Queridos lectores, estoy un poco triste porque no me han dicho como les parece esta historia, gracias a los que me han dado su opinión.
Danna habló con voz molesta, pero en su interior estaba encantada de que fuera él quien lograra calmar su celo.—Después de transcurrir estos tres días, regresaremos a la normalidad. No creas que he olvidado cómo me trataste en el pasado, debí obedecerte por ser una simple omega, pero ahora que soy tu reina, tú debes obedecerme.Eros le levantó la barbilla con la mano que tenía libre y la obligó a mirarlo mientras le susurraba.—Entonces, voy a aprovechar estos tres días para complacerte y demostrarte que eres mía, su Majestad.—Ya deja de decirme Majestad.Eros le besó la comisura de los labios. Con voz sensual, balbuceó.—Te llamaré mi reina, porque eso eres para mí.Al escucharlo con ese tono de voz, Danna presenció una sensación de escalofríos que recorrió su cuerpo. Pudo percibir cómo su temperatura corporal empezaba a aumentar. Mimosa le susurró.—Puedes llamarme como quieras, ¿pero dame otro revolcón rico? Anda, sí —restregó la mejilla contra la sombra de su barba.Eros la giró
Eurides estaba intranquila, rogaba que se le pasara el celo rápido a Danna. Cada vez que veía a su hijo salir de la habitación, lo veía más ojeroso y débil. En la habitación, Danna despertó, abrió los ojos con pereza. Sintió que su celo había bajado su intensidad. Ya no se sentía como un volcán en erupción. Vio a Eros salir del baño y se sonrojó al acordarse como lo obligó a corresponderle como mate. La marca de su cuello le palpitaba. Llevó la mano derecha a la herida que ya estaba curada. Eros se acercó a la cama y Danna miró su cuello. Pasó un dedo por su marca y soltó una carcajada. Susurro en su mente "ahora ese lobo no va a poder negar que tiene mate". Se divirtió al ver en su cuello una figura de loba blanca con destellos plateados, ese era el sello de su manada. —Eros, ya Hedé te ha tomado como su propiedad —lo dejo en forma de bromista. Eros entrecerró los ojos y esbozó una sonrisa traviesa en sus labios. Danna, al notar esa expresión, borró su sonrisa de la cara y salió c
Al día siguiente, empezaron las reuniones entre los alfas. Tres manadas más habían sido atacadas por la Manticola. Ante esta situación, Danna tomó la decisión de enviar a esas manadas a su propio reino. La incertidumbre la agobiaba, ya que no sabía a lo que se iban a enfrentar, pero parecía ser la mejor opción enviarlos allá. El plan era claro: una vez que Danna lograra recuperar sus manadas y restablecer la seguridad, los alfas y sus gentes regresarían a las tierras del sur. Mientras tanto, aquellos alfas y guerreros que no habían sufrido heridas en los ataques se quedarían para brindar apoyo a la reina. La unión de los alfas y su disposición a sacrificar su propia seguridad por el bienestar común se hacían evidentes.Gina se hallaba cómodamente sentada al pie de un viejo roble. Sus ojos miran con atención el delicado ballet de mariposas que danzaban en torno a Eos, los destellos de color contrastaban armoniosamente con la dulzura de la niña.Con los brazos extendidos Eos se movía al
Eros desplegó lobos rastreadores para buscar al lobo que acechaba a su hija. Gina no logró ver el rostro del hombre y Eos no dijo quién era porque hizo una promesa. Para la mentecita de niña, las promesas no se rompen. No encontraron pista de quién podía ser. En la hora de la cena, no quisieron presionar a la niña, y fue silenciosa. Estaban preocupados por su hija. Danna y Eros salieron a hablar con sus guerreros para reforzar la frontera sur. La seguridad de la manada era su prioridad. Los guerreros de Danna llegarían en dos días y el Beta de Eros lo estaban esperando. Danna y Eros llegaron tarde y se dirigieron a la habitación de su hija. Ella abrió la puerta y con el corazón en un puño expresó. —¿Dónde está Eos? Diosa Selene, no permitas que le pase nada. Eros, que estaba detrás de ella, le colocó las manos en los hombros. —No te alarmes, vamos a tu habitación. Seguro te fue a buscar. Salieron de esa habitación; Hércules estaba inquieto. Eros trataba de mantener la calma. Al l
Eros y su grupo de gammas llegaban a las inmediaciones de la mansión real y se adentraron al salón de reuniones. Mientras el ambiente se llenaba con discusiones y propuestas para salvaguardar la región, un silencio reverencial se apoderó de la sala cuando la puerta se abrió con suavidad y la reina hizo su entrada. Los murmullos cesaron y uno a uno, todos los presentes, se pusieron de pie, rindiéndole el respeto que merecía. La reina, con una sonrisa cálida en los labios, correspondió los saludos de los gammas.Eros colocó una silla a su lado y con una sonrisa dibujada en su rostro expresó.—Mi reina, por favor siéntese aquí —con voz ronca y varonil. Danna tragó saliva y se sintió medio avergonzada por esa muestra de afecto hacia ella delante de los demás guerreros. Hasta le dieron ganas de abrazarlo. Tomó aire y caminó hacia el asiento que le ofrecía.Los gammas, por otro lado, estaban felices de ver la interacción de ambos. Se veía que eran una pareja destinada y que no mintieron en
Danna sintió las fuertes manos, tomarla por las caderas con firmeza, mientras la posicionaban cuidadosamente encima de él. Se separó lentamente de su boca y deslizó las palmas de las manos hasta reposar sobre sus pectorales bien definidos. En ese instante, sus miradas se encontraron, ella pudo notar la intensidad de deseo en sus ojos hambrientos.—A ver qué se te ocurre hacer, mi reina —musitó con voz varonil y sensual.—Eros, sabes que no soy experta en esto, pero haré mi mayor esfuerzo —sus ojos se tornaron tornasolados y brillaban de apetito. Levantó las caderas para ponerlas en movimiento.Él la ayudó levantando su hombría y ella apoyada en su pecho se mantuvo unos segundos en el aire y luego descendió despacio con precisión para que la penetrara hasta el fondo. Lo más adentro posible, hasta que notó que le tocaba el útero.La intensidad del momento provocó una respuesta inmediata en Eros, quien sintió cómo la excitación recorría todo su cuerpo. Un gruñido gutural escapó de sus la
Cuando Eros divisó a Danna acercándose, le tomó la mano con delicadeza y la ayudó a sentarse a su lado. De inmediato empezó a transmitir los sucesos que habían ocurrido recientemente en la frontera.—Mi reina, es necesario que estés al tanto de los acontecimientos recientes. La criatura que enfrentamos supera en gran tamaño a un lobo alfa. Entre los gammas, hay heridos, pero logramos sacar a los ejércitos enemigos. Los aliados de Edon tienen planes de atravesar la frontera desde el sur. Los renegados que penetraron anteriormente en nuestras tierras se han ido, tengo una sensación siniestra que me invade, algo tiene en mente Edon, se aproxima el momento de la gran batalla. Debemos estar listos para movilizarnos hacia la frontera.Danna mantuvo la calma, se mantenía neutra escuchando.—Majestad, un grupo de alfas se dirigirá hacia la frontera del sur. Estableceremos una comunicación continua para mantenerlos al tanto de cualquier novedad que surja.—Mañana se unirán mis guerreros a la
A la mañana siguiente, llegó un grupo de 100 guerreros a la mansión, liderado por el Gamma Ares.Gina se dirigía a la habitación de Eos cuando sus fosas nasales se inundaron con un aroma a limón masculino que para ella era el más exquisito que había olfateado en su vida, un olor que la llamaba. Intrigada, se deslizó por el pasillo y se escondió en un rincón de la segunda planta, se agachó para no ser vista, y comenzó a buscar la procedencia del olor. Fue entonces cuando sus ojos se posaron en un hombre imponente: alto, guapo y de cabello rubio. Lo que ella observaba la dejó embelesada. Sin embargo, al notar que él también la buscaba con la mirada, metió la cabeza rápidamente.—Gina, ¿qué haces tirada en el piso? —expresó Maya, quien vio a Gina vigilando hacia la planta baja.Gina retrocedió despacio. Cuando notó que estaba fuera de peligro, susurró bajito.—Ven conmigo y te cuento. —Ella jaló a Maya de la mano y la condujo al final del pasillo, a una habitación vacía.Ares estaba dese