CAPÍTULO XXIII

No puedo parar de llorar.

Esto no me podría estar pasando, estaba a un paso de volverme loca, tampoco este era un lugar para tener un bebé, de hecho podría causar muchos problemas.

—¿Qué vas a hacer, Ari? —Me pregunta María mientras me acaricia suavemente mi espalda.

—No lo sé, de igual manera este no es un sitio para tomar decisiones, no quiero ir a la enfermería ni hacer de esto todo un problema.

—¿Entonces? —Ella hace una pequeña pausa—. De aquí a que salgas ya tendrías una barriga difícil de disimular.

—Lo sé…, creo que tengo que escaparme de aquí.

—¿Estás loca, Aria? —grito María.

—¿Dime qué más puedo hacer?

—Si llegas a hacer eso van a llamar a la policía.

—Lo sé, lo sé… Voy a amenazarlos, si llaman a la policía diré que aquí me violaron, que fueron abusivos conmigo y haré mierda este lugar junto con Jace, ese hijo de puta que solo me utilizo.

—¿Y cuándo vas a hacer eso?

—Cuando tú salgas voy a irme contigo, son solo dos semanas, no es nada preocupante, ya he pensado en ello… vo
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