Hanna. - "Desde luego Ailan estas poseída, ¿Podríamos parar para tomar un café o algo?, llevamos dos horas entrando a tiendas, tus escoltas parecen porteadores en plena sabana."- le pregunté mientras intentaba apoyarme en algún escaparate para que mis pies descansaran un poco. - "Ok de acuerdo, vamos al restaurante cafetería del ático, el del mirador trescientos sesenta."- me dijo, mientras se acercaba a uno de los ascensores de cristal que había en cada esquina del patio central del centro comercial de lujo. Yo no había podido comprar nada en ese centro comercial, tenía que encontrar un regalo para Roy, pero mi economía no podía comprar ni una simple bolsa de papel en aquel lugar. Había oído hablar de este tipo de sitios que sólo se accede con una tarjeta negra, la misma que enseñó Ailan al entrar. La decoración era similar a la que hubiera en un hotel de seis estrellas, no le faltaba de nada, y si hablamos de las tiendas, todas eran de diseñadores o de marcas de alto lujo, desde
Hanna. Entendí a lo que se refería Ailan con esas palabras casi de inmediato. Detrás de un biombo, que había en un lateral del restaurante, apareció ese guapo superhombre, con el pómulo con un morado, y una ligera hinchazón en la nariz, parecido a la que Superman tendría tras luchar con el General Solo. A este Henry Cavill de ojos verdes, esas heridas, contribuían a que se viera aún más guapo y atractivo, como el actor en su bendito papel de Superman. Así que entendía porque estaba Ailan totalmente desubicada, y en celo, de forma constante. Hay personas que nacen con una m*****a estrella en el trasero, y la de Finlay Alacintye era del tamaño de una galaxia. - "¿Gladiator?"- pregunté inconscientemente ya que estaba alucinado con lo que estaba pasando, hasta me olvidé de los estúpidos de John, Candence y su madre, mientras como yo, a mi alrededor, el mundo centraba su miraban a ese super hombre que venía rodeado, como no, como buen multimillonario, de seis escoltas más. - "Es una larg
Roy.- “¿Se puede saber porque soy el último en enterarme de que vais a venir?, si hubiera tenido planificado un viaje de negoció, u otra cosa, ¿Qué hubiera pasado?”- le pregunté a mi padre, me arriesgaba a un problema de proporciones bíblicas que los reyes Miller vinieran a pasar las navidades a Londres, en mi mansión, hogar que ellos evidentemente siempre asumían como suyo, cuando viajaban para vernos a mi hermana y a mí. Sobre todo, mi problema se centraba porque Hanna vivía conmigo. La situación podía complicarse de bastante a muchísimo, ya que la Bruja de ojos cambiantes, no estiraría dispuesta a dar lo que mis padres no
Roy.- "¿Y tú quién eres para habl...?"- comenzó a decir la señora Raddiffe, pero la sonrisa que le dediqué la silenció.Normalmente no suelo sonreír a mis adversarios, o las personas a las que voy a hundir la vida, principalmente por compasión. Hace muchos años, Ailan me dijo que daba más miedo cuando sonreída de forma fría e irónica, que cuando la miraba serio y con ira. Que me parecía a Pennywise, el payaso diabólico de It, pero en guapo.Al principio no la creí, hasta que un día probé si era verdad en una junta de altos ejecutivos del grupo Miller, mientras esos estúpidos intentaban explicarme que un tremendo error que habían cometido, que había provocado la caída del sistema informático en varios hoteles del grupo, afectando tanto a la red informantica del hotel, como a los cierres electrónicos de las puertas de las habitaciones, no era culpa suya. No estaba nada contento, pero esos inútiles trataban de justificar lo injustificable, y todo, pese a que mi cara reflejaba que no est
Hanna. Mientras la limusina avanzaba por Londres, conmigo dentro totalmente furiosa en la parte de atrás, escoltada por los guardaespaldas, o más bien los perros guardianes que me había adjudicado el hombre muerto del CEO, para controlarme, yo me imagina las mil maneras de mandarlo a la m****a directamente una vez llegara a la mansión, donde recogería mis cosas, y tras decirle descriptivamente, y con detalle, al Alfa donde se podía meter sus acuerdos, salir de la vida de ese hombre, para siempre. Pero sabía que eso no podía hacerlo, el primer pago del dinero que tenía ahorrado, ya había sido abonado a a la clínica que atendería a Mia, por estos tres meses. El segundo lo haría tras la fiestas de navidad y año nuevo, porque ya el CEO me había ingresado la cantidad que habíamos acordado como pago de que yo, fuera su amante por un año. Así que durante el trayecto a dónde que me enviaran, estos perros fieles de Roy Williams Miller, el Alfa altanero, desconsiderando, mandón, y gilipoll
Hanna Pronto la botella del delicioso vino desapareció, y fui a por otra, el alcohol consiguió que me sintiera más alegre, más ligera, y la ira fue desapareciendo, para hacer que me transformara en una descarada, mimada, y rebelde mujer, que estaba, porque no decirlo, totalmente ebria. El calor había hecho que me semi desnudara, permanecí con mi tanga y sujetador blanco, todo cubierto por una camisa de botones blanca, que le había robado al CEO de su armario. Me sentí defraudada, en mi nube ebria, de que no conservara su delicioso olor corporal, la camisa olía a limpio, a suavizante de ropa caro. Había pedido a Alexa que me pusiera una música animada de los años ochenta y noventa para poder bailar. Lo sé, no estaba en mis plenas facultades, pero que podéis espera tras la ira, y la rabia, junto a el alcohol, todos colaboraron para que acabara así, con una copa de vino en las manos, que era como mi mayor, y más necesario accesorio en esos momentos, he intentado acabar con las existen
Roy. Mientras subía en el ascensor que se dirigía al ático, igual que como me había pasado durante el todo el trayecto, continuaba pensando en cómo calmar a la bruja. Debíamos llegar a ese apartamento, que me habían regalado mis padres, cuando decidí venirme a vivir a Londres, y trasladar la sede central del grupo aquí, para estar más cerca de Ailan. Mis padres también le habían regalado otro ático a Ailan cuando mi hermana se mudó a Londres, tras acabar la carrera, de hecho, mi padre se encargó de que mi piso estuviera cerca del de Wendy, que se encontraba en el edificio gemelo a este, a unos metros del mío, tras cruzar la gran plaza que los dividía. No suelo utilizarlo mucho, desde que compre Old Winston House. Siempre he vivido en una mansión, en una gran casa, no me gusta mucho los pisos, por muy moderno y lujosos que sean, me gusta salir a correr por los alrededores de la mansión, tener una pista de tenis, y cancha de baloncesto donde jugar con mis amigos, incluso una pis
Roy. Quien no estaba de acuerdo con mi teoría de permanecer lejos de Scarlet, fueron otros factores, el alcohol, el desequilibrio, y la gravedad, así que cuando vi como la diosa, tropezaba con sus propios pies, para salir volando hacía delante, activó mi instinto protector, y en un segundo, llegué junto a ella, para cogerla en mis brazos, mientras mi cuerpo recibía el peso de su cuerpo, junto a la primera descarga de deseo descontrolado. La oí gemir como cuando la tuve en mis brazos, como esa noche que estuvimos juntos, y tuve que decirle a mi mente que sólo había sido mi imaginación, que no cayera en las trampas de la bruja, o estaríamos perdidos. - “Te mereces unos azotes, bruja de ojos cambiantes.”- le dije con mi voz tomada por la frustración y el deseo. Pensando que con eso se le pasaría, pero como siempre, esa mujer tomaba sus propias decisiones, aunque algunas de ellas, nos llevaran al infierno a los dos. - “¿Alfa Grey, me vas a llevar a la sala roja?, si luego me promet