Hanna. - “No estes nerviosa, Hanna, primero ve a ducharte, cuando tu ropa llegue, te la llevaré al baño. A no ser que seas tímida, hay personas así y no quieren que nadie las vea desnuda.”- me dijo la madre del Alfa cuando entramos en la habitación, donde la cama revuelta delataba que dormir plácidamente, lo que se dice plácidamente, no era lo que se hizo en esa cama. Estaba totalmente avergonzada, no sólo por el hecho más que evidente de que estaba en la misma habitación, con la madre del hombre que, hacia unas horas, me había hecho estallar de éxtasis, sino que además, esa inteligente y observadora mujer, mantendría conmigo una conversación de lo más normal, bueno todo lo normal que se puede mantener con una mujer medio desnuda, y con las marcas en su cuerpo de haber retozado toda una noche con experto hombre, que resultaba ser, ni más ni menos, que el mayor de sus hijos. Lo dicho, todo muy “normal”. - “Creo que iré a ducharme, si me disculpa señora Miller”- le dije sin levantar
Hanna. - “Veras, te voy a contar por encima la historia de mi relación con Norman, para que entiendas que nada es tan sencillo como crees en esta vida, ni en los sentimientos, ni siquiera lo fue para mí, además de que vas a conocer la versión sin las gafas rosa, que es al que siempre le he contado a mis hijos, creo que lo necesitas saber más que ellos, para que te ayude a entenderte … Tal como me vez puedes llegar a pensar que siempre he sido millonaria, y nada más lejos de la verdad, mi padres era unos padres normales trabajadores, murieron muy pronto, es una historia muy triste que no te contaré a hora, pero yo sólo tenía dieciocho años cuando esto ocurrió, y estaba en la universidad.”- escuchar esto de la madre de Roy me hizo sentirme identificada, al parecer esa bella mujer y yo habíamos vivido lo mismo, y al mirar sus ojos cuando contaba esto, pude ver el rastro de algo muy parecido, a lo que yo aún sentía, el dolor de la pérdida. - “Gracias a que era mayor de edad pude recibi
Hanna. - “Gracias a un engaño, una enorme trampa, que ese hombre, que nunca me dejo de buscarme, sobre todo cuando supo que era padre, me hizo. Roy y Ailan ya tenían tres meses cuando nos reunimos.”- me dijo casi muerta de risa mientras se acordaba de ese tiempo. Yo por mi parte recordé las mil y una jugarretas que me había hecho el Alfa, sobre todo con el maldito contrato, y suspiré indignada. - “Al parecer lo de salirse con la suya, como sea, en un gesto heredado ¿no?”- dije sin poder evitarlo. - “Sobre todo con Roy, es el clon de su padre, desde mucho antes de nacer, te lo aseguro, mis genes en ese niñato, se tomaron unas vacaciones directamente.”- me dijo riéndose a carcajadas y haciéndome reír a mí también. - “¿Y no quisiste matarlo por engañarte?”- le pregunté. -“¿Crees que no?, soy una mujer de armas tomar, pero ese seductor hombre tenía muchas maneras de hacerme cambiar de opinión, la principal fue que la arisca de Ailan que odiaba a cualquier desconocido, cua
Hanna. - “¿No lo comprendo? Tengo en vestidor más de doce vestidos, tres de ellos de fiesta que aún no he estrenado, ¿Me puedes explicar por qué tengo que comprarme otro vestido más? ¿Además no se supone que es una fiesta familiar?”- le pregunté a Ailan cuando me hizo probarme el quinto vestido de la mañana. Desde el primero había desistido de mirarles el precio, o seguramente me desmayaría, o sufriría una apoplejía, por la falta de oxígeno al cerebro. Pero esta psicópata de las compras, ni me escuchaba se encontraba embutida en su mundo de rica heredera. - “¿Explicártelo a ti?, sería perder el tiempo, todavía tienes esa forma de pensar de una honesta y horrada trabajadora de clase media. Como yo intenté tener cuando vine a vivir a Londres, donde sólo vivía de mi sueldo. Creo que fueron los momentos más felices de mi vida, hasta que el traidor, y mal nacido de mi ex apareció es mi vida.”- me dijo la psicópata perdida en sus recuerdos, mientras seguía buscándome otro vestido, al pa
Hanna. No quería saber qué significado había detrás de las palabras que me había dicho Ailan, sobre todo tras la conversación que había tenido con la diosa Miller esa mañana. Tras mucho pensar, me había decidido que el tema de las sensaciones, y los sentimientos, que me generaban pensar, y recordar a Roy Williams Miller, lo iba a dejar por ahora, para cuando estuviera preparada. - “¡Qué obsesión tienes con hacer daño a tu hermano!, de seguro de pequeño estabais todo el rato discutiendo.”- le dije mientras me dirigía al probador para poder cambiarme, y ponerme el vestido que yo había seleccionado, que una de las dependientas me había dado. - “Al contrario, siempre hemos estado muy unidos, y es por eso por lo que sé, que de vez en cuando, esa fría estatua, seria e inamovible, y en apariencia, carente de sentimientos, necesita un par de sacudidas de grado siete, para que lo saquen de esa seguridad y autocontrol que mantiene sobre sí mismo, para que así tome contacto con la realidad. Y
Roy. - “¡Maldita bruja, ni siquiera coge el teléfono!, Estoy seguro de que es obra de Wendy. Esa entrometida.”- pensé mientras arrojaba furioso el móvil sobre la cama de nuestra habitación, en la mansión. Desde que me había confirmado el jefe de seguridad encargado de los escoltas de Scarlet, que mi hermana la había recogido en el ático, mientras mis padres y yo hablábamos, sobre mis responsabilidades con la que esperaban ellos, que, en breve, fuera mi mujer, Wendy se llevó a Hanna de compras. Esa niñata entrometida, siempre hacia lo mismo, le encantaba meterse en mi vida. Es verdad, que yo no quiero decir que no lo haga yo también con ella, pero eso es otra cosa, yo soy el hermano mayor, y mi deber es protegerla, que de paso sea dicho, mi trabajo sería mucho más fácil si esa soñadora y alocada niñata de Ailan, como la mandona y agresiva de Amelia, dejaran de meterse en tantos problemas siempre, pero en especial Wendy. Es por justo por eso, por lo que, tras tener nuestra pequeña “
Hanna. -“Nos vamos a cambiar y preparar en mi ático, y de allí vamos a la mansión para la pequeña celebración de la víspera de navidad, yo aviso a mi madre y a mi hermano, tranquila.”- esa fue la última gran locura de Ailan, antes de mi posible muerte por agotamiento, después de las incontables tiendas, y bolsas de compra, que se acumularon en el maletero de la limusina, después de que una sádica de las compras los asaltara, sólo con Ailan Caroline Miller, las tiendas de lujo de Londres habían hecho sus navidades. Por mi parte, tenía la sensación de que le estaba fallando a Roy en algo, así que, por cobardía, me venía hasta bien, el inevitable encuentro que tendría con ese inquietante hombre, y su absorbente familia. Aunque lo que no esperaba, fue que, cuando llegué a el ático de Ailan, nos estuviera esperando tanta gente, y dos invitadas a la fiesta más. El primer detalle que mi cuenta era que el edifico era el gemelo al ático de Roy, excepto por la decoración, y toques de la pe
Roy. -” Pero ¿Por qué siempre nos metes en tus líos, Rod Roy?”- se quejó el serio y tranquilo de Angus Blake, un atractivo CEO de ojos verdes y pelo oscuro azabache, como el atractivo Jason Blake, su padre. Angus, como yo, está acostumbrado a salirse siempre con la suya, dominante, serio y muy seguro de sí mismo, como su padre en su juventud, odia el compromiso, pero no tiene problemas en conseguir una compañía discreta, y nada problemática. Todo lo contrario que los otros dos amigos que tenía delante mirándome sonrientes. Por un lado, estaba Lean Murdock, el rubio atractivo, de sonrisa infinita, cuerpo de atleta, y con ojos marrones claros, y divertidos, tiene una labia envidiable, como buen abogado, al igual que su padre y otros socios, llevaba el famoso bufete de abogados de Murdock associated, cuando no estaba persiguiendo a las mujeres de manera escandalosa. El bufete de abogados de Lean suele llevar a los grandes grupos empresariales y financieros, entre ellos estaba las e