Pandora Muller—¿Segura buscaste bien? —Lucy toma la plancheta de mi mano y empieza a hojear como si su vida dependiese de ello.—Sí, amiga. Te lo dije, no tiene ningún número de teléfono en su registro, aparte del que ya conocemos.Suspiro, frustrada, recostando mi espalda contra la pared.Ha pasado más de tres meses que Norman se fue para Alemania y no me ha llamado ni una sola vez, tampoco hubo un mensaje o un recado de cuándo vuelve. Es imposible describir cómo me siento porque son muchas emociones juntas, todas negativas. Emociones que no debería estar sintiendo, pero el caso es que sí las siento, como desde un principio supe que pasaría. Y ahora me veo como una completa tonta.—Tal vez solo deba tomarlo como que ya terminó todo —Añado con voz melancólica. Antes de que ella se gire hacia mí, seco rápidamente con los dedos las lágrimas que inundan mis ojos. —Él ya no va a volver, Lucy. Ni una sola llamada en tres meses debe significar algo.Deja las planchetas en su sitio y camina
Norman Stone—Francamente no te entiendo, hermano ¿Cuál es la necesidad que tienes de volver?—No espero que lo entiendas, Mariana. Y tampoco tengo ganas de explicarlo todo de nuevo.—Ok ¡Tranquilo! —Levanta ambas manos mientras sonríe, sarcástica. —Solo preguntaba. Veo que tu viaje a América es un tema muy sensible para ti.—Hablo en serio, Mariana —La señalo con el dedo. —Hace más de dos meses que debía estar allí y gracias a tu gran idea de compartir en la cabaña un mes en familia, estoy atrasado.—Solo quería que compartamos tiempo juntos. No hables como si hubiera destruido tu vida o algo así. Recuerda que eso sirvió para que mamá mejore y ya esté de pie nuevamente.Me doy la vuelta de nuevo y le dedico una mirada de fastidio. No ha dejado de preguntar desde el momento en que entró a mi habitación hace más de una hora, y tratando de hacerme cambiar de opinión. No dudo que mi padre tenga algo que ver con eso ya que también me lo ha preguntado cómo mil veces en esta semana.Vuelvo
Norman StoneA pesar de todo pronóstico, el vuelo llega antes de la hora y me siento liberado cuando salgo del avión y puedo estirar las piernas luego de tantas horas sentado. Aunque estamos en otoño, el ambiente aquí sigue siendo bastante cálido y la puesta de sol es simplemente mágica con sus mezclas de colores naranjas y rojizos que cubren todo el paisaje. Amo este país. Estoy emocionado y al mismo tiempo preocupado por lo que me espera ahora. Soy consciente que tres meses no es poco tiempo y estoy seguro que pasó muchas cosas en mi ausencia, pero por ahora no me quiero permitir pensar en eso. No quisiera afligirme por algo del que no tengo certeza o quizás solo sea producto de mi ansiedad. Prefiero que todo pase a su tiempo y si hay algo que tenga remediar, hacerlo. Tomo un taxi para llegar a mi departamento más rápidamente. En el trayecto me decido y llamo por primera vez a Dora. La llamada me manda directo al buzón y me parece extraño, ella no es de las que apagan su celul
Pandora Muller—Sí, soy un despojo humano —Dejo mi cartera en la mesita y me tiro a la cama de espaldas con los brazos y las piernas abiertas en forma de cruz, mirando el techo.—Descansa, hija. Pediré pizza para la cena y haré una sopa de verduras para tu madre —dice mi papá desde la puerta. —Duerme por unos minutos.—Esa es una buena idea, papi —Levanto el pulgar hacia él, pero sin voltearme a mirarlo. —El pelo lo tengo pegajoso y la piel reseca. Necesito un baño, largo y muy caliente, que me limpie hasta los pecados y me libre de este cansancio que cargo.—Descansa. Yo te despierto a la hora de la cena.Me quedo unos segundos mirando el techo sin ganas siquiera de parpadear, me duele hasta el alma. Si permanezco así un minuto más estoy segura de que me quedaré dormida hasta el lunes y mugrienta como estoy, no creo que sea una muy buena idea.Decido ponerme de pie y enfrentar mi triste vida.Enderezar mi espalda es definitivamente una misión imposible, justo ahora.—Vamos, Dora —Me
Norman Stone Lo esperaba. Juro que me preparé mentalmente para esto, para nuestro encuentro, para su enfado, sin embargo no deja de sentirse molesto su indiferencia, es como una espinita clavada en el corazón. Me despojo de la sabana en la que estoy envuelto y bajo la temperatura del acondicionador de aire. Hace calor, pero no es el ambiente, soy yo y mis malditas ganas de tenerla aquí conmigo, rodearla con mis brazos y dormir con mi nariz clavada en su cuello aspirando de su aroma a vainilla y rosa que tanto me gusta. Salgo de la cama de un salto y voy a la ducha. Necesito sacármela de la cabeza, refrescar mi mente, no pensarla, no desearla como un completo demente. Se venia tan sexy en esa playera blanca y su pelo mojado, que por un momento recordé los días que se quedaba aquí conmigo y nos bañábamos juntos después de una maratón de sexo para de nuevo tener otro, al salir de la bañera. —¡Rayos! —Golpeo la pared del baño para descargar así la excitación que tengo acumulado dentro
Norman StoneVeo una resignación en su mirada que antes no tenía. Ella no es la Dora que conozco, la que se entregó a mí en cuerpo y alma por primera vez, la que con su sonrisa puso mi mundo de cabeza desde el minuto uno que nos conocimos.Sus ojos están más claros que de costumbre y soy capaz de ver a través de ellos lo que siente ahora mismo, porque yo también siento lo mismo.No pregunto si hay alguien más, porque sé que no es el caso. Esa pregunta sería hasta estúpido. Sé exactamente que el problema soy yo y nadie más que yo.—¿Quieres decirme el motivo? —Pregunto dejando un beso en la punta de su nariz. Intento verme sereno, pero el temblor en mis manos me delata. —Sabes que todo lo que digas y sientas es importante para mí.—No me siento capaz, Norman —Responde después de dudarlo por unos segundos. Sé a lo que se refiere. —Creo que es demasiado para mí.—Nuestro trato fue claro desde el principio, preciosa. Hablamos de todo eso antes de empezar. ¿Fallé contigo de algún modo? ¿No
Pandora Muller —No pasó nada —Repito por enésima vez. Lucy me da un golpecito en el hombro mientras ríe y niega. —Lo prometo, amiga.—No puedo creer que tengas la capacidad de resistirte a un hombre como ese, Dora. O estás mal de tu cabeza, o te volviste lesbiana, o ambos.—El sexo no lo es todo en la vida, amiga. Hay otras cosas que puedes hacer con la persona que amas —Replico y ella me mira con los ojos achinados, desconfiada. Llevo mi mano a la boca al darme cuenta lo que acabo de decir. Pero bueno, ya lo dije, ya no puedo hacer nada para volver el tiempo atrás. El alcohol me está haciendo decir cosas que no debo.—Si, el amor es algo jodido —Carraspea un poco para disimular mi metida de pata tan grande. —Pero ha pasado una semana desde que volvió, supongo que algunos toqueteos y ganas no faltaron. Conociendo lo explosivos que son cuando están juntos, la cosa debe estar que arde cada vez que se ven.—Te equivocas —Desestimo con las manos. Y no miento. Por más increíble que parezca
Pandora Muller «Está loco» es lo primero que pienso cuando me ordena eso, pero cuando noto la seriedad y la lujuria en su rostro, sé que habla en serio.¿Sería capaz de tocarme frente a él hasta llegar al orgasmo? No estoy segura, pero si sé que es una deliciosa locura. Esto nunca me había pasado por la cabeza y, aunque suene ilógico y tonto, empiezo a temblar solo con su orden, mi vagina empieza a contraerse y echo la cabeza para atrás cuando una corriente de placer me recorre de manera repentina.¿Puede haber algo más erótico que estar completamente desnuda frente a la persona a la que deseas y masturbarte frente a él hasta llegar al éxtasis? No lo sé, pero quiero probarlo. Siento que hay demasiadas cosas que no sé del sexo y quiero disfrutar de mi sexualidad plenamente, sin restricciones, sin complejos y sin tabúes, probar todo lo que aún no he probado.—¿Estás excitada? —Una de sus manos viaja por la parte interna de mi muslo hasta llegar a mis labios vaginales, donde frota suavem