Finalmente, mis clases académicas habían terminado. Ahora solo quedaba la aburrida clase de costura y habría culminado otro torturante día en este infierno, llamado internado. Extrañaba a mis amigas, a los chicos, muy en el fondo también echaba de menos desayunar con mi padre y hacerle la vida imposible al mocoso y su bruja madre. Pero no todo era malo, había conseguido un nuevo pasatiempo. Mi profesor de religión, era toda una bestia seductora. ¿Qué clase de castigo educativo había sido ese? Mejor dicho, ¿Era legal? ¡Me nalgueo! Eso podría considerarse acoso escolar, además no creía que las monjitas permitieran semejante desfachatez, ¿o sí? ¿Acaso son monjas pervertidas? No lo creo, son muy correctas. Sor patri sería incapaz de tal cosa, aunque ahora que lo pienso, Jace es muy hábil e inteligente, sabe muy bien que no puedo chantajearlo c
Las clases de religión se habían convertido en un insaciable juego de miradas entre Jace y yo, aunque la mitad de las veces era yo tratando de no sentirme intimidada con su mirada.«Alabaré, alabaré, alabaré, alabaréAlabaré a mi SeñorAlabaré, alabaré, alabaré, alabaréAlabaré a mi SeñorJuan vio el número de los redimidosY todos alababan al SeñorUnos cantaban, otros orabanY todos alababan al SeñorAlabaré, alabaré, alabaré, alabaréAlabaré a mi SeñorAlabaré, alabaré, alabaré, alabaréAlabaré a mi SeñorTodos unidos, alegres cantamosGlorias y alabanzas al SeñorGloria al Padre, gloria al HijoY gloria al Espíritu de amorAlabaré, alabaré, alabaré,
La noche llegó con precisión, finalmente después de tanto aburrimiento en este encierro habría algo de acción, de diversión y esperaba de corazón que de perversión. Nos encontrábamos en el comedor, era la hora de la cena. Estaban bendiciendo los alimentos, mientras yo pensaba como saldría sin ser vista por las cámaras de seguridad. Engullí el primer bocado de la pasta carbonara que habían servido, no podía negar que la comida era decente y muy bien hecha. No todo era tan malo, quizá este año no estaría tan mal. María me miraba con intriga, como si supiera lo que pensaba.—¿Qué te traes en manos? —preguntó minuciosa.—¿De qué hablas? —pregunte confundida.—No has musitado palabra alguna y estás muy pensativas. ¿Qué planeas? —preguntó con insistenci
—¿Qué carajos haces aquí? —le pregunto mirándolo fijamente, viendo como sus ojos estaban al parecer de otro color, pero podría ser por el alcohol y el tabaco que lo veía rojos en lugar del color habitual. —¿No debería ser yo, el que haga esa pregunta? —me pregunta en un tono autoritario, todo dentro de mí tiembla y me doy cuenta de que María no está muy en sus cávales cuando en vez de asustarse al ver al profesor grita feliz—, ¿Tenías que atraer a María al pecado? No eres más que la serpiente del árbol de manzanas —me suelta y no puedo aguantar más y golpeo su mejilla lo más fuerte que puedo y agradezco tener anillos que intensifican el golpe.—¿Quién te crees que eres? No eres más que un profesor que se cree la gran cosa, no me importa si le dices a Patri o a mi padre, al salir
Bajo la acusadora mirada de mis compañeras prejuiciosas, salí de la habitación con dirección a la oficina de la rectora. Suspirando bajé las escaleras, mis pasos eran inseguros y muy lentos. Tenía suficiente dolor de cabeza producto de la resaca de ayer, como para soportar gritos o regaños. Toque la puerta con mis nudillos, esperaba que no me atendieran y pudiera retirarme. Pero no fue así, la horrible nariz chueca de la fría mujer vestida con ropa barata. Me recibió, le di una sonrisa sarcástica y me dejo pasar.—Buenos días, señorita Aria—saludo Amanda, la directora. Se sentó en su silla giratoria, mientras divise a sor Patri y al profesor Jace sentados en una esquina de la oficina—, ¡¿Dónde están tus modales que ni respondes?! —inquirió molesta, al verme como miraba mis uñas sin prestarle atención.&mda
—¿A qué te refieres, María? Si estaba molesta contigo, pero ahora que me cuentas lo de tu padre, lo entiendo un poco—respondí sincera.—Es una historia muy personal… Pero te la contaré—dijo suspirando, asentí y le indiqué que me siguiera. Hasta el ala abandonada donde solía ir a fumar. Caminamos hasta el sitio y me senté encima del viejo pupitre.—Cuéntamelo todo—la incité.—Bueno, para empezar mi padre es un cerdo capitalista asqueroso… desde niña siempre fue abusivo y muy agresivo, cuando sacaba una mala calificación me golpeaba con su cinturón hasta el cansancio—comenzó a contarme y me dolió el corazón, no es que la conociera de toda la vida, pero a simple vista podía ver en ella una buena chica—, Todo empeoró cuando mi madre huyó de él y me dejo atr&aac
Jace DaniellYo sabía que aquel idiota iba a causar problemas, lo sabía… Mi lobo estaba más que enojado por la cercanía que había tenido con nuestra pequeña revoltosa y me gritaba y me exigía que la marcara como mía.Yo esa noche, tenía algo así como una “corazonada”, sobre lo que iba a pasar, así que revise las cámaras de seguridad toda la noche hasta que las vi salir, borre la grabación de la cámara y salí corriendo a seguirlos en mi auto. Como dice nuestras sagradas escrituras «Si alguno de ustedes tiene cien ovejas, y se da cuenta de que ha perdido una, ¿acaso no deja las otras noventa y nueve y se va a buscar la oveja perdida?»Pues eso iba a hacer, ni más ni menos. Iba a ir a buscar a mi oveja negra problemática.Odiaba a aquel chico por mirar a mi pequeña de forma tan lasciva y mucho m
ARIA POV. Estaba en clase de álgebra y moría porque terminará la tortura, ¿Por qué las matemáticas deben ser tan complicadas? ¡Es frustrante! Odio los números, además no lo necesito. Mi carrera futura está lejos de la materia, debería aprender otras cosas más importantes que esas. Cuando la campana finalmente sonó, salgo con María al receso, mientras que Dana y Rebecca nos miran mal. Esas niñas son tan prejuiciosas, que horro. Teníamos un corto descanso y ya luego venía mi clase favorita, la clase de costura. Había encontrado mi verdadera pasión y conexión con el excelente gusto que tengo en cuanto a moda se trata. Estudiar diseño se volvió mi obsesión, pero hasta entonces disfrutaba la clase de la monjita donde aprendía lo básico, al menos estaba haciendo mi propio vestido. —¿Crees que está muy largo? —me pregunta María mientras me enseña el patrón del vestido que está haciendo.—¡Por Dios! ¿Qué es eso? ¡Parece la bata que usaba mi abuela para do
Comenzaba acostumbrarme a este lugar, entre mis picardías y bromas, hacía más llevaderos los días. Con maría habíamos fortalecido nuestro lazo de amistad, mientras que, por otra parte, Dana y Rebecca hacían de todo por jodernos la vida, todo se lo contaban a Amanda o a sor Patri. Perdí la cuenta de cuantas veces me han castigado, porque siempre me echo la culpa y dejo a María fuera de todo esto, no permitiré que vuelva con su abusador. También comencé con las clases de catequesis con el profesor más ardiente de todos, Jace. ¿Por qué tiene que estar tan malditamente bueno? Es decir, yo quiero comportarme. Pero él es la jodida tentación, la manzana de la discordia. Me es inevitable no verlo y querer subirme encima de él y hacerle muchas cosas que solo él logra provocar en mí. Suspiro con frustración y continúo pasando el ruedo de la tela del vestido por la máquina de coser, ya estamos terminando nuestros vestidos para la gran fiesta de bienvenida. Quizá esta noche tenga mi tan anhelada