Hanna. - “¿No lo comprendo? Tengo en vestidor más de doce vestidos, tres de ellos de fiesta que aún no he estrenado, ¿Me puedes explicar por qué tengo que comprarme otro vestido más? ¿Además no se supone que es una fiesta familiar?”- le pregunté a Ailan cuando me hizo probarme el quinto vestido de la mañana. Desde el primero había desistido de mirarles el precio, o seguramente me desmayaría, o sufriría una apoplejía, por la falta de oxígeno al cerebro. Pero esta psicópata de las compras, ni me escuchaba se encontraba embutida en su mundo de rica heredera. - “¿Explicártelo a ti?, sería perder el tiempo, todavía tienes esa forma de pensar de una honesta y horrada trabajadora de clase media. Como yo intenté tener cuando vine a vivir a Londres, donde sólo vivía de mi sueldo. Creo que fueron los momentos más felices de mi vida, hasta que el traidor, y mal nacido de mi ex apareció es mi vida.”- me dijo la psicópata perdida en sus recuerdos, mientras seguía buscándome otro vestido, al pa
Hanna. No quería saber qué significado había detrás de las palabras que me había dicho Ailan, sobre todo tras la conversación que había tenido con la diosa Miller esa mañana. Tras mucho pensar, me había decidido que el tema de las sensaciones, y los sentimientos, que me generaban pensar, y recordar a Roy Williams Miller, lo iba a dejar por ahora, para cuando estuviera preparada. - “¡Qué obsesión tienes con hacer daño a tu hermano!, de seguro de pequeño estabais todo el rato discutiendo.”- le dije mientras me dirigía al probador para poder cambiarme, y ponerme el vestido que yo había seleccionado, que una de las dependientas me había dado. - “Al contrario, siempre hemos estado muy unidos, y es por eso por lo que sé, que de vez en cuando, esa fría estatua, seria e inamovible, y en apariencia, carente de sentimientos, necesita un par de sacudidas de grado siete, para que lo saquen de esa seguridad y autocontrol que mantiene sobre sí mismo, para que así tome contacto con la realidad. Y
Roy. - “¡Maldita bruja, ni siquiera coge el teléfono!, Estoy seguro de que es obra de Wendy. Esa entrometida.”- pensé mientras arrojaba furioso el móvil sobre la cama de nuestra habitación, en la mansión. Desde que me había confirmado el jefe de seguridad encargado de los escoltas de Scarlet, que mi hermana la había recogido en el ático, mientras mis padres y yo hablábamos, sobre mis responsabilidades con la que esperaban ellos, que, en breve, fuera mi mujer, Wendy se llevó a Hanna de compras. Esa niñata entrometida, siempre hacia lo mismo, le encantaba meterse en mi vida. Es verdad, que yo no quiero decir que no lo haga yo también con ella, pero eso es otra cosa, yo soy el hermano mayor, y mi deber es protegerla, que de paso sea dicho, mi trabajo sería mucho más fácil si esa soñadora y alocada niñata de Ailan, como la mandona y agresiva de Amelia, dejaran de meterse en tantos problemas siempre, pero en especial Wendy. Es por justo por eso, por lo que, tras tener nuestra pequeña “
Hanna. -“Nos vamos a cambiar y preparar en mi ático, y de allí vamos a la mansión para la pequeña celebración de la víspera de navidad, yo aviso a mi madre y a mi hermano, tranquila.”- esa fue la última gran locura de Ailan, antes de mi posible muerte por agotamiento, después de las incontables tiendas, y bolsas de compra, que se acumularon en el maletero de la limusina, después de que una sádica de las compras los asaltara, sólo con Ailan Caroline Miller, las tiendas de lujo de Londres habían hecho sus navidades. Por mi parte, tenía la sensación de que le estaba fallando a Roy en algo, así que, por cobardía, me venía hasta bien, el inevitable encuentro que tendría con ese inquietante hombre, y su absorbente familia. Aunque lo que no esperaba, fue que, cuando llegué a el ático de Ailan, nos estuviera esperando tanta gente, y dos invitadas a la fiesta más. El primer detalle que mi cuenta era que el edifico era el gemelo al ático de Roy, excepto por la decoración, y toques de la pe
Roy. -” Pero ¿Por qué siempre nos metes en tus líos, Rod Roy?”- se quejó el serio y tranquilo de Angus Blake, un atractivo CEO de ojos verdes y pelo oscuro azabache, como el atractivo Jason Blake, su padre. Angus, como yo, está acostumbrado a salirse siempre con la suya, dominante, serio y muy seguro de sí mismo, como su padre en su juventud, odia el compromiso, pero no tiene problemas en conseguir una compañía discreta, y nada problemática. Todo lo contrario que los otros dos amigos que tenía delante mirándome sonrientes. Por un lado, estaba Lean Murdock, el rubio atractivo, de sonrisa infinita, cuerpo de atleta, y con ojos marrones claros, y divertidos, tiene una labia envidiable, como buen abogado, al igual que su padre y otros socios, llevaba el famoso bufete de abogados de Murdock associated, cuando no estaba persiguiendo a las mujeres de manera escandalosa. El bufete de abogados de Lean suele llevar a los grandes grupos empresariales y financieros, entre ellos estaba las e
Hanna. - “No sé cómo me he dejado convencer, heredera”- le decía mientras intentaba no salir corriendo, para no ser el centro de atención del gran Salón de la mansión del Alfa. Tampoco ayudaba que al fondo la cara del Alfa me mirase como si hubiera cometido el peor crimen del mundo, con esos ojos de azul acerados, y esa cara seria petrificada, sobre todo después que Ailan me quitara la capa, que hasta ahora había sido como mi escudo de protección a las miradas de la mayoría de los invitados, entre ellos los padres de Roy. - “Para darle una lección a mi hermano, pero visto lo visto, y tras ver a quien ha invitado para mortificarme, se merece todo eso, y más. Hasta que tu salgas de esta casa, con otro hombre, abandonándolo a su suerte, maldito traidor.”- dijo Ailan en un murmullo enfadada, sabía que no lo decía enserio, era una reacción típica en ella desde hace unas semanas, todo lo que tuviera que ver con el CEO de M.F.P. Global multinacional, descontrolaba a la heredera. - “¡Mierda
Hanna. He decido tomarme este periodo para poner mi mente en claro de una vez, y se lo pienso dejar claro mañana a Roy cunado hablemos a solas, si lo que yo estaba pensando se confirmaba, cuando volviera de viaje, a íbamos a hablar sinceramente, y definir nuestras relaciones de una vez, fuera de del contrato, o eso esperaba porque la tortilla se podía gira en mi contra. (*Nota de la Autora) Esa era otra de las causas por las que debía tomarse este tiempo, para fortalecerme lo antes posible ante un posible rechazo por parte de Roy, no se me olvida que, en el contrato, él había sido el que había puesto la condición de no enamorase, además de que debía de dejarle claro que, la opinión que tenía de mí, la de mi pasado, era equivocada. Con estos pensamientos miré a Ailan, que aún me miraba con expectativas. - “Bien seguiré tu plan, mezclémonos entre los invitados.”- le dije. Así fue como comenzó el juego de gato y el ratón, donde cada vez que los dos CEOs pretendía acercarse a nosotras
Hanna. Pocas veces había recurrido, a mi fuerza interior, a esa que me hizo organizar el funeral de mis padres, a vender lo que podía, cuando los acreedores cayeron sobre lo que hubiera quedado de los bienes de mis padres. Agarrándome siempre a lo único que me quedaba, Mia. Justo eso fue lo que me hizo trabajar como acompañante, o lo que, cuando mi hermana tuvo el accidente, me llevó aceptar un contrato, vendiéndome a un hombre, que me volvía loca, me tentaba, y me derribaba todas las barreras. Un hombre, que yo en fondo sabía, que, aunque lo negara mil veces, y más que nadie, a mí misma, amaba, como no había amado a otro. Sólo el dolor que me ahogaba, mientras intentaba mantenerme a flote, me lo confirmaba lo que verdaderamente sentía por Roy William Miller, algo muy fuerte, que no había sentido por ningún otro hombre. Fue por eso por lo que verdaderamente acepte ese trato, fue por eso por lo que intentaba aprovecharme de cada gesto de cariño, o atención que se hombre me ofrecía, y