CAPÍTULO XXI
Al momento de volver, entramos silenciosamente por el mismo lugar donde habíamos salido, sintiéndonos como unas putas amas. En el pasillo nos encontramos a Sor Patri.

—Niñas, ¿Dónde se encontraban? Fui a la capilla y nos las vi.

—Estábamos en el baño Patri, ya sabes código rojo. —rio.

—Está bien, a sus camas.

Asentimos y caminamos hasta nuestras habitaciones, María cae en la cama de forma agresiva.

—Mierda, ahora tengo que esperar a digerir los alimentos. —Se queja.

Yo aprovecho para tomar todas mis medias y hacerme rizos en el cabello, si mi “familia” iba a atreverse a venir después de haberme apuñalado de frente me tenía que ver como que ello no me hubiese afectado.

Siento como una ráfaga de emociones me inunda, estaba empezando a imaginarme miles de escenarios sobre lo que fuese a pasar. Siento aquel sentimiento de tristeza que creí olvidar como se sentía me inunda, sabía que era una de mis tantas formas de lastimarme, además de que por fin había hablado con alguien de mi hermana, l
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