Narrador omnisciente—¿Sabe de algún familiar al que ella pueda recurrir para esconderse? —Pregunta el oficial y una amargura sube desde el estómago de Norman hasta su garganta.—No, señor. Ella no tiene otros familiares más que nosotros, como ya le había dicho muchas veces.El hombre anota algo en su computador y él siente que su cabeza va a estallar. Ha contestado como mil preguntas durante casi cinco horas corridas, mientras Mariana está con Dora en el sofá junto con sus tíos y don Andrés, tratando de contenerla.No puede evitar sentirse culpable por esto y cree que todos piensan lo mismo por la forma en que lo miran, como condenándolo por ese error tan miserable que puso a su hija en peligro.Sin soportarlo más, se levanta bruscamente de la silla y va hasta la habitación para refrescarse. Necesita pensar mejor, pensar como ella. Nadie la conoce como él, y él debería saber de algún lugar donde ella pudo hacerse llevado a Amelia.Mientras se lava la cara, escucha la puerta abrirse y
Narrador omnisciente—¡Papi! —Amelia grita y corre para recibir a Norman, quien viene a casa luego de un arduo día de trabajo. —Al fin llegas. Te extrañé mucho.—Yo también, mi amor —Norman deja su maletín en la mesita y la recibe en sus brazos. Cada vez le cuesta más cargarla. Con sus diez años se convirtió en una niña grande y hermosa y él un padre todo posesivo y meloso.Amelia rodea el cuello de su papá y lo llena de besos. Para Norman volver a casa cansado y ser recibido así es como un ungüento para su alma.Camina con ella unos pasos hasta que los gritos de otro niño lo hace sonreír.—No es justo, hoy me toca a mí. Eres una tramposa, Lia. No es justo, papi.La queja de Dyson hace reír a su hermana y negar a Norman. Amelia se agarra más fuerte a su papá mientras le saca la lengua a su hermanito con toda la intención de hacerlo enfadar aún más.Norman se sienta al sofá y con la mano libre trae a Dyson a sus brazos, abrazando a ambos al mismo tiempo mientras espera que se pongan de
Aviso: Este es un extra corto de la vida de Gaby luego de cumplir su deuda con la justicia. Narrador omniscienteEn Francia, Gaby recorre uno de los pasillos del orfanato mirando con cautela el interactuar de cada niño en las salas, su caminata parece ser más pesada hoy y el latir de su corazón más frenético. Sus ojos se cristalizan cuando llega hasta la sala de juegos número cinco y una niña, con cabellos dorados y ojos cafés, corre hasta ella para recibirla.Luis, su esposo, coloca su mano en su espalda para impartirle apoyo. Han esperado dos años para poder adoptarla y hoy por fin les dieron la noticia positiva y vienen a llevarla a casa.—Ve con ella —le dice con voz pacífica. Gaby da unos pasos y se funde en un abrazo con la niña. Nidia acaba de cumplir cinco años y ha vivido toda su vida en este orfanato, pero ellos la conocen desde hace dos años, cuando decidieron adoptar y vinieron a este orfanato con el deseo de cumplir ese objetivo. Fue algo así como amor a primera vista cu
Pandora Muller Voy corriendo bajo la lluvia en la medida que puedo. Es raro que en pleno diciembre esté lloviendo y tan intensamente como esta mañana. Debo tomar el autobús para llegar a la clínica a hora, porque con este tiempo es imposible que llegue a pie a pesar de que me queda a solo quince cuadras de casa. El bus en el que me subo está, para variar, repleto. Además, va a pasos de tortuga y bastante retrasado debido a la lluvia. Estoy nerviosa, no me gusta retrasarme y menos en mi trabajo. Las personas impuntuales siempre me han disgustado y no pretendo ser una de ellas.Este es el penúltimo mes de practica como médico residente en la Clínica Sagrado Corazón y mis ganas de terminar la carrera y empezar a trabajar son enormes. Mi sueño es seguir estudiando y especializarme hasta ser una profesional de alta categoría y reconocida.La poca posibilidad económica de mis padres me ha limitado mucho y es lo que deseo cambiar una vez que empiece a ganar mi propio dinero. Terminar mis p
Pandora Muller.El incentivo poco peculiar del nuevo doctor me sirvió bastante. Me despierto mucho antes de que mi despertador suene y gracias al cielo, hoy no llueve, por lo que todo resulta mejor.Llego a la clínica una hora antes de lo previsto y me encuentro con mi amiga en los vestidores quien ya se está alistando para su entrada.—Buenos días, mi bella —me abraza y me besa como de costumbre. —¿Y eso que estás tan temprano por aquí?—Después del susto que me dio ese hombre, en mi vida volveré a llegar tarde.—Pues yo he estado averiguando algunas cositas de él ayer y no sabes el chisme que te traigo —me obliga a sentarme en una de sillas y se sienta a mi lado para ponernos más cómodas. —Se llama Norman Stone, es de Múnich y tiene 30 años. Aaaah, y es solterísimo.—Ya sabemos por qué —me río un poco y ella me acompaña. —Es muy amargado para ser tan joven. ¿Será por eso que no tiene novia?—Hasta yo le daría, Dora —Lucy ríe embobada, lástima que estoy casada y él es un chicuelo par
Norman Stone.Reconozco que soy impaciente y extremadamente exigente.Llevo más de treinta minutos sentado esperando a que llegue, aunque claramente la hora en que quedamos encontrarnos todavía no ha llegado.Miro de nuevo mi reloj y aún faltan 15 minutos. Me levanto y doy una vuelta por la habitación y verificar que todo esté ordenado. No quiero que se lleve una mala impresión de mí en la primera cita.Unos golpecitos se oyen en la puerta de entrada y sé que es ella. Miro de nuevo mi reloj, y, aunque apenas pasaron unos segundos desde mi última verificación, asiento con una sonrisa. Es bueno que haya llegado puntual. Abro la puerta y una joven hermosa con el pelo suelto me recibe. La repaso completa sin disimularlo y no puedo evitar sentir la garganta seca por la visión. Está preciosa.Lleva un vestido hasta las rodillas de gasa estampada, una chaqueta de cuero azul y botas del tono. Su pelo, que le llega hasta por debajo de las nalgas, lo tiene suelto completamente. Es la primera v
Pandora Muller. Aun siento su sabor en mi boca. Paso disimuladamente mis dedos por mis labios para aliviar la sensación de su beso, que aún está muy vívido en mi mente. Lo miro riendo embelesado por la película y quiero creer que quizás es un sueño, pero no, su perfume y el cosquilleo sutil que me provoca su mano en mi cintura me confirma que es real. —¿Ya estás cansada? —me pregunta cuando un bostezo involuntario sale de mi boca, sin contar que me pilla mirándolo como una tonta. «¡Qué vergüenza!» —Lo siento —intento recomponerme de manera correcta en mi silla, pero él me abraza con más fuerza colocando mi torso sobre su pecho. —Podemos ir a casa si quieres —responde con su mirada azulada fija en la mía. No sé cómo tomar eso, aunque debido al trato que tenemos lo más seguro es que me quiera en su cama justo ahora. —Si, por mi está bien —respondo incapaz de negarme, aunque por dentro me estoy muriendo de los nervios. Nunca un hombre me ha tocado ni me ha besado, de hecho, él f
Norman Stone. Entro a la ducha y me tomo un poco más de tiempo de lo normal bajo el agua tibia recordando todo lo que hicimos con Dora el sábado a la noche. Esa mujer sí que me enciende como un volcán en erupción y saber que fui el primero en tomar su cuerpo me hace sentir posesivo, aunque no debería. Esto será solo por un año y cuando me vaya y retome mi vida en Alemania, ella conocerá a otro hombre que le dé todo aquello que yo no puedo ofrecerle. «No quiero pensar en eso, ahora» sacudo mi cabeza para dispersarme. No quiero imaginar que otro hombre podrá ocupar su corazón y su cuerpo en el futuro. El solo pensarlo me produce rabia. Me hubiera gustado pasar todo el domingo con ella, pero su madre ya le había escrito un par de veces y no quiso seguir mintiéndole sobre su paradero, por lo que después de desayunar el domingo ya se tuvo que ir. Un suspiro impropio se escapa de mi pecho al recordar su cuerpo y todas las formas que hicimos el amor. Es extraño, pero, aunque tuve muchas