lo conseguí, Norman! ¡lo conseguí! —Grito apenas salgo de la oficina del director. Me tiro a sus brazos y él me atrapa en el aire, como siempre. Empiezo a reír como una demente mientras él da vueltas conmigo en el pasillo acompañándome en mi felicidad. —Sabía que lo lograrías, preciosa —Besa mi cuello con ansias. —Eres la mejor alumna del mundo. Te mereces todo eso y más. —No lo puedo creer —Las lágrimas empiezan a nublar mi vista. —Son tantos años, muchas noches de insomnio, muchos sacrificios. —Lo sé, cariño —Es la primera vez que me llama así y se siente maravilloso. —Pero ya llegó la hora de ejercer, de disfrutar de tus logros, de ser la cardióloga más capacitada y hermosa de toda la cuidad, la envidia de todos. El viernes cumplí los últimos dos meses de práctica que tenía pendientes y hoy Norman me acompañó a retirar mis notas de la dirección de la clínica. Estoy tan feliz que no puedo ocultarlo. Ser la alumna más destacada de mi generación y con un puntaje