Hanna. Poco a poco, abrí los ojos, mientras mi cuerpo saciado y adolorido se resentía placenteramente. Justo en ese momento, las imágenes de la noche anterior volvieron a mi mente, haciendo que me despertara totalmente del sueño, como cuando te echan un cubo de agua fría por la cabeza. Al estar totalmente despierta pude sentir, que alguien me abrazaba desde atrás pegado a mi espalda, no tenía que mirarlo para saber quién era. Esperé a que me llegara el arrepentimiento, esperé a sentirme decepcionada de mí misma por haber cedido tan rápidamente a mis deseos, pero nada de eso llegó, más bien la sensación de plenitud y de sentirme completa. Una conclusión lógica a todo lo que llevaba sintiendo desde que el Alfa había entrado en mi vida. - “Decididamente Hanna, estás perdida.”- pensé mientras me giraba lentamente para no despertarlo y poder mirarlo a la cara. Estaba arrebatadoramente atractivo, con ese pecho desnudo, mientras algunos mechones de pelo caían rebeldemente sobre su frent
Hanna.- “¡Per…per…perdón!”- yo trataba de disculparme mientras tosía sonoramente intentando recuperarme. Y no acabar asfixiada sobre la mesa del desayuno.Mientras, él se limpiaba con su servilleta, el nuevo tratamiento de baño de café a presión, que había recibido.- “Decididamente necesito ir al psiquiatra, tengo perdidas de memorias, y de sentido común”- pensé sin poder mirar al Alfa, mientras intentaba no morir ahogada con el café, porque de nuevo había olvidado protegerme. - “¿Y tú vas a ser doctora en medicina? Pobres paciente”- pensé finalmente como reproche hacia mí.Cuando el pequeño incidente fue resuelto, fue cuando finalmente, pude mirar al Alfa, con algo de arrepentimiento, mezclado con indignación y enfado, ya que también me di cuenta de que yo sólo no era la única responsable, el Alfa era un hombre sexualmente activo, más que nadie tenía que saber las consecuencias de no mantener una vida sexual saludable, y con protección. Además, si añadimos el agravante de que yo no
Roy. - “¿Qué estupidez estás diciendo, Roy? Sabes que conocemos la clave de acceso del ático, siempre pretendes que nos quedemos aquí cuando venimos a verte a Inglaterra, en vez de quedarnos en tu maravillosa casa, y como este ático te lo compró tu padre, es como si fuera nuestro también. Así que no intentes cambiar de tema, y responde a mi pregunta. ¿sabes lo que tienes que hacer?”- dijo mi madre dejando claro que estaba hablando en serio. Pero por si me quedaba alguna duda, ya el verdugo se encargó, de que lo entendiera con pocas palabras. - “Roy no creo que tu madre se tenga que repetir. ¿Has entendido?.”- con esta sola frase sabía que se esperaba una respuesta por mi parte, una respuesta que yo ya tenía clara. Pero la respuesta no era clara porque me lo impusieran mis padres, sino porque después de la noche que había pasado junto a la bruja de ojos cambiantes, junto a todo aquello que yo llevaba guardando en mi interior desde que la había conocido, había revelado una verdad úni
Hanna. - “No estes nerviosa, Hanna, primero ve a ducharte, cuando tu ropa llegue, te la llevaré al baño. A no ser que seas tímida, hay personas así y no quieren que nadie las vea desnuda.”- me dijo la madre del Alfa cuando entramos en la habitación, donde la cama revuelta delataba que dormir plácidamente, lo que se dice plácidamente, no era lo que se hizo en esa cama. Estaba totalmente avergonzada, no sólo por el hecho más que evidente de que estaba en la misma habitación, con la madre del hombre que, hacia unas horas, me había hecho estallar de éxtasis, sino que además, esa inteligente y observadora mujer, mantendría conmigo una conversación de lo más normal, bueno todo lo normal que se puede mantener con una mujer medio desnuda, y con las marcas en su cuerpo de haber retozado toda una noche con experto hombre, que resultaba ser, ni más ni menos, que el mayor de sus hijos. Lo dicho, todo muy “normal”. - “Creo que iré a ducharme, si me disculpa señora Miller”- le dije sin levantar
Hanna. - “Veras, te voy a contar por encima la historia de mi relación con Norman, para que entiendas que nada es tan sencillo como crees en esta vida, ni en los sentimientos, ni siquiera lo fue para mí, además de que vas a conocer la versión sin las gafas rosa, que es al que siempre le he contado a mis hijos, creo que lo necesitas saber más que ellos, para que te ayude a entenderte … Tal como me vez puedes llegar a pensar que siempre he sido millonaria, y nada más lejos de la verdad, mi padres era unos padres normales trabajadores, murieron muy pronto, es una historia muy triste que no te contaré a hora, pero yo sólo tenía dieciocho años cuando esto ocurrió, y estaba en la universidad.”- escuchar esto de la madre de Roy me hizo sentirme identificada, al parecer esa bella mujer y yo habíamos vivido lo mismo, y al mirar sus ojos cuando contaba esto, pude ver el rastro de algo muy parecido, a lo que yo aún sentía, el dolor de la pérdida. - “Gracias a que era mayor de edad pude recibi
Hanna. - “Gracias a un engaño, una enorme trampa, que ese hombre, que nunca me dejo de buscarme, sobre todo cuando supo que era padre, me hizo. Roy y Ailan ya tenían tres meses cuando nos reunimos.”- me dijo casi muerta de risa mientras se acordaba de ese tiempo. Yo por mi parte recordé las mil y una jugarretas que me había hecho el Alfa, sobre todo con el maldito contrato, y suspiré indignada. - “Al parecer lo de salirse con la suya, como sea, en un gesto heredado ¿no?”- dije sin poder evitarlo. - “Sobre todo con Roy, es el clon de su padre, desde mucho antes de nacer, te lo aseguro, mis genes en ese niñato, se tomaron unas vacaciones directamente.”- me dijo riéndose a carcajadas y haciéndome reír a mí también. - “¿Y no quisiste matarlo por engañarte?”- le pregunté. -“¿Crees que no?, soy una mujer de armas tomar, pero ese seductor hombre tenía muchas maneras de hacerme cambiar de opinión, la principal fue que la arisca de Ailan que odiaba a cualquier desconocido, cua
Hanna. - “¿No lo comprendo? Tengo en vestidor más de doce vestidos, tres de ellos de fiesta que aún no he estrenado, ¿Me puedes explicar por qué tengo que comprarme otro vestido más? ¿Además no se supone que es una fiesta familiar?”- le pregunté a Ailan cuando me hizo probarme el quinto vestido de la mañana. Desde el primero había desistido de mirarles el precio, o seguramente me desmayaría, o sufriría una apoplejía, por la falta de oxígeno al cerebro. Pero esta psicópata de las compras, ni me escuchaba se encontraba embutida en su mundo de rica heredera. - “¿Explicártelo a ti?, sería perder el tiempo, todavía tienes esa forma de pensar de una honesta y horrada trabajadora de clase media. Como yo intenté tener cuando vine a vivir a Londres, donde sólo vivía de mi sueldo. Creo que fueron los momentos más felices de mi vida, hasta que el traidor, y mal nacido de mi ex apareció es mi vida.”- me dijo la psicópata perdida en sus recuerdos, mientras seguía buscándome otro vestido, al pa
Hanna. No quería saber qué significado había detrás de las palabras que me había dicho Ailan, sobre todo tras la conversación que había tenido con la diosa Miller esa mañana. Tras mucho pensar, me había decidido que el tema de las sensaciones, y los sentimientos, que me generaban pensar, y recordar a Roy Williams Miller, lo iba a dejar por ahora, para cuando estuviera preparada. - “¡Qué obsesión tienes con hacer daño a tu hermano!, de seguro de pequeño estabais todo el rato discutiendo.”- le dije mientras me dirigía al probador para poder cambiarme, y ponerme el vestido que yo había seleccionado, que una de las dependientas me había dado. - “Al contrario, siempre hemos estado muy unidos, y es por eso por lo que sé, que de vez en cuando, esa fría estatua, seria e inamovible, y en apariencia, carente de sentimientos, necesita un par de sacudidas de grado siete, para que lo saquen de esa seguridad y autocontrol que mantiene sobre sí mismo, para que así tome contacto con la realidad. Y