Hanna. Aunque traté de dormirme temprano, todo lo temprano que se podía dormir, después de estar en mi situación, a horas de firmar un acuerdo, con una persona con la que iba a tener que tratar de fingir, que no me importaba, que simplemente tenía un acuerdo económico con él, como la mujer que él creía que yo era, una mujer que se vendía por dinero. Pero por mucho que lo intenté, el sueño no me llegaba, mientras daba vueltas y vueltas en la cama, temerosa de lo que pasaría al día siguiente. Y no, porque tuviera que dar ese paso que juré a mí misma que nunca daría, como dijo mi hermana haría lo que fuera, sino simplemente, y eso tenía que aclarar desde un principio, solo podía dar ese paso con este hombre, cualquier otro no hubiese conseguido que ni me lo replanteará, y es lo que realmente me tenía preocupada. - “¿Por qué él? Tengo suficiente antiguos clientes, como para pedirles un favor. Un préstamo, cualquier cosa, incluso, continuar haciendo lo que había hecho hasta ahora, pero
Roy. - “¿Por qué te vas a vivir a casa de una amiga, sí tienes mi casa?, Durante un año seremos pareja, así que ¿por qué no te vienes a vivir conmigo, a mi mansión?”- ni sé de dónde me salieron esas palabras, solamente puedo decir en mi favor que, el miedo que llevaba controlando desde anoche cuando hablé con mi padre, se volvió a manifestar, cuando Scarlet abrió la puerta, y vi esas cajas apiladas en medio de una habitación vacía. Tuve la sensación, que, aunque esta mujer firmara, o no, el acuerdo al que habíamos llegado, nada le impedía huir de mí de nuevo, como era su costumbre. Un maldito contrato, no tenía que ser una obligación para ella, aunque yo creyera que sí. Aun así, yo esperaba, como me demostraba su forma de ser, que fuera de esas personas, que, con su palabra, bastaba. Pero al ver esas malditas cajas, en la sala de su casa, el mismo día que se iba a unir a mí por un año, me sentí incomodo. Aún estaba esperado su respuesta, mientras me miraba con esos ojos de colores
Roy.Rápidamente ella, tras mirarme unos segundos, esquivaba mi mirada, de forma apresurada, algo nerviosa, como si le hubiera sorprendido haciendo algo que no debía.Cuando llegamos a la empresa subimos desde el parking, directamente, con mi ascensor privado, hasta la planta donde estaba mi despacho. Una vez llegamos allí, hice algo que normalmente no s
Hanna. Con todo lo que me quedó hacer esa mañana, prácticamente no tuve tiempo de meditar el paso que había dado, el contrato seguía guardado en mi bolso, en una esquina de mi antigua casa, mientras yo me había reorganizado, para que en poco tiempo me diera opciones, no solo de organizar el viaje de Mia a Berlín, que saldría esa misma tarde a las cuatro la llevaría el médico que la iba a acompañar para llevarla junto a sus colegas y mi tía la acompañaría desde el aeropuerto, sino que también que debía cambiar la dirección, al equipo de mudanza, parte de las cajas que había organizado parte fueran al guardamuebles que ya había alquilado, no creía que el Alfa necesitará que yo le llenará la casa de muebles como los míos, principalmente porque seguro que desentonarían con la lujosa decoración que tendría en la mansión, la otra parte , que eran mis libros, ropa, y demás objetos personales, irían a la casa. También tuve que avisar a Beatriz, comunicándole que había conseguido una casa en
Hanna. Cuando llegamos a mi habitación, no podía estar más sorprendida, no solo era bella, simplemente era la habitación que hubiera utilizado alguien de la nobleza, o cualquier alma romántica. Ni me podía creer que durante un año iba a dormir allí, en esa enorme cama dosel, columnas de madera, y telas de seda y gasa que cubrían el techo de la cama, y a su alrededor, haciendo que te aislaras del exterior si la mantenías cerrada, intente que mi imaginación no volara, pero por un segundo, me vi a mí, en brazos del Alfa, aislados del mundo, dando rienda suelta a nuestro deseo. Tuve que agitar la cabeza con fuerza, incluso marearme un poco, para borra esa imagen. Miré a mi alrededor, evitando mirar a la cama. Se podía decir que tenía de todo, un vestidor enorme, que solo servía para cubrir una mínima parte con la ropa que había traído, además de varios tocadores, y una isla que servía para guardar joyas y demás complementos que ni tenía, si hablamos del baño, era el sueño de cualquier m
Roy.- “Señor, la señorita Müller acaba de llamar, según parece ya se ha mudado a Old Winston House, y me ha dejado un recado para usted.”- me dijo Gordon acercándose a mí, en el oído, mientras se desarrolla la reunión de los ejecutivos que se encargaban de los diferentes futuros proyectos del grupo Miller- “¿Y bien?”- le dije para que continuara, con el mensaje que me dejó Scarlet, mientras el responsable del área económica exponía los presupuestos de los que disponía, cada proyecto, para llevarlo a cabo, a futuro, en cada departamento.- “Al parecer la señorita Müller leyó, al fin, todo el contrato… y…”- Gordón volvió a interrumpirse mientras me hablaba, susurrando algo nervioso, cosa que era totalmente extraño en él.- “¿Quieres acabar de contarme?”- lo miré serio, odiaba que la gente fuera tan indecisa, para una persona como yo que, siempre iba al grano, o la yugular, según quieras verlo, eso era una total ineptitud.- “Le comunico el mensaje palabras textuales, como ella me dijo
Hanna. - “Y eso es en resumen de todo lo que ha pasado entre el acosador e intenso de Finlay Alacintye y yo, eso, y que insiste en que pase las navidades, dentro de tres días, con su familia en Escocia.”- me dijo la insistente Ailan cuando le cogí el teléfono, ante mi insistencia, para evitar otros temas más peligrosos, de que me contara todo lo que había hecho con su guapo acosador. - “¡Casi nada!, te ligas a uno de los hombres más rico y guapos del planeta, incluso es más rico que toda tu familia entera, y no sólo lo rechazas, sino que encima lo utilizas, para llevarlo a la cama cada vez que…”- la heredera me interrumpió. - “He que a mí me ha seducido también… yo estaba muy tranquila sin tener nada que ver con un hombre, después del desgraciado de mi ex…”- no pude evitar reírme a carcajadas, ante esa pobre excusa. - “Si seguro, el problema, heredera, es que los hechos no se sostienen, sobre todo en tu versión de pobre mujer seducida y desvalida, y menos con un hombre como ese, u
Roy. - “Me alegro de que los arranques estúpidos de testosterona les haya servido para algo, Alfa, pero ahora, quítate la camisa.”- me dijo Hanna, si tan siquiera darse cuenta de los que estaba insinuando con ese todo de voz, sabía que quería revisar si tenía otro golpe en el cuerpo, pero no puede evitar picarla para ver si estalla. - “¿Pero lo quieres hacer ahora?, ¿aquí, con el personal de serv…?”- le dije intentando parecer sorprendido. La cara que puso cuando yo le dije estas palabras, y su clara interrupción, me dejaban claro que había conseguido mi objetivo. La verdad es que en estos momentos y tal como se sentía mi cuerpo, no estaba para hacer justica a cualquiera pretensión de carácter sexual que tuviera la bruja en mente, sin acabar como mínimo en urgencias. - “Voy a revisarte, idiota, que tú seas un puto inconsciente que se dedica a hacer el gilipollas, en plan Williams Wallace, no quiere decir que deba dejarte hecho un cuadro, además por si no recuerdas estudio medicin