Roy.
- “¿Se puede saber porque soy el último en enterarme de que vais a venir?, si hubiera tenido planificado un viaje de negoció, u otra cosa, ¿Qué hubiera pasado?”- le pregunté a mi padre, me arriesgaba a un problema de proporciones bíblicas que los reyes Miller vinieran a pasar las navidades a Londres, en mi mansión, hogar que ellos evidentemente siempre asumían como suyo, cuando viajaban para vernos a mi hermana y a mí. Sobre todo, mi problema se centraba porque Hanna vivía conmigo. La situación podía complicarse de bastante a muchísimo, ya que la Bruja de ojos cambiantes, no estiraría dispuesta a dar lo que mis padres no
Roy.- "¿Y tú quién eres para habl...?"- comenzó a decir la señora Raddiffe, pero la sonrisa que le dediqué la silenció.Normalmente no suelo sonreír a mis adversarios, o las personas a las que voy a hundir la vida, principalmente por compasión. Hace muchos años, Ailan me dijo que daba más miedo cuando sonreída de forma fría e irónica, que cuando la miraba serio y con ira. Que me parecía a Pennywise, el payaso diabólico de It, pero en guapo.Al principio no la creí, hasta que un día probé si era verdad en una junta de altos ejecutivos del grupo Miller, mientras esos estúpidos intentaban explicarme que un tremendo error que habían cometido, que había provocado la caída del sistema informático en varios hoteles del grupo, afectando tanto a la red informantica del hotel, como a los cierres electrónicos de las puertas de las habitaciones, no era culpa suya. No estaba nada contento, pero esos inútiles trataban de justificar lo injustificable, y todo, pese a que mi cara reflejaba que no est
Hanna. Mientras la limusina avanzaba por Londres, conmigo dentro totalmente furiosa en la parte de atrás, escoltada por los guardaespaldas, o más bien los perros guardianes que me había adjudicado el hombre muerto del CEO, para controlarme, yo me imagina las mil maneras de mandarlo a la m****a directamente una vez llegara a la mansión, donde recogería mis cosas, y tras decirle descriptivamente, y con detalle, al Alfa donde se podía meter sus acuerdos, salir de la vida de ese hombre, para siempre. Pero sabía que eso no podía hacerlo, el primer pago del dinero que tenía ahorrado, ya había sido abonado a a la clínica que atendería a Mia, por estos tres meses. El segundo lo haría tras la fiestas de navidad y año nuevo, porque ya el CEO me había ingresado la cantidad que habíamos acordado como pago de que yo, fuera su amante por un año. Así que durante el trayecto a dónde que me enviaran, estos perros fieles de Roy Williams Miller, el Alfa altanero, desconsiderando, mandón, y gilipoll
Hanna Pronto la botella del delicioso vino desapareció, y fui a por otra, el alcohol consiguió que me sintiera más alegre, más ligera, y la ira fue desapareciendo, para hacer que me transformara en una descarada, mimada, y rebelde mujer, que estaba, porque no decirlo, totalmente ebria. El calor había hecho que me semi desnudara, permanecí con mi tanga y sujetador blanco, todo cubierto por una camisa de botones blanca, que le había robado al CEO de su armario. Me sentí defraudada, en mi nube ebria, de que no conservara su delicioso olor corporal, la camisa olía a limpio, a suavizante de ropa caro. Había pedido a Alexa que me pusiera una música animada de los años ochenta y noventa para poder bailar. Lo sé, no estaba en mis plenas facultades, pero que podéis espera tras la ira, y la rabia, junto a el alcohol, todos colaboraron para que acabara así, con una copa de vino en las manos, que era como mi mayor, y más necesario accesorio en esos momentos, he intentado acabar con las existen
Roy. Mientras subía en el ascensor que se dirigía al ático, igual que como me había pasado durante el todo el trayecto, continuaba pensando en cómo calmar a la bruja. Debíamos llegar a ese apartamento, que me habían regalado mis padres, cuando decidí venirme a vivir a Londres, y trasladar la sede central del grupo aquí, para estar más cerca de Ailan. Mis padres también le habían regalado otro ático a Ailan cuando mi hermana se mudó a Londres, tras acabar la carrera, de hecho, mi padre se encargó de que mi piso estuviera cerca del de Wendy, que se encontraba en el edificio gemelo a este, a unos metros del mío, tras cruzar la gran plaza que los dividía. No suelo utilizarlo mucho, desde que compre Old Winston House. Siempre he vivido en una mansión, en una gran casa, no me gusta mucho los pisos, por muy moderno y lujosos que sean, me gusta salir a correr por los alrededores de la mansión, tener una pista de tenis, y cancha de baloncesto donde jugar con mis amigos, incluso una pis
Roy. Quien no estaba de acuerdo con mi teoría de permanecer lejos de Scarlet, fueron otros factores, el alcohol, el desequilibrio, y la gravedad, así que cuando vi como la diosa, tropezaba con sus propios pies, para salir volando hacía delante, activó mi instinto protector, y en un segundo, llegué junto a ella, para cogerla en mis brazos, mientras mi cuerpo recibía el peso de su cuerpo, junto a la primera descarga de deseo descontrolado. La oí gemir como cuando la tuve en mis brazos, como esa noche que estuvimos juntos, y tuve que decirle a mi mente que sólo había sido mi imaginación, que no cayera en las trampas de la bruja, o estaríamos perdidos. - “Te mereces unos azotes, bruja de ojos cambiantes.”- le dije con mi voz tomada por la frustración y el deseo. Pensando que con eso se le pasaría, pero como siempre, esa mujer tomaba sus propias decisiones, aunque algunas de ellas, nos llevaran al infierno a los dos. - “¿Alfa Grey, me vas a llevar a la sala roja?, si luego me promet
Hanna. Mientras me revolcaba en el hielo, gritándole y amenazándole como una posesa, mientras él se partía de risa, al mismo tiempo que yo sentía como la nieve me quemaba la piel, y me atería de frio, dentro de esa bañera gigante, o lo que fuera, donde el gilipollas del Alfa me había tirado, supe que, en el fondo, me lo merecía. Pero eso era algo que no se lo diría la Alfa mientras viviera, aunque me torturara. Era verdad que quería ajustarle las cuentas a Roy William Miller, y también era verdad que el alcohol me había desinhibido hasta un punto bastante peligroso, y seguro que, conociendo a ese controlador, y ególatra licántropo, el que yo lo retara delante de su hombre, así, lo sacó de sus casillas. Pero, por otro lado, creo que su correctivo había sido demasiado estricto, sino me sacaba de allí en breve, seguro que morirá congelada, o al menos esa era la sensación que tenía. A lo que, si me ayudó estar sumergida en ese mar blanco y frío, fue a que mi embriagues se redujera a la
Roy.- “¿Como era que no me cansaba de su sabor? ¿Cómo era posible que no me cansara de saborearla?”- pensaba mientras la tenía delante de mí, expuesta con una pierna sobre mi hombro, gimiendo descontrolada, agarrada a mi cabello y mis hombros, fuertemente.Ya había conseguido arrancarle un par de alucinantes y sentidos orgasmos, y aun así no me había detenido para que se recuperara. Sólo cuando sentí que sus piernas se debilitaban, la sostuve con mis manos en sus caderas mientras me incorporaba. Su respiración era jadeante, y su cuerpo aún temblaba de las sensaciones recibidas.Estaba jodidamente bella, con la cara enrojecida del agua caliente, y del éxtasis. No pude evitar besarla de nuevo, mientras la cargaba de nuevo, enrollándola en una enorme toalla, para llevarla a la cama kingside que había en la habitación principal.-“Dime, estas decidido a acabar conmigo, ¿verdad?, ¿cuándo firmé el contrato había alguna cláusula de un seguro de vida que dice que valgo más muerta que viva?”-
Hanna. Poco a poco, abrí los ojos, mientras mi cuerpo saciado y adolorido se resentía placenteramente. Justo en ese momento, las imágenes de la noche anterior volvieron a mi mente, haciendo que me despertara totalmente del sueño, como cuando te echan un cubo de agua fría por la cabeza. Al estar totalmente despierta pude sentir, que alguien me abrazaba desde atrás pegado a mi espalda, no tenía que mirarlo para saber quién era. Esperé a que me llegara el arrepentimiento, esperé a sentirme decepcionada de mí misma por haber cedido tan rápidamente a mis deseos, pero nada de eso llegó, más bien la sensación de plenitud y de sentirme completa. Una conclusión lógica a todo lo que llevaba sintiendo desde que el Alfa había entrado en mi vida. - “Decididamente Hanna, estás perdida.”- pensé mientras me giraba lentamente para no despertarlo y poder mirarlo a la cara. Estaba arrebatadoramente atractivo, con ese pecho desnudo, mientras algunos mechones de pelo caían rebeldemente sobre su frent