Roy. - “Me alegro de que los arranques estúpidos de testosterona les haya servido para algo, Alfa, pero ahora, quítate la camisa.”- me dijo Hanna, si tan siquiera darse cuenta de los que estaba insinuando con ese todo de voz, sabía que quería revisar si tenía otro golpe en el cuerpo, pero no puede evitar picarla para ver si estalla. - “¿Pero lo quieres hacer ahora?, ¿aquí, con el personal de serv…?”- le dije intentando parecer sorprendido. La cara que puso cuando yo le dije estas palabras, y su clara interrupción, me dejaban claro que había conseguido mi objetivo. La verdad es que en estos momentos y tal como se sentía mi cuerpo, no estaba para hacer justica a cualquiera pretensión de carácter sexual que tuviera la bruja en mente, sin acabar como mínimo en urgencias. - “Voy a revisarte, idiota, que tú seas un puto inconsciente que se dedica a hacer el gilipollas, en plan Williams Wallace, no quiere decir que deba dejarte hecho un cuadro, además por si no recuerdas estudio medicin
Hanna. Al menos sobrevivimos a la primera noche, increíblemente. Eso no quiere decir que no desee estar con el Alfa, con ese cuerpo que parece tallado por el mejor de los escultores del renacimiento, cuyo tacto se asemeja al mármol templado. Más bien es una cuestión de reivindicarme a mí misma, hacia él, con lo único que me daba fuerza de lucha en esta relación, el contrato que habíamos firmado. Parece ridículo, que un contrato que podría invalidarse en cualquier corte de justicia, por haber cierta ilegalidad, fuera mi mayor baza, pero sólo por una cláusula, la de que sólo tendríamos relaciones sexuales o acercamientos íntimos, si yo lo deseaba y permitía. Aunque después de lo que había pasado anoche sentía que esa baza, me iba a durar poco, pero muy poco, un accidente insignificante, y mi mayor control sobre el Alfa, se escaparía de mis manos como arena del desierto, y muy probablemente provocado por mí. Mientras bajaba a desayunar, tras una noche dando vueltas en esa cómoda y en
Hanna. - "Desde luego Ailan estas poseída, ¿Podríamos parar para tomar un café o algo?, llevamos dos horas entrando a tiendas, tus escoltas parecen porteadores en plena sabana."- le pregunté mientras intentaba apoyarme en algún escaparate para que mis pies descansaran un poco. - "Ok de acuerdo, vamos al restaurante cafetería del ático, el del mirador trescientos sesenta."- me dijo, mientras se acercaba a uno de los ascensores de cristal que había en cada esquina del patio central del centro comercial de lujo. Yo no había podido comprar nada en ese centro comercial, tenía que encontrar un regalo para Roy, pero mi economía no podía comprar ni una simple bolsa de papel en aquel lugar. Había oído hablar de este tipo de sitios que sólo se accede con una tarjeta negra, la misma que enseñó Ailan al entrar. La decoración era similar a la que hubiera en un hotel de seis estrellas, no le faltaba de nada, y si hablamos de las tiendas, todas eran de diseñadores o de marcas de alto lujo, desde
Hanna. Entendí a lo que se refería Ailan con esas palabras casi de inmediato. Detrás de un biombo, que había en un lateral del restaurante, apareció ese guapo superhombre, con el pómulo con un morado, y una ligera hinchazón en la nariz, parecido a la que Superman tendría tras luchar con el General Solo. A este Henry Cavill de ojos verdes, esas heridas, contribuían a que se viera aún más guapo y atractivo, como el actor en su bendito papel de Superman. Así que entendía porque estaba Ailan totalmente desubicada, y en celo, de forma constante. Hay personas que nacen con una m*****a estrella en el trasero, y la de Finlay Alacintye era del tamaño de una galaxia. - "¿Gladiator?"- pregunté inconscientemente ya que estaba alucinado con lo que estaba pasando, hasta me olvidé de los estúpidos de John, Candence y su madre, mientras como yo, a mi alrededor, el mundo centraba su miraban a ese super hombre que venía rodeado, como no, como buen multimillonario, de seis escoltas más. - "Es una larg
Roy.- “¿Se puede saber porque soy el último en enterarme de que vais a venir?, si hubiera tenido planificado un viaje de negoció, u otra cosa, ¿Qué hubiera pasado?”- le pregunté a mi padre, me arriesgaba a un problema de proporciones bíblicas que los reyes Miller vinieran a pasar las navidades a Londres, en mi mansión, hogar que ellos evidentemente siempre asumían como suyo, cuando viajaban para vernos a mi hermana y a mí. Sobre todo, mi problema se centraba porque Hanna vivía conmigo. La situación podía complicarse de bastante a muchísimo, ya que la Bruja de ojos cambiantes, no estiraría dispuesta a dar lo que mis padres no
Roy.- "¿Y tú quién eres para habl...?"- comenzó a decir la señora Raddiffe, pero la sonrisa que le dediqué la silenció.Normalmente no suelo sonreír a mis adversarios, o las personas a las que voy a hundir la vida, principalmente por compasión. Hace muchos años, Ailan me dijo que daba más miedo cuando sonreída de forma fría e irónica, que cuando la miraba serio y con ira. Que me parecía a Pennywise, el payaso diabólico de It, pero en guapo.Al principio no la creí, hasta que un día probé si era verdad en una junta de altos ejecutivos del grupo Miller, mientras esos estúpidos intentaban explicarme que un tremendo error que habían cometido, que había provocado la caída del sistema informático en varios hoteles del grupo, afectando tanto a la red informantica del hotel, como a los cierres electrónicos de las puertas de las habitaciones, no era culpa suya. No estaba nada contento, pero esos inútiles trataban de justificar lo injustificable, y todo, pese a que mi cara reflejaba que no est
Hanna. Mientras la limusina avanzaba por Londres, conmigo dentro totalmente furiosa en la parte de atrás, escoltada por los guardaespaldas, o más bien los perros guardianes que me había adjudicado el hombre muerto del CEO, para controlarme, yo me imagina las mil maneras de mandarlo a la m****a directamente una vez llegara a la mansión, donde recogería mis cosas, y tras decirle descriptivamente, y con detalle, al Alfa donde se podía meter sus acuerdos, salir de la vida de ese hombre, para siempre. Pero sabía que eso no podía hacerlo, el primer pago del dinero que tenía ahorrado, ya había sido abonado a a la clínica que atendería a Mia, por estos tres meses. El segundo lo haría tras la fiestas de navidad y año nuevo, porque ya el CEO me había ingresado la cantidad que habíamos acordado como pago de que yo, fuera su amante por un año. Así que durante el trayecto a dónde que me enviaran, estos perros fieles de Roy Williams Miller, el Alfa altanero, desconsiderando, mandón, y gilipoll
Hanna Pronto la botella del delicioso vino desapareció, y fui a por otra, el alcohol consiguió que me sintiera más alegre, más ligera, y la ira fue desapareciendo, para hacer que me transformara en una descarada, mimada, y rebelde mujer, que estaba, porque no decirlo, totalmente ebria. El calor había hecho que me semi desnudara, permanecí con mi tanga y sujetador blanco, todo cubierto por una camisa de botones blanca, que le había robado al CEO de su armario. Me sentí defraudada, en mi nube ebria, de que no conservara su delicioso olor corporal, la camisa olía a limpio, a suavizante de ropa caro. Había pedido a Alexa que me pusiera una música animada de los años ochenta y noventa para poder bailar. Lo sé, no estaba en mis plenas facultades, pero que podéis espera tras la ira, y la rabia, junto a el alcohol, todos colaboraron para que acabara así, con una copa de vino en las manos, que era como mi mayor, y más necesario accesorio en esos momentos, he intentado acabar con las existen