Norman StoneAmar no es un juego del que salgas victorioso sin dar algo a cambio y yo no puedo ofrecerle más de lo que le estoy dando ahora. No tengo un futuro para ella y aunque me cueste desprenderme y odie pensar en ese día, tendré que hacerlo, irme y olvidarla para seguir con mi vida y ella con la suya.Desde el sofá de la discoteca donde estamos, la veo bailar animada con su amiga. Está hermosa, como siempre o incluso más y siento una opresión en el pecho. Me estoy enamorando y cada día que pasa me acostumbro más a su compañía, a su aroma, a su calor. Soy otra persona cuando estoy con ella, no ese cuadriculado hombre, arrogante y exigente que vino de Alemania, sino otro mucho más relajado.Ella sabe entenderme a la perfección en todo y eso es la razón por la que nos llevamos bien. Si la hubiese conocido en Alemania me aseguraría de no perderla nunca porque es la mujer que siempre soñé tener.Regresa al sofá y se sienta a mi lado muy cerca. Su rodilla roza deliberadamente con la m
Pandora Muller —¡Lo conseguí, Norman! ¡lo conseguí! —Grito apenas salgo de la oficina del director. Me tiro a sus brazos y él me atrapa en el aire, como siempre. Empiezo a reír como una demente mientras él da vueltas conmigo en el pasillo acompañándome en mi felicidad. —Sabía que lo lograrías, preciosa —Besa mi cuello con ansias. —Eres la mejor alumna del mundo. Te mereces todo eso y más. —No lo puedo creer —Las lágrimas empiezan a nublar mi vista. —Son tantos años, muchas noches de insomnio, muchos sacrificios. —Lo sé, cariño —Es la primera vez que me llama así y se siente maravilloso. —Pero ya llegó la hora de ejercer, de disfrutar de tus logros, de ser la cardióloga más capacitada y hermosa de toda la cuidad, la envidia de todos. El viernes cumplí los últimos dos meses de práctica que tenía pendientes y hoy Norman me acompañó a retirar mis notas de la dirección de la clínica. Estoy tan feliz que no puedo ocultarlo. Ser la alumna más destacada de mi generación y con un puntaje
Norman StoneMi mandíbula tiembla a medida que coloco un par de prendas en mi maleta y algunos implementos de uso diario. No necesito llevar mucho, en casa tengo lo necesario, sin contar que es un peso que prefiero no llevar en el estado en el que estoy.La llamada de mi padre aún pesa en mi espalda y repercute en mi garganta. Este maldito nudo no me deja estar bien y mis pensamientos no se dispersan.Miro mi maleta ya hecha en la cama y niego, aturdido. Deseo que esto sea una broma, llegar a casa y darme cuenta que fue un error, que no es cierto que ella se puso tan mal y que mi padre exageró, como siempre, para llevarme a casa antes de tiempo.Con eso en mente voy a la ducha rápido para llegar a tiempo al aeropuerto. Desde aquí tengo un camino de una hora para llegar allí y mi vuelo sale en menos de dos horas.Ya vestido, con mi maleta en mano y un abrigo para cuando llegue a mi país, abordo el taxi que ya me espera.Como lo preví, llegamos pocos minutos antes de la salida del vuelo
Pandora Muller—¿Segura buscaste bien? —Lucy toma la plancheta de mi mano y empieza a hojear como si su vida dependiese de ello.—Sí, amiga. Te lo dije, no tiene ningún número de teléfono en su registro, aparte del que ya conocemos.Suspiro, frustrada, recostando mi espalda contra la pared.Ha pasado más de tres meses que Norman se fue para Alemania y no me ha llamado ni una sola vez, tampoco hubo un mensaje o un recado de cuándo vuelve. Es imposible describir cómo me siento porque son muchas emociones juntas, todas negativas. Emociones que no debería estar sintiendo, pero el caso es que sí las siento, como desde un principio supe que pasaría. Y ahora me veo como una completa tonta.—Tal vez solo deba tomarlo como que ya terminó todo —Añado con voz melancólica. Antes de que ella se gire hacia mí, seco rápidamente con los dedos las lágrimas que inundan mis ojos. —Él ya no va a volver, Lucy. Ni una sola llamada en tres meses debe significar algo.Deja las planchetas en su sitio y camina
Norman Stone—Francamente no te entiendo, hermano ¿Cuál es la necesidad que tienes de volver?—No espero que lo entiendas, Mariana. Y tampoco tengo ganas de explicarlo todo de nuevo.—Ok ¡Tranquilo! —Levanta ambas manos mientras sonríe, sarcástica. —Solo preguntaba. Veo que tu viaje a América es un tema muy sensible para ti.—Hablo en serio, Mariana —La señalo con el dedo. —Hace más de dos meses que debía estar allí y gracias a tu gran idea de compartir en la cabaña un mes en familia, estoy atrasado.—Solo quería que compartamos tiempo juntos. No hables como si hubiera destruido tu vida o algo así. Recuerda que eso sirvió para que mamá mejore y ya esté de pie nuevamente.Me doy la vuelta de nuevo y le dedico una mirada de fastidio. No ha dejado de preguntar desde el momento en que entró a mi habitación hace más de una hora, y tratando de hacerme cambiar de opinión. No dudo que mi padre tenga algo que ver con eso ya que también me lo ha preguntado cómo mil veces en esta semana.Vuelvo
Norman StoneA pesar de todo pronóstico, el vuelo llega antes de la hora y me siento liberado cuando salgo del avión y puedo estirar las piernas luego de tantas horas sentado. Aunque estamos en otoño, el ambiente aquí sigue siendo bastante cálido y la puesta de sol es simplemente mágica con sus mezclas de colores naranjas y rojizos que cubren todo el paisaje. Amo este país. Estoy emocionado y al mismo tiempo preocupado por lo que me espera ahora. Soy consciente que tres meses no es poco tiempo y estoy seguro que pasó muchas cosas en mi ausencia, pero por ahora no me quiero permitir pensar en eso. No quisiera afligirme por algo del que no tengo certeza o quizás solo sea producto de mi ansiedad. Prefiero que todo pase a su tiempo y si hay algo que tenga remediar, hacerlo. Tomo un taxi para llegar a mi departamento más rápidamente. En el trayecto me decido y llamo por primera vez a Dora. La llamada me manda directo al buzón y me parece extraño, ella no es de las que apagan su celul
Pandora Muller—Sí, soy un despojo humano —Dejo mi cartera en la mesita y me tiro a la cama de espaldas con los brazos y las piernas abiertas en forma de cruz, mirando el techo.—Descansa, hija. Pediré pizza para la cena y haré una sopa de verduras para tu madre —dice mi papá desde la puerta. —Duerme por unos minutos.—Esa es una buena idea, papi —Levanto el pulgar hacia él, pero sin voltearme a mirarlo. —El pelo lo tengo pegajoso y la piel reseca. Necesito un baño, largo y muy caliente, que me limpie hasta los pecados y me libre de este cansancio que cargo.—Descansa. Yo te despierto a la hora de la cena.Me quedo unos segundos mirando el techo sin ganas siquiera de parpadear, me duele hasta el alma. Si permanezco así un minuto más estoy segura de que me quedaré dormida hasta el lunes y mugrienta como estoy, no creo que sea una muy buena idea.Decido ponerme de pie y enfrentar mi triste vida.Enderezar mi espalda es definitivamente una misión imposible, justo ahora.—Vamos, Dora —Me
Norman Stone Lo esperaba. Juro que me preparé mentalmente para esto, para nuestro encuentro, para su enfado, sin embargo no deja de sentirse molesto su indiferencia, es como una espinita clavada en el corazón. Me despojo de la sabana en la que estoy envuelto y bajo la temperatura del acondicionador de aire. Hace calor, pero no es el ambiente, soy yo y mis malditas ganas de tenerla aquí conmigo, rodearla con mis brazos y dormir con mi nariz clavada en su cuello aspirando de su aroma a vainilla y rosa que tanto me gusta. Salgo de la cama de un salto y voy a la ducha. Necesito sacármela de la cabeza, refrescar mi mente, no pensarla, no desearla como un completo demente. Se venia tan sexy en esa playera blanca y su pelo mojado, que por un momento recordé los días que se quedaba aquí conmigo y nos bañábamos juntos después de una maratón de sexo para de nuevo tener otro, al salir de la bañera. —¡Rayos! —Golpeo la pared del baño para descargar así la excitación que tengo acumulado dentro